Estaba cepillando su cabello azulado mientras se miraba al espejo, Catalina, Elisabeth, y otras damas la preparaban para su noche con el emperador.
Su cuello era rociado con los mejores perfumes, su piel era suavizada con cremas, su vestimenta sería preparada por ella misma y una vez terminaron con lo básico, ordenó que todas se fueran.
Se desnudó para cambiarse de ropa, estaba usando un vestido color violeta de tela transparente que dejaba ver todo en sí, apenas y cubría sus senos, nadie además del emperador podía entrar a su habitación.
Estaba lista para entregarse a su esposo, y poder concebir al heredero de la corona.
«No me siento bien haciendo esto, pero debo alejar todo rastro de adulterio» Alysa se vio al espejo sintiéndose toda una pecadora
***
Bennett acaba de entrar a su habitación y en la cama con dos copas de vino sobre una bandeja de plata Eileen lo esperaba con un pijama blanco de tela transparente parecido al de Alysa.
Se sorprendió al ver a su amante con aquella prenda transparente, fue un ligero rubor el que se posó en su mejilla, amaba verla así, pero, aun así, no dejó que la tentación lo consumiera, ignorando rotundamente a la mujer.
—¿Qué haces aquí? Pensé que te había dicho que no te tocaría —se acercó a ella cruzando los brazos, hablando serio para que notará su humor
—Pensé que sería bueno que debiéramos una copa de vino —le pasó la copa con seducción
Dejando ver con la tela transparente aún más su cuerpo.
—No, eres muy amable, pero sal de aquí —se alejó de ella para buscar algo con que cubrir su cuerpo
Encontró una pequeña cobija rosada y lanzándola con brusquedad tapó a la chica para no caer en la tentación.
La copa casi se le cae de las manos, por lo que tuvo que tener cuidado, tenía otro plan para que accediera a beber la copa, con la cobija en una mano la contrajo contra su pecho y levantándose nuevamente le acercó la copa a Bennett.
Él hizo una mala cara al verla.
—Ya te dije que no
—Solo quiero hacer un brindis por su majestad, ¿me permitiría brindar por usted? —preguntó a Bennett de la manera más amable en la que pudo hablar
—Solo será un sorbo —dijo
Emocionando a la mujer.
Bennett tomó la copa en sus manos, Eileen fue a buscar la suya con una sonrisa inigualable, una sonrisa malvada y llena de veneno.
Cuando la tomó se movió rápido para levantar la copa junto con Bennett.
—Por el emperador, que siempre tenga una vida próspera y llena de felicidad —chocó la copa junto con la Bennett
Observó el vino rojo y llevándose una pequeña cantidad a su boca, quedó maravillado con el sabor.
Eileen no bebió hasta ver que su amante lo estaba bebiendo, y vaya que lo hacía.
Ambos bebían de sus copas hasta tenerlas vacías, dejó la copa en la mesa con mantel blanco que tenía al lado y moviendo su cabeza bruscamente sus ojos se vieron empañados por un brillo mestizo.
Su vista fue borrosa, su cuerpo se debilitó y se calentó.
Por el calor empezó a quitarse la ropa lentamente, Eileen se quitó la cobija del circo arrojándola en la cama.
Lo observaba desesperado, algo que la hizo sonreír, se acercó a él ayudándolo a quitarse la camisa azul oscuro que tenía, para rodear sus brazos en su nuca y acercar su rostro al suyo.
Sus bocas estaban a punto de chocarse.
Eileen lamió su labio con dulzura para pegarse al emperador.
—Amor, no te ves bien, estás hirviendo —comentó coqueta
—Sí —respondió con un jadeo que se escapó después —estoy ardiendo por ti —acercó más el cuerpo de la chica, levantando una de sus piernas.
Ante su tacto, quitó la mano de Bennett, para luego dar un ligero salto, enrollando sus piernas con sus caderas.
Empezó a besar al emperador con pasión, jugando con su lengua y aferrándose a él.
Terminaron en la cama donde el vestido de Eileen fue quitado dejando ver su hermosa figura.
Bennett sin camisa dejaba ver su tonificado torso, que, en sus noches de pasión con Eileen ella lo rasguñaba, aferrándose a él.
—Mi reina, prometo no alejarme de ti —empezó a desabrochar el cinturón listo para bajar sus pantalones —¿lista, mi amor?
—Sí, mi emperador —respondió ella en medio de la excitación
Fue un beso, y una caricia en medio de las piernas de Eileen que activaron la acción de su velada.
***
Alysa observó el reloj, sentada en la cama con las piernas contra su pecho y una mirada fría y amenazante, era medianoche, la hora en la que se escapaba con Adrián.
También era la hora en la que Bennett no se aprecia, lo sabía, sabía que no quería nada con ella y que todos los rumores, cariño, la disculpa, todo era una farsa que él había creado.
El resentimiento invadió su corazón, el odio y la tristeza también se manifestaron.
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Editado: 24.01.2024