Falsas Verdades

Capítulo 11

Después de todo lo que oí, había tomado una decisión y por nada del mundo había vuelta atrás. Hoy acabaré con el infierno de todos, porque si el problema era yo, ya no los torturaré más.

Me quité el maquillaje, también lo que tenía puesto y me puse ropa cómoda y oscura. Al terminar, cogí algunas cosas y las metí en una pequeña mochila, lo hacía todo apresuradamente para que cuando llegasen a notar mi ausencia, ya yo esté lo suficientemente lejos de este lugar. Pero antes de irme, no pude resistirme a escribirle una carta a Luca pidiéndole perdón por haberme ido y sin decirle nada.

Me da lástima alejarme de él, pero me da más miedo quedarme y romper este club, el cual era una familia. Sé bien que si lo llamo ahora y le cuento que me voy, no me dejaría irme, por eso no lo hago.

Desde la habitación llamé a un taxi y cuando estaba por venir, me asegure de que nadie se encontrara en los alrededores para salir sin ser vista. Tanto a Nadir como a Ian no los volví a ver ni a oír, asique aproveché ese momento para coger mi pequeña mochila y salir.

Al cruzar la puerta me aseguré, una vez más, de que no hubiera nadie y cuando así fue, salí corriendo. El taxi ya estaba en la puerta esperando, por lo que me apresuré a llegar a el.

— ¿Dónde señorita? —preguntó el taxista.

— Salga de aquí y ahora le digo donde —respondí, tragándome el nudo que se me había instalado en la garganta de los puros nervios.

Tenía que pensar que hacer, ya que no tenía dinero suficiente como para hospedarme en un hotel, pero tampoco quería quedarme a dormir en la calle…

— Disculpe —llamé la atención del taxista— ¿Sabe de algún lugar  barato en donde podría hospedarme?

— Hay hoteles y moteles a los que puede ir —respondió el conductor.

— Si… pero el caso es que no… no tengo mucho dinero… —agaché la cabeza un poco avergonzada.

El señor quedó en silencio y ya eso me hizo pensar en lo peor, definitivamente esta noche quedaré en la calle.

— Hay un albergue — volvió a hablar el taxista al cabo de un rato, lo que me hizo levantar la cabeza y mirarlo por el espejo retrovisor. —Es un buen sitio y ahí ayudan a los más necesitados.

— Eso estaría bien… gracias —él solo asintió con la cabeza y continuó conduciendo hasta el lugar.

En todo el camino, Luca no salió de mi cabeza, tampoco podía dejar de pensar en las palabras de Nadir, él definitivamente nunca me aceptó y estaba claro que terminaría echándome.

Por mi cabeza aparece la misma pregunta de siempre, ¿hice bien al llamar a Luca cuando estaba en el hospital? Él dice que se alegra de tenerme cerca, y no lo dudo, pero la verdad no se puede esconder.

Nadir desde el principio se mentalizó conque yo era el enemigo y aunque intenté relacionarme e intentar caerles bien, él no cambió de opinión.

El primer día los pude ver a todos juntos y se podía apreciar lo buenos amigos que son. Pasados los días, yo misma, con mis propios ojos, pude ver como todo se iba desmoronando. Obvias evidencias fueron apareciendo para hacerme ver que yo era el motivo, aunque lo terminé confirmando tras las duras palabras de Nadir.

Y es que para ser honesta, sigo sin entender por qué ¿Por qué Nadir me odia tanto como para echarme? ¿Por qué Nadir en un momento me trataba bien y al otro mal? ¿Por qué se molestaba tanto cuando yo estaba presente?

Mis pensamientos se esfumaron una vez que el taxi se estacionó junto a un edificio. Una vez le pagué al taxista, me bajé con mis cosas en mano y procedí a entrar.

Este era mi nuevo comienzo, sola, sin nadie que me diga que sobro, ni que molesto. No quería que nadie más me volviera a controlar, y aprovecharía esta etapa de mi vida para volver a ser yo misma. Mis cadenas se cayeron y mi libertad por fin ve la luz.



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En el texto hay: romance, amistad, miedos y temores

Editado: 24.09.2023

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