La noche en el palacio era realmente aterradora, pasillos inmensos siendo abandonados hasta el amanecer, entre las sombras, escondida y corriendo con una capa negra para que no fuera descubierta, Catalina se escabulle hasta llegar a la habitación de quien ahora era su patrona.
Eileen la esperaba con los pelos de punta después de mandarla a una misión tan peligrosa, escucho la puerta golpear un par de veces, abriendo con fuerza asegurándose de que nadie las viera.
—¿Tienes lo que te pedí? —inquirió mientras cerraba la puerta con llave
—Sí —respondió sacando un pequeño estuche de forrado negro
Eileen se acercó a ella abrazándola para luego tomar el estuche con rapidez, lo abrió y en su interior había una pequeña cápsula roja.
La tomó entre sus manos y era tan pequeña que no sabía si funcionaria.
—Esta es… ¿la poción? —inquirió con desconfianza
—Sí, el mago dijo que no juzgue el tamaño, aunque es pequeña, es muy poderosa. Créeme es un mago de confianza —respondió Catalina mientras se quitaba la capucha
—¿Y cómo funciona? —volvió a preguntar
—Debe dársela al emperador disuelta en una copa de vino —explico pero Eileen no pareció entender —cuando él decida verla, recuerde que ha puesto una orden contra usted, por eso debe ser lista y pedirle que la vea a toda costa, una vez acepte encarguese de que beba todo. Es una poción fuerte por lo que debe estar lista para lo que puede pasar
—Lo hago ahora, ¡debería hacerlo ahora, cierto! —dijo emocionada, pero fue detenida por Catalina
—No, es muy pronto, debe hacerlo cuando el rey se vaya, cuando no haya nadie en el palacio, ¿entendido? Te voy a ayudar, sabes porque —tomó sus hombros viéndola con una sonrisa —somos amigas y nos apoyaremos para esto
—Sí, amigas —abrazo fuertemente a Catalina con una sonrisa inquietante a sus espaldas
«Bennett me ama, pero con esto ya no volverá a desear a Alysa. Lo lamento su majestad la emperatriz, pero ahora soy yo su mayor enemigo» decía la pelirroja con una sonrisa inquietante
Aquel plan, se había ideado hace diez días.
Mientras la concubina pensaba como amarrar al emperador, una semana pasó, en donde las noches fueron realmente buenas para Alysa al estar al lado de Adrián.
En el día fingía tener un hermoso matrimonio al lado de Bennett y sus suegros, en las noches su aventura con su amante era realmente enriquecedora, fueron diez días realmente satisfactorios.
Pero no todo podía durar para siempre.
Alysa esperaba como de costumbre a Adrián, él llegaba tarde a sus encuentros, esta vez volvió a ella como un zorro gigante, algo que no era natural.
—Ahí está mi bella criatura —dijo sonriente aunque la sospecha continuará —¿por qué mi amante está transformado? —preguntó y al momento de hacer esa pregunta, su capucha fue tomada por el hocico de Adrian y levantada bruscamente por los aires
La subió a su lomo de la manera menos delicada posible ya que al momento de caer en sus manos se aferraron a su pelaje.
—Esto es lo menos considerado que has hecho —manifestó Alysa enojada jalando su pelaje
No le importo y tomando impulso se levantó del suelo y empezó a volar con un viento en nube que salía de sus patas.
Al momento de tomar vuelo, Alysa se aferró a su pelaje fuertemente sin mirar el suelo, tenía los ojos cerrados esperando que Adrián tocará el piso rápido.
El viento se hizo fuerte, escuchaba un poco las voces de las personas debajo de ella, pero no se atrevía a abrir los ojos, no sería capaz de llegar a tanto.
Adrián descendió cuidadosamente, en un antiguo templo abandonado donde la naturaleza estaba cobrando rienda suelta para obtener lo que le fue arrebatado.
Al momento de tocar piso una luz rodeó su cuerpo, transformándose en un humano y teniendo a Alysa en la espalda giró su cuerpo para sostenerla en sus brazos.
Aún tenía los ojos cerrados y parecía asustada.
—Alysa, llegamos, puedes abrir los ojos —Adrián se sentó en uno de los escalones del templo tratando de que Alysa confiara en él
Era evidente su miedo, no sabía que su mayor temor eran las alturas.
—Alysa, todo está bien, estamos en tierra por favor deja que vea tus hermosos ojos —besó su frente y al momento ella los abrió
Pasó su mano por su mejilla sonriendo.
Giró su cabeza y se dio cuenta que no estaban en el imperio, estaban en un lugar más apartado, donde todo a su alrededor estaba cubierto de naturaleza, bosque y unas plantas que tratan de ocultar el templo.
Ni un alma se aproximaba.
—¿Dónde estamos?, ¿por qué no estamos en el imperio? —preguntó rápidamente tratando de alejarse de él
—Estamos a las afueras del imperio porque quiero mostrarte algo —contestó dejando que se apartara —¿hace cuanto eres emperatriz? —inquirió tomándola de los hombros
Ignorando completamente el hecho de que estaba desnudo, aunque aquella noche hiciera frío parecía que no le importaba.
—Hace cinco años, ¿por qué?
—Porque estoy seguro que nunca había visto esto —señaló el oscuro cielo
Lo negro de la noche pronto se vio invadido por miles de estrellas fugaces de distintos colores, las estrellas le dieron vida al cielo de la manera más hermosa posible.
No sabía cómo describir aquella belleza, no podía ni siquiera hablar.
—Estos son…
—Cometas arcoíris, un hecho que sólo sucede cada cien años —completo Adrián el comentario de Alysa
A través de su iris aquellas bellas estrellas pasaban espléndidamente, había escuchado varias noticias pero nunca las había visto y nunca espero verlas.
Tal vez si no fuera por Adrián jamás hubiera conocido lo que eran los cometas arcoíris.
Le gusto ver esa sonrisa, sabía que le gustaría y valió la pena cada momento en la biblioteca, tratando de buscar información sobre este fenómeno.
—¿Te gusta? —inquirió
Alysa giro su rostro a él y sonriendo lo abrazo fuertemente.
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Editado: 24.01.2024