— ¡María! — Suspiró el hombre cuando estaba en frente de la muchacha.
— ¡Jacobo! — Contestó mientras que sus ojos comenzaban a empaparse.
Jane miró al muchacho asombrada. Había leído sobre él, Jacobo, uno de los únicos protestantes que no ansiaba que María dejase el trono de Escocia. Era alto, aunque María también, no tenían parecido.
— ¿Cómo os habéis enterado que estábamos aquí? — Preguntó su hermana mirándole a los ojos.
—Uno de los clanes fieles a vos me dijo que había oído rumores— cuando terminó de desatarla la joven se lanzó a los brazos de su hermano. Este con mucho amor acarició su cabeza y la beso en la frente.
—Como me alegro de veros— María entrelazó su mano en el pelo de su hermano— os he echado tanto de menos.
—Y yo a vos majestad— María le miró con cariño.
—Cuantas veces te habré dicho— comenzó diciendo entre sollozos— que ante todo soy tu hermana.
—No, ante todo sois mi reina.
—Esta escena es preciosa majestad— después de unos segundos de silencio Stéphane les interrumpió— pero podrías decir a tu hermano que nos soltase a lady Jane y a mí.
Jacobo se alejó de María y fue directo al muchacho.
—Me alegro de volver a veros lord Baryad— saludó Jacobo irónico.
—Lo mismo digo— respondió el francés con el mismo tono.
Tras desatar a Stéphane— que fue directo a abrazar a María con dulzura— Jacobo fue hacia Jane.
—A vos… ¿Os conozco? — luego la miró de arriba a abajo— me resultáis familiar. ¿Sois escocesa? Aunque con esos ropajes no lo parecéis.
—No soy escocesa ni tampoco de la corte francesa— anunció Jane.
—Pero es mi doncella, bueno mejor dicho dama de confianza— intervino María salvando a Jane de la mirada cruel que hubiese tenido Jacobo.
—En ese caso, perdona milady.
La aldea estaba comenzando a arder. Mientras que los escoceses peleaban con los ingleses una antorcha cayó al suelo, y lord Armang al ver que no iban a poder salir de esa ilesos huyeron dejando todo a su paso.
Al ver que las llamas habían llegado a donde se encontraba María, Jacobo echo paja para apagar la entrada y salir corriendo.
Una vez los cuatro estaban fuera. Jacobo se adelantó a coger los caballos, pero los gritos desconsolados de los aldeanos hicieron que Jane mirase a la aldea que estaba siendo invadida por las llamas y el humo.
—María, tenemos que salvar a los aldeanos— habló Jane al oír los gritos de los niños, eso le recordaba vagamente al bombardeo de...su antiguo hogar. Ahora ese sería su hogar hasta que supiera como volver.
—Eso ni lo pienses— Jacobo se puso entre medias de las dos jóvenes— nos tenemos que ir de aquí antes de que María sufra.
—Si nos quedamos y les ayudamos— prosiguió diciendo— estos aldeanos estarán agradecidos hacia vos— miró a la joven reina— y os apoyarán María, reina de los escoceses.
—Es un buen consejo hermano.
—Ella solo es una dama, no una consejera— gritó Jacobo enfrentándose a Jane que estaba frente a él, pero ante la mirada de furia de María rodó los ojos— démonos prisa antes de que las llamas nos cojan.
—Pero serás misógeno— respondió la morena. Los tres jóvenes se quedaron asombrados tras lo que había dicho la muchacha, en ese instante Jane se dio cuenta que ellos no habían oído a nadie hablar de esa manera— quiero decir que no tiene nada que ver que sea solo su dama—rectificó— si aun así tengo razón.
—Creo que es buena idea. — Stéphane se puso del lado de Jane, esto asombro tanto a María como a Jane, ya que el chico nunca le había agradado.
—Lo haremos— ordenó María. Jane sonrió, sabía que escucharía a Stéphane.
—Si lo ordena mi majestad— Jacobo hizo una reverencia hacia su hermana y se metió entre las llamaradas. María miró a Stéphane que enseguida imitó a Jacobo.
Jane y María se quedaron apartadas cogiendo agua de un pozo del centro de la aldea y echando agua a las llamas para sofocar el fuego.
Tras unas horas lo lograron. Stéphane y Jacobo estaban manchados del humo. María fue corriendo a auxiliar a su amigo. Jane se quedó en frente de Jacobo que se sentó en el suelo. Los aldeanos acercándose a María la agradecían todo lo que habían hecho por ellos, dándola las gracias por no marcharse. La reina comenzó a jugar sus cartas haciendo publicidad de que había vuelto para quedarse y ser su reina.
—He de decir lady Jane— comenzó a decir Jacobo— que en el fondo ha sido una gran idea.
— ¿En el fondo?
—Sí, no se crea que le voy a dar la razón más de eso.
—Será embustero—Jane se sentó a su lado bufando— reconozca que esto a su majestad la ayudara a que no la vean como una reina extranjera.
Editado: 27.12.2018