La alarma despertó a Faddei, que abrió los ojos con sueño. Miró el reloj, que marcaba las ocho de la mañana. Se levantó de la cama, se mojó la cara, y luego se lavó los dientes. Se peinó rápidamente, se vistió y salió de su habitación. En el pasillo, Natalia también salía de la suya. Ambos se dirigieron al elevador y marcaron el último piso.
El elevador los llevó al destino y, al abrirse, se encontraron con un salón enorme lleno de personas en trajes elegantes, yendo y viniendo. Faddei y Natalia salieron del elevador, que desapareció en el suelo al cerrarse las puertas.
—Guau, este lugar ha cambiado mucho en mi ausencia —mencionó Faddei, sorprendido.
—Faddei, querido amigo —saludó una voz amigable desde atrás. Se acercaba un hombre con una expresión cálida.
—Дмитрий, друг —respondió Faddei, volviendo a verlo.
(Dimitri amigo)
—Ya veo que conociste a la agente Mirage —dijo Dimitri con una sonrisa.
—Sí, no habla mucho —comentó Faddei.
—Lo sé, así es ella —agregó Dimitri con una risa ligera.
—Bueno, ¿y por qué me llamaste? —preguntó Faddei, intrigado.
—Ven, acompáñame —contestó Dimitri, comenzando a caminar.
Caminaron por el salón, pasando por más agentes y personas trabajando en computadoras. Llegaron a una habitación construida completamente de vidrio. Dimitri extendió las manos, y un teclado holográfico se materializó ante él. Comenzó a escribir y una pantalla holográfica apareció frente a ellos. Dimitri buscó unos archivos de video, mostrando a Ravageclaw entrando a un museo en Francia.
—¿Es Ravageclaw? —preguntó Faddei.
—Así es —contestó Dimitri.
—¿Qué está haciendo? —cuestionó, dudoso.
—Está robando la Mona Lisa —respondió Dimitri.
—Он сумасшедший или что? —exclamó Faddei, incrédulo.
(¿Está loco o qué?)
—Se cree que quiere ocasionar una tercera guerra mundial —mencionó Dimitri.
—¿¡Cómo dices!? —exclamó Faddei, sorprendido.
—Por eso te busqué, Faddei. Eres el único que lo conoce y sabe cómo es —dijo Dimitri.
—¿Pero por qué haría tal cosa? —cuestionó Faddei, extrañado.
—Él no lo está haciendo solo —intervino Natalia.
—¿Cómo dices? —preguntó Faddei, mirando a Natalia.
—Alguien lo guía o lo ayuda —contestó ella.
—¿Quién podría ser? —preguntó Faddei, dudoso.
—No lo sabemos, pero si llegas a él, Faddei, tal vez lo descubramos —dijo Natalia.
—Así es —dijo Dimitri, asintiendo.
—¿Dónde empezamos? —cuestionó Faddei.
—El primer lugar donde robó, en Inglaterra —contestó Natalia.
Salieron del edificio y subieron al techo, donde un jet color plateado con rayas negras en las alas los esperaba. Natalia y Faddei subieron al jet, que los llevó a Inglaterra. Al aterrizar, un coche convertible color negro mate los esperaba. Faddei tomó el volante y arrancó el coche, dirigiéndose a una casa donde se estacionaron y bajaron del vehículo.
—¿Es aquí? —preguntó Faddei, dudoso.
—Sí —respondió Natalia.
—¿Por qué una casa armaría una guerra? —cuestionó Faddei.
—потому что это не просто дом —contestó Natalia, en ruso.
(Porque no es cualquier casa.)
—¿Pues quién vive aquí? —preguntó curioso, acercándose a la acera.
—Ramgi —contestó Natalia.
—¿Es de esas personas con la genética alterada? —cuestionó Faddei.
—Así es —respondió Natalia, antes de golpear la puerta de la entrada.
Ramgi abrió la puerta con una bolsa de hielo en la cabeza.
—¿Qué se les ofrece? —preguntó intrigado.
—Yo soy Mirage y él es "F". Queremos hacerle unas preguntas sobre Ravageclaw —dijo Natalia.
—Oh mierda —contestó Ramgi, asustado, antes de empezar a correr. Faddei y Natalia lo persiguieron, mostrando sus dotes de parkour y agilidad mientras Ramgi les tiraba cosas y muebles que ellos evadían con destreza.
Ramgi salió por una ventana, aterrizando en un techo. Faddei, que estaba más cerca, fue el primero en saltar por la misma ventana, seguido por Natalia. Ramgi también demostró sus habilidades de parkour, esquivando obstáculos y saltando de un techo a otro. Natalia se desvió del camino, y Faddei continuó persiguiéndolo. Justo antes de que Ramgi pudiera saltar nuevamente, Natalia apareció enfrente, lo que hizo que Ramgi se detuviera en seco por el susto y tropezara, cayendo al suelo. Faddei llegó al lugar jadeando y cansado, al igual que Natalia.
—Oye, ya lo tenía —dijo Faddei, sin aliento.
—Sí, se notaba —contestó Natalia, sarcástica.
—¿Qué es lo que quieren de mí? —preguntó Ramgi, mientras se levantaba y se sacudía.
—Información —contestó Natalia.
—Eso hubieran dicho al principio —sugirió Ramgi.
—¿Por qué? —preguntó Faddei.
—Ravageclaw me amenazó con que la próxima vez que supiera de él, no viviría para contarlo —contestó Ramgi.
—Entiendo —dijo Natalia.
—¿Te dijo a dónde iba a ir? —cuestionó Faddei, intrigado.
—¿Podrías decirnos? —preguntó Natalia, con interés.
—No estoy seguro, creo que mencionó algo sobre España —respondió Ramgi.
—Genial, España, el país de los tíos —bromeó Faddei, rodando los ojos. —Gracias, esto nos ayudará a atraparlo.
—De nada, Mirage —dijo Ramgi.
En la noche, en la agencia de espías, Faddei y Natalia entraron al cuarto de vidrio donde Dimitri ya los esperaba. Estaban revisando la información obtenida.
—¿Entonces vamos a ir a España? —preguntó Dimitri, dudoso.
—No creo, hay que revisar Francia primero. Es posible que ya haya estado en España —respondió Natalia.
—Sí, para asegurarnos —agregó Faddei.
—Bueno, entonces mañana salen a Francia —ordenó Dimitri.
—Sí, señor —dijeron ambos al unísono.
Después de eso, se retiraron y llamaron al ascensor que levantaba el suelo. Ambos se subieron al ascensor, y Faddei apretó el botón para bajar al piso donde se encontraban sus habitaciones. Cada uno se dirigió a su cuarto asignado.
—Buenas noches —se despidieron, antes de entrar y poner seguro a sus respectivas puertas.