Extras de: El mago del color... [bl]

3. Bruja

Al verlo acercarse sus manos temblaron, la viva imagen de su amado Cipriano se encaminaba a ella. «¿Estoy peinada?, ¿cómo me verá él ahora? Han pasado muchos años… Hay marcas en mi piel, arrugas en mi rostro. Mi cabello es incoloro…» La bruja se alisó la falda y acomodó sus puños roídos por la pobreza. «¿Él me reconocerá?»

—Buenos días, quiero que adivine mi futuro —dijo Dorian, sentándose ante ella.

—Sí, por supuesto, extiende tu mano ante mí —dijo la bruja y miró sobre el hombro del joven, otro se acercaba clavando sus ojos grises en los de ella, intimidándola.

—Bruja, ¿cuál es su precio? —La increpó parado a un lado de Dorian.

La bruja sonrió dejando ver la encía vacía de varios de sus dientes: —Para él es gratis, todo para ti es sin costo —dijo acariciándole la palma de la mano con sus arrugados y finos dedos.

Dorian hizo una mueca que intentó disimular para no ganarse el odio de la bruja.

—Magia percibo en ti, piel tersa… y blanca, rostro hermoso, siempre tan bello… —Omitió llamarlo por el nombre, ahora no estaba tan segura de querer que la reconociera. «Cipriano es todavía más majestuoso que antes».

—El futuro, vieja bruja, no describa a mi amigo que ya todos sabemos lo bello que es…

—Futuro o pasado, todo está en perpetuo movimiento, todo varía y es estático a la vez, quietud y movimiento. Al unísono… —Cecil rodó los ojos. Se arrepentía de haber sugerido este como el sitio más divertido de la feria, tan solo lo había mencionado para expresar lo que pensaba de las brujas populares— Tú, tienes un porvenir extenso, vivirás cientos de años junto a la persona que amas, tu vida será de dicha y juego… —La bruja estaba sonriendo mientras hablaba, pero cambió el tono cuando su mano no la obedeció y tembló. Como atravesada por un rayo su columna se arqueó y sus ojos se tornaron negros, aferró la muñeca de Dorian, que por más que lo intentara no la logró apartar, y tampoco Cecil lo consiguió.

—¡Bruja! —gritó Cecil pensando que fingía— ¡Libera a Dorian! —Desenfundó la daga.

—El reino de Artgotia está… bajo amenaza, demonios y planes para destronarla, Cecil de Amalis y Cithria Grankar herederos al trono unidos. Derrocar a la reina se iniciará con la muerte del pintor. Si Dorian muere ella perderá la razón. Su favorito es la luz de sus ojos. Él es quien la salvó cuando ella lo salvó a él. La esperanza vio en ese niño. La luz que emana. Reyes amantes, unión de dos mundos hará que… no… sirvan… Sur… amantes… —La bruja balbuceó algunas otras palabras sin coherencia y liberó la muñeca de Dorian, que al sentir el ardor se percató de que lo había marcado.

—¡¿Qué es esto?! —Cecil estaba furioso, se inclinó sobre la mujer queriendo sacarle la verdad, los había nombrado a ambos— ¿Me conoces? ¿Cómo sabes nuestros nombres?

La mujer estaba más cerca de la muerte que de la vida, no se reconocía ni a sí misma en ese momento.

—Yo, no sé qué me ocurrió. Cipriano… —susurró estirando la mano hacia Dorian.

—Mi padre se llama así.

—No, tú eres Cipriano —repitió ella—. ¿No me recuerdas? ¿A nuestra hija? Lo siento, pero no tenía para comer y ellos ofrecían una buena cantidad por llevársela. Sé que ella está bien, lo siento, nunca me lo perdonarás, pero tú ya eras feliz con…

Cecil volcó la mesa de la anciana, quería respuestas, no los balbuceos de una vieja.

—Sabía que esto sería una mala idea —miró a Dorian, que se tocaba la muñeca soportando el dolor—. ¿Qué tienes?

Se descubrió la zona dejando ver la quemadura que le rodeaba la muñeca. Cecil explotó de furia y se abalanzó sobre la anciana exigiéndole respuestas, la sostuvo de los hombros contra el suelo.

De entre los plebeyos que comenzaron a aglomerarse para observar la razón de los gritos surgió una joven que corrió a socorrer a la anciana.

—¿Qué le hacen a mi abuela? Abuela, ¿estás bien? —Miró al hombre hincado sobre la anciana y lo sostuvo del brazo— ¡Déjala! ¿No ves que es débil?

Cecil se puso de pie y se cruzó de brazos mientras las observaba, luego miró a Dorian.

—Estoy bien, pero mi hija… —dijo la bruja.

—¿Mi madre?

—No tu madre. Mi otra hija.

—Abuela, solo tienes una hija.

—Cállate, no sabes nada sobre mí —El tono de su voz aumentó, algo que su nieta jamás oyó antes.

—Mi primera hija es hija del mago Cipriano, él —La bruja señaló al atónito Dorian y Cecil se acercó más a él.

—¿Él? —La joven lo miró en detalle. «¡¿Un joven así con mi abuela?!»

—Él no es Cipriano, no conocemos a nadie con ese nombre, ya nos vamos —dijo Cecil tirando del brazo de Dorian y huyendo del lugar.

—Espera, Cecil, ¿qué haré con esta marca? Si mi padre la ve no me dejará salir nunca más contigo.

—¿Quieres salir otra vez conmigo?

Dorian se sonrojó al percatarse de que lo había dicho en voz alta, respondió: —¡Sí! ¿Pero qué haré con esta marca? ¿Qué les diré a mis padres?

—Primero esperemos a que desaparezca por sí sola… Sino buscaré un modo de quitarla —Cecil ajustó más el agarre en la mano de Dorian y continuaron corriendo.



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En el texto hay: bl, magia, amistad amor

Editado: 10.02.2024

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