Aiden
Estoy en mi oficina revisando unos documentos, mi consejero y el primer ministro están a mi lado, se notan candados, al igual que yo.
Hemos estado trabajando durante varias horas sin movernos o salir de la habitación, somos los pilares de un estado y gobierno.
Gobierno del que soy dueño.
Mi consejero levanta la mirada para observarme, lo siento, siento sus ojos pegados a mí.
—Majestad, la corte, el reino e incluso la misma emperatriz insisten en que deberían empezar el procedimiento para traer al heredero de la corona —sus palabras atrajeron mi atención
Estaba seguro que la emperatriz no quería eso, ella era estéril, y después de tantas conversaciones no llegamos a nada.
Mi silencio es invaluable, el consejero me observa esperando respuesta al igual que el ministro que está atento al chisme.
—De acuerdo, gracias por informar —no di más respuesta, para qué
Yo no sé cuándo será el momento indicado para hablar con Oriana, ella es la que decide este caso.
Por eso, yo no me meteré.
***
Terminé el trabajo después de debatir con mis hombres, Oriana había pedido verme por lo que voy de camino, espero no sea algo grave.
Últimamente está muy pensativa, analítica y algo irritante, pensé por un minuto que se debía al cambio hormonal de la mujer, pero esto va más allá de mi conocimiento como varón.
Golpeó la puerta de su habitación dos veces, escuchando desde adentro el “Siga”, sabe que soy yo, bajo la perilla entrando a sus aposentos, encontrándome con la imagen de Oriana y otra chica.
Una hermosa, pobre y mugrienta chica, estaba encadenada de pies y manos, tenía la cabeza abajo, lo que llama mi atención es ver su cabello azul claro, es como ver el cielo.
Orina está a su lado con una llave, me observa con determinación para luego tomar las cadenas de la chica y soltarla.
Me impresiona su interés, su mirada y la manera tan brusca en la que la libera, aún estoy maravillado, me siento curioso y atraído hacia ella.
—Su majestad, quiero hacer una petición ante usted —dijo Orina levantando el rostro de la chica tomándola de las mejillas
Tenía los ojos cerrados, una lástima.
—¿Qué ocurre? —inquirí
—Ella es una de nuestras esclavas, no tiene nombre y no debería tenerlo, pero esta embarazada y yo quiero a ese bebé —declaró Oriana
Fue un golpe duro para mí, no esperaba escucharla decir eso.
Esperaba cualquier cosa menos eso.
Estaba perplejo, bajo su belleza y bajo la de mi esposa, estaba pensando realmente si era lo que quería, dude, nunca me imagine que Orina siendo una mujer tan egocéntrica, estricta y analítica me estaba pidiendo que aceptara al hijo de una esclava.
¿Era lo que ella realmente quería? No me parecía, estaba seguro que despreciaría al bebé una vez naciera.
—No, yo no puedo aceptar eso. Oriana no podemos —hable comprensivo, pero su mirada me desilusionó, me partió
—¿No se suponía que yo me haría cargo de esto? —inquirió haciéndome sentir culpable
Se lo prometí, realmente lo hice, quería que ella manejara este tema sola, pero yo sería el padre de esa criatura y no quería que esa esclava fuera la madre de mi hijo, no por su título, sino por su sangre, era plebeya, no estaba en los estándares nobles, ¿cómo podríamos aceptar eso?
—Lo prometí, pero ella no está al alcance de nuestros estándares —odiaba esas palabras, pero debía hacerla caer en cuenta
—¿Y? Yo quiero al bebé de esta esclava, déjame tenerlo, si su sangre es lo que importa nadie lo sabrá, o ¿tú serías capaz de declarar que soy estéril? —me confrontó soltando a la esclava y caminando a paso rápido acercándose a mí, me fulminó con la mirada, pero me mantuve serio —¿serías capaz de delatarme?
—No, pero temo que el bebé no sea de tu agrado —dije
Ella se burló de mí, me pareció egoísta de su parte, se veía desesperada por tener y criar a la criatura de una esclava, pero sé en lo profundo de mi corazón como es Oriana.
Sé que se cansará cuando nazca el bebé.
Pero yo también necesito un heredero, un hijo que ella no puede darme.
—¿Qué pasa? —volvió a preguntarme
—¿Qué pasará con ella cuando nazca el bebé? —pregunté
—Eso no importa, esta mujer está vendiendo a su bebé —respondió
No le creí, me parecía realmente inaudito, me acerque a la muchacha tomándola de las mejillas y apretándolas.
Ella abrió los ojos para verme, quedé aún más maravillado, sus ojos eran tan hermosos como su cabello, que no me resistí e imagine cómo sería el bebé que está cargando en su vientre.
—¿Vendiste tu bebé, mujer? —le pregunté
—¡Sí, lo vendí! ¡Quiero mi libertad, no un estorbo! —me gritó
Para ser mi esclava, parecía que no me conocía, me dolieron sus palabras, realmente eran desgarradoras, frías y con tanto enojo que el bebé que estaba en su vientre no debería cargarlo ella, la que debía tenerlo era Oriana.
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Editado: 24.01.2024