Alysa le dio la espalda a Eileen; sin embargo, fue tomada de la muñeca nuevamente. Veía las lágrimas salir de sus ojos desmoronada y llena de tristeza, aun así, no le importo.
La chica manaba mares de lágrimas que en su opinión eran estúpidas. Era estúpido verla llorar por algo tan tonto como lo fue su comentario, si ella era fuerte no se suponía que llorará, pero al parecer no lo era.
Quito su muñeca de su agarre con fuerza, viéndola con superioridad, con un incesante dominio en su mirada que la hacía lucir poderosa.
—La próxima vez que me llores, dame una razón para que lo hagas, si no hay, no me vuelvas a ver —Sonó intimidante
Algo que asustó a la pelirroja, le dio la vuelta para irse, el viento sopló fuerte mientras su cuerpo tembló, Catalina la observó con desagrado y dominancia la cual le causó unas malas vibras.
—Escucha, aquí entre nos la que tiene la palabra es la emperatriz si crees que te puedes asemejar a ella quítate esa ilusión de la cabeza, porque lo único que generas es fastidio y eso que llevas poco tiempo aquí. Los meses contigo serán una tortura —Comentó con superioridad yéndose detrás de Alysa
Eileen se limpió las lágrimas, apretando su vestido con fuerza girando su cabeza viendo al emperador acercarse a ella con preocupación al verla llorar desconsoladamente, camino rápido para estar con su amante tomando sus mejillas y limpiando sus lágrimas.
—¿por qué lloras? —Preguntó
—La emperatriz, la dama de la emperatriz, fue muy mala. Ella me quiso lastimar, ella me lastimo, majestad ella no me cae bien fue cruel y mala conmigo, también hablo cosas malas de usted —Contestó quebradiza
Bennett frunció el ceño al escuchar las palabras, "también habló cosas malas de usted".
Luego de media hora, Catalina se encontraba con Alysa en uno de los tantos salones del castillo tocando algo de música, en sus manos tenía una flauta la cual estaba aprendiendo a tocar.
La puerta fue abierta con brusquedad alterando a las dos mujeres, que no dejaban de mirar a los guardias del palacio acercarse a ellas en especial a Catalina.
Después entró Bennett chasqueando los dedos para que la capturaran, la tomaron de ambos brazos con fuerza para llevársela, pero Alysa los fulmino con la mirada y tomando la muñeca de uno de ellos lo intimido.
—¿Qué pasa? ¿Por qué quieren llevársela? —Preguntó mirando a los dos guardias para luego observar a Bennett que era el autor intelectual
—Falta de respeto, hablar mal de un gobernante, mentirle al emperador, ¿le parece poco? —Contestó con enojo
—Eso es falso, Catalina es la mujer más leal que hemos tenido, ella jamás se atrevería a hablar mal de usted, además...
—Ella ya lo ha hecho y usted es testigo de eso, no quiera hacerse la buena con su dama y termine aumentando su condena.
Se quedó callada ante esa declaración mientras lo fulminaba con su mirada, estaba enojada y preocupada por Catalina, la condena que podría aumentar, aún así, no se quedaría así.
—Usted no tiene derecho a meterse con mis damas, así que cualquier cosa que quiera solucionar con ella debe decírmelo primero —Dijo Alysa
Bennett se acercó a su oído pegando sus labios.
—Así como usted considero mi opinión en la carta que firmó, estamos a mano con esto —Se retiró de su oído mientras miraba los guardias
Asintió con la cabeza dando la señal de que pusieran sus manos en su espalda.
—No se preocupe tendrá una condena de agua con pan y serán quince días los que estará encerrada así que debe estar tranquila. Con su permiso —Salió con los guardias viendo la cara de preocupación de Catalina
—Catalina —Dijo entre dientes
Los quince días pasaron y durante ese tiempo se le prohibió a Alysa ir al calabozo a verla debido que Bennett seguía enojado con ella, aún más, cuando tres días después del incidente con Eileen llegaron los mensajeros que fueron enviados al imperio de las bestias divinas.
La carta había sido enviada y con una respuesta inmediata, que aseguraba la llegada del rey de aquella nación. Gracias a todo esto, Bennett y Alysa tuvieron más trabajo que antes, prepararon un banquete de bienvenida para el rey, se acordó un mes para una negociación y esperaban que todo saliera bien en especial Alysa.
Catalina fue bien atendida por Alysa y sus compañeras cuando salió. Estaba más delgada y con ojeras, más unas cuantas picaduras de mosquitos, la sentaron en un sofá y pidieron algunos bocadillos para que comieran juntas
—Estas muy delgada y te ves terrible —Dijo Elizabeth su tía que también era una de las damas de compañía de Alysa
—Catalina, quieres que preparemos un baño para ti, así te relajaras mucho —Alysa acariciaba su espalda
—No hace falta su majestad, usted hizo todo lo posible para que no me llevarán aun así el emperador tenía otros planes —Sonrío nerviosa
—Aun así, quiero que estés cómoda, señorita Elizabeth podría preparar un baño para Catalina —Ordenó
—Claro su majestad —Respondió alegre
Catalina sonrió cuando la orden fue acatada, todo en su ser estaba tranquilo y feliz al saber que su emperatriz estaba en perfecto estado. Agarro un cepillo y empezó a peinar el cabello de Alysa con suavidad mientras un recuerdo rodeo su mente, empezó a reír sin ninguna explicación
—¿Qué es tan gracioso? —La miró con una sonrisa
—No es nada, sólo recordé que cuando éramos niñas hacíamos muchas travesuras y los duques y la familia imperial siempre decían que si fuéramos hermanas nuestra relación sería como la de dos polluelos jugando y volando por los aires —El rostro de Alysa se relajó al escuchar esas palabras
«Recuerdo que Bennett también jugaba con nosotras, pero era más tímido y miedoso cuando veía los bichos que Catalina y yo encontrábamos, de ahí empieza su fobia con los animales pequeños»
Al llegar la comida Alysa, Catalina y Elizabeth disfrutaron de la tarde y la comida. Más tarde tomaron té, en la noche Catalina pudo descansar mejor que en el oscuro calabozo, apenas tocó la cama se rindió ante la suavidad.
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Editado: 24.01.2024