Se separó de él dando un paso atrás volviendo a pegar la espada a un lado de su cuerpo con elegancia, aquello no se veía como una pelea de esgrima corriente, tenía pinta de ser un duelo.
Uno que no quería perder.
Adrián se puso serio esperando el siguiente golpe de su emperatriz, la mujer se movió rápido levantando la espada y al chocar con un ligero rayo de sol, desvió aquel rayo a sus ojos, su mirada se vio perjudicada girando su rostro.
Apuntando a su hombro derecho.
—Te dije que no tuvieras misericordia, y, aun así, la tienes. ¿Por qué? —habló observando al rey esperando respuesta
Adrián se dio la vuelta chocando la espalda de Alysa con la suya ejerciendo presión.
Ambas espadas temblaban gracias a la presión ejercida, ninguno de los dos tenía intenciones de perder; Adrián rió un poco.
Levantó su vista al rey viéndolo con descaro ante la burla.
—Usted, tiene mucha fuerza —dijo a Alysa —tiene la intención de ganar, pero a pesar de estar con un vestido incómodo, tacones y joyas, parece que eso no la detiene —dejó aquella presión alejándose de ella
Definitivamente se estaba esforzando por ganarle, la pregunta era ¿por qué? ¿Qué buscaba la emperatriz con ese duelo?
Su pecho subía y bajaba mientras observaba a Adrián, estaba sudando de una manera acelerada, tantas telas sobre su cuerpo no ayudaban en nada, quería divertirse con él.
Lo estaba consiguiendo, pero a qué costo cuando sudaba de una manera frenética.
Estaba lista para dar el siguiente golpe, no se dejaría ganar del rey, y aunque su incomodidad fuera enorme.
Lograría su objetivo
Adrián al ver tanta competencia fue el primero en dar golpe, chocó su espada con la suya, daban pasos ligeros mientras aquellas espadas lanzaban ligeras chispas con los golpes.
Era como ver una danza, daban círculos por toda la fúnebre habitación, los testigos de aquella pelea, las arañas que habían y si algo los espíritus que decían que habitaban.
Sus sombras daban la ilusión del baile, las espadas la música y sus ojos el esplendor del momento.
Estaban a punto de rendirse, pero era un duelo, y cuando estaban llegando a un ganador, Adrián levantó la espada moviéndose estratégicamente en círculos pequeños dando vueltas seguidas.
Sus ojos se pegaron en la nuca de Alysa y estando apunto de tocarla con la punta de la espada, la emperatriz se agacho tropezó con sus pies, pero logró alcanzar el abdomen de Adrián.
El rey parpadeo un par de veces, atónito ya que estaba a muy poco de lograr ganarle, pero parece que su oponente era más lista que él.
Bajo la espada sonriendo y negando con la cabeza lentamente, extendió su brazo para ayudarla a levantar, su suave mano la halo con un poco de fuerza.
Estaban completamente sudados, tanto que sus manos se resbalaron un poco.
—Fue un excelente duelo —Adrián sonrió al ver la sonrisa que tenía Alysa en ese momento
—Gracias, gracias por seguirme hasta aquí —respondió pegando sus manos
Las palmas de las manos de Alysa estaban sucias, tan sucias que si llegaba a tocar una tela blanca, su mano quedaría grabada en ella.
Adrián analizó su mano con las suyas dándose cuenta que estaban igual de sucias.
—Emperatriz usted definitivamente me sorprende cada vez más, por favor si no es mucho molestar. Me diría cuál fue la razón de este duelo —habló mostrando las manos para que ella se diera cuenta de las suyas —por qué para ser sincero, me gustaría haber traído guantes —rió nervioso
—Santo cielo —exclamó al verse las manos —espere aquí, traeré algo —dio pequeños pasos hasta que la mano de Adrián la detuvo
—Espere, vamos juntos —su rostro estaba tan serio que por un momento pensó que algo andaba mal
—¿Pasa algo? —preguntó sintiendo preocupación
—Sí —habló con seriedad y profundidad —No me gustan los lugares tétricos, me traen mala vibra, por eso quiero acompañarla —su voz y actitud cambian rápido a una más tierna y tímida.
«¿Le da miedo estar aquí?»se preguntó a sí misma al verlo
***
Estaban en los Jardines del palacio, ahora un poco más limpios que antes ya que Alysa lo guío a un pequeño estanque de agua limpia donde podían limpiar sus manos, la tarde era espléndida, sonreía mientras escuchaba la voz de Adrián, sus palabras eran simplemente música para sus oídos.
—Entonces todas las bestias divinas pueden escoger su animal interior —comentó
—Eso depende de la situación, es decir, la rama a la que pertenezcas, existen tres ramas, Nova, Beta y Talis. Nova es el rango superior, es decir, familia real y nobles, Beta rango secundario están los soldados y subordinados del rey y por último Talis que son el pueblo —explicó Adrián pasando ligeramente su mano por su cabello y ajustando el broche de zorro que tenía pegado a su pecho
—Tú broche representa tu bestia, ¿no es así? —habló fijándose en la joya dorada
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Editado: 24.01.2024