Muy temprano en la mañana Alysa se levantó un poco cansada, el reloj pegando en su pared marcaba las 6:30 a. m.
Faltaba poco para que su esposo se levantara, conocía bien sus horarios que le era fácil conocer donde estaba, a menos que estuviera con Eileen.
Todavía no conocía si tenía un horario aparte para ella, algunos grandes gobernantes separaban sus tiempos y creaban horarios estrictos los cuales cumplían como si fuera un término del imperio, pero Bennett solía organizarse como se lo permitiera el trabajo.
Y hablando de horarios, el de ella no era la acepción, no tenía amante, pero su tiempo libre se dignaba a conversaciones de estado, salida con jóvenes nobles, supervisión de los caballeros y organización del banquete.
Podría tomarse como trabajo, pero ni a eso llegan sus problemas de estado y magisterio.
Un poco más tarde se encontraba organizando unas cartas y junto con sus ministros, revisaba las solicitudes, problemas y ventajas que tenía el imperio, no estaba sola, Bennett estaba a su lado ayudándola.
Tenía una expresión seria al leer y analizar las últimas cosechas para ese año.
—Sus Majestades, la cosecha ha sido abundante para este año, cree que será bueno aumentar los impuestos —Consultó un joven ministro
—Sí, tengamos un beneficio económico —Contestó Bennett
—Su majestad la emperatriz, tenemos una visita del mago de la ciudad oriental, como también tenemos las cartas de los reinos vecinos que se manifiestan en son de ayuda —Se alertaron ambos y prestaron su atención en sus palabras
—Continúa —Dijo sería y atenta
El ministro trago en seco, su papel principal en la mesa redonda era contar los problemas de los reinos en alianza, por lo que tenía que ser muy cuidadoso con su trabajo.
—El reino Occidental pide ayuda económica, Goldenriver pide apoyo militar, Raisor desea apoyo político y el rey del Este pide apoyo de la emperatriz para un divorcio —Terminó de dictar la lista que tenía
Alysa se sintió intrigada por lo último, ¿por qué el rey deseaba divorciarse de la reina? ¿Sería por otra mujer?
—¿Qué pasa en el Este, acaso el sumo sacerdote de esa nación o naciones cercanas no pueden presentarse para el divorcio? —Inquirió
—Pueden hacerlo, pero tengo entendido que el rey quiere apoyo político de otros reinos —Explicó
Se quedó un poco en silencio pensando en su respuesta, analizó con cuidado y al final supo qué hacer.
—Denegado. Por favor, haga una carta de respuesta donde redacte que no daré mi apoyo —Ordenó
Él simplemente afirmó con la cabeza y siguió dando papeles y cartas, por el momento el imperio contaba con una gran economía, servicio militar y abundancia en cereales.
Era como una era dorada para Melione después de duros golpes de estado. El imperio que se les fue entregado perduró.
Bennett revisaba la parte económica, Alysa la política, los demás la del puedo y pedían sugerencias a los gobernantes.
El trabajo pronto estaba disminuyendo hasta que los descansos llegaron y para ella eso significaba que tenía que seguir trabajando en el banquete.
Más tarde en el jardín estaba exhausta, el sol calentaba y golpeaba su piel.
Un pequeño dolor de cabeza empezó y las preocupaciones de los empleados empezaron a llegar.
Antes de lo que se esperaba estaba rodeada por sirvientes que pedían su opinión sobre las decisiones que había tomado.
—¿Le gusta este color? —Comentó una
—¿Qué opina del menú? —Mencionó otro
—Estas son las canciones que tocaran —Dijo mostrando una lista
Con tanto trabajo y sus sirvientes sofocando solo se sentía aún más cansada y estresada.
Ligeros pasos se fueron acercando a ellos, los sirvientes de inclinaron haciendo una reverencia, cuando noto esto, se dio cuenta de la presencia de Adrián que le estaba brindando sombra por medio de su capa.
—Se ve cansada, que le parece si vamos a los jardines —Propuso con una sonrisa
Afirmó con la cabeza, tomando su brazo y caminando juntos.
«No debería tomarlo de esta forma será mejor que lo suelte» al tanto de pensarlo cometió la acción
No le importó ser soltado aun recordaba las palabras de Bennett que en una mañana le dijo:
»— Tenemos todo claro, su majestad le recomiendo respetar a la emperatriz, no olvide que ella es mi esposa y estoy dispuesto a cazar a todo aquel que se atreva a tocarla —Recordó tener una mirada sería, sobria y amenazante«
»—No se preocupe, pero ¿es necesario amenazarme de esta manera? No olvide que estamos aquí por una alianza, unir fuerzas, no destruirnos —Tomó un tono de voz amenazante y como una espada de dos filos daño los oídos de Bennett«
»—Solo es una recomendación —Su cara cambió y se sonrieron.«
»Pero detrás de esa sonrisa se ocultaban miles de malas palabras rozando por su mente y diciéndole a las figuras imaginarias«
Estaba tan concentrado en recordar lo que le había dicho Bennett, que se había olvidado que estaba con Alysa, para distraerlo y sacarlo de su mente, ella lo tomó de la manga y lo jalo un poco atrayendo de inmediato su atención.
—¿Siempre está a la defensiva? —Inquirió
—Disculpe solo estaba recordando algo —Una sonrisa falsa se dibujó en sus labios y sus ojos tenían un brillo profundo y misterioso
Pararon en la entrada de un laberinto bajo de rosas rojas las cuales eran podadas por los jardineros del palacio, frente a ellos estaba una cabaña de cristal la cual era utilizada para las fiestas de té de Alysa, lo invito a pasar y allí les sirvieron algunas bebidas refrescantes.
Adrián estaba contando una de sus tantas historias sobre las bestias divinas.
La que había quedado en un veremos.
Cuando se aclararon todas sus dudas quedó aún más maravillada con el tema.
La forma en que narraba era única y todo estaba como a ella le gustaba, superando sus expectativas.
No podía parar de ver su cabello, las sospechas sobre la bestia de la noche anterior aparecieron y se empezó a preguntar si se trataba de Adrián, no solo eso, sino que clase de criatura era él
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Editado: 24.01.2024