NARRA. FABI
Atendía lo más rápido que podía las mesas que me correspondían, había perdido un poco la práctica pero después de todo, el haber estado años trabajando de camarera me tenía que haber servido de algo.
Llevo trabajando en este pequeño restaurante unas dos semanas, y la verdad es que estaba muy bien aquí, me sentía muy a gusto. El jefe es un hombre muy agradable, mis compañeros también, pero lo mejor de todos es que estaba trabajando y ganando dinero.
El jefe, un hombre de casi cincuenta años, el cual me ayudó mucho al saber que necesitaba con urgencia un trabajo. Al principio pensé que no accedería a contratarme, pues en la entrevista no cambió en ningún momento su seria expresión, pero al final acabé encantada, me contrató y pude darme cuenta en estas semanas que en realidad era un señor muy simpático y agradable.
Lo que más agradezco es que cuando vio mi cara, con las pequeñas marcas que le quedaban, no hizo ni una pregunta ni ningún comentario, ¡Ni uno! O sea, ¡por primera vez alguien no preguntó!
Pero el trabajo no apareció por arte de magia, no. El trabajo lo conseguí gracias a una persona, que a día de hoy tiene ganado mi corazón.
Estas semanas no fueron fáciles pero intento que sean lo más llevaderas posibles. También tuve mis momentos de escondidas, pues en varias ocasiones he llegado a ver a motoristas con sus reconocibles chalecos, con el escudo del club de Nadir y ahí entraba en pánico.
Respecto al teléfono, sigue apagado y escondido. No tuve aun el valor de encenderlo, pues sé que tendré varias llamadas y siendo sincera, no me siento con las agallas suficientes para enfrentarlo todo. Lo que necesito es estar sola, y seguir trabajando en mí misma.
— ¡Camarera! — llamó un cliente, al que enseguida fui a atender.
Mi jornada laboral acabó a las siete y media de la tarde y saliendo del trabajo fui directamente al albergue, el cual no estaba tan lejos.
Mi compañera de habitación, Eli, es la que hizo que me sintiera más a gusto en el lugar. A la mañana siguiente de mi llegada la conocí, y es que esta chica es tan enérgica, tan… alocada, que no sabría decir si fue una buena primera vez o no.
Es todo un caos esta chica, pero tengo que decir que fue divertido nuestro encuentro.
FLASBACK
Los rayos de sol molestaban a mis horas de sueños, quería seguir durmiendo pero la luz que entraba directo a mis ojos me lo impedía. Intentando ganar unas horas más me giré y tapé mi cara con la almohada
Cuando por fin iba volviendo a mi sueño, me percato de un movimiento extraño a los pies de mi cama que me alentó. Estuve lo más quieta posible, sintiendo como los movimientos fueron subiendo a un paso lento, yo intentaba estar tranquila pero de un segundo a otro cuando sentí algo colocarse al lado de mi brazo, fue entonces que no me importó lo que fuera, alargué el brazo sujetando aquella cosa y tiré lo más fuerte que pude de aquello.
Arrojé el cuerpo de la otra persona a un lado de la cama, sujeté sus brazos cruzándolas sobre su pecho y me coloqué sobre ella.
— ¿Qué pretendías hacer? —pregunté con el ceño fruncido.
— Uy nena, que agresiva. —dijo la idiota que estaba debajo de mí con una tonta sonrisa. — Lamento las ilusiones pero esto no me va mucho eh… — agregó, haciendo referencia a la posición en la que estábamos.
— No te confundas —dije mientras me bajaba de encima suya. — A mí tampoco me va — vi cómo ella también se incorporaba, quedando sentada en la cama. — ¿Me dirás quién eres? —pregunté cruzándome de brazos.
— ¡Soy Elisabeth, tu compañera de habitación! — Dijo, mostrando una gran sonrisa. — Pero preferiría que me llamaras Eli, es más corto y bonito — terminó de decir, tendiéndome la mano en modo de saludo.
FIN FLASHBACK
Y ese fue el principio de lo que va siendo nuestra amistad. Tengo que reconocer que no me caía del todo bien al principio, es decir, ¿quién trepa por la cama de otra persona para darle la bienvenida? Exacto, ¡nadir! Pero la realidad es que después de darme el tiempo de conocerla pude comprobar que era una chica muy agradable.
Eli es una chica que siempre está de buen humor, es muy inquieta y alocada. También, cuando llegamos del trabajar, que solemos llegar casi a la misma hora, yo llego muerta, y ella con unas ganas tremendas de hacer mil planes más.
¡Ah! Y se ganó más mi cariño cuando gracias a ella encontré el trabajo que tengo, ya que tras decirle que necesitaba ganar dinero con urgencia, me dijo que en la cafetería donde trabaja llevaban semanas necesitando personal.
No mentiré que después de tiempo sin trabajar, he perdido facultades pero Eli, y algunos compañeros, me ayudan siempre que pueden.
— Que hay nena — saludó Eli entrando a la habitación.
— Aquí estamos —respondí desde la cama. —Entre cansada y aburrida.
— Justo quería oír eso —dijo mientras se acercaba saltando hacia mí, sentándose a los pies de mi cama. —Cómo estás aburrida… y yo como amiga tuya no quiero eso para ti — empezó diciendo, agrandando todo lo que podía su sonrisa.