— Oye gnomito, no has comido nada —dijo Luca sacándome de mis pensamientos, mientras mordía su tostada.
— Tampoco durmió nada —dijo Eli, entrando en la conversación, mientras se sentaba frente a nosotros. — Estuvo moviéndose toda la noche, impidiéndole dormir a su compañera de cama — terminó de decir, mirándome con los ojos achinados.
En un momento normal estaría hablando con Luca y Eli mientras desayunamos, pero era incapaz de mantener una conversación en estos momentos, menos después de haber hablado anoche con Enzo.
No pude dormir nada pensando en sus palabras, mi cabeza no podía entender cómo era posible que alguien escapara de prisión, es decir, ¿cómo fue que sucedió?
Lo peor de todo, y lo que más me aterra, es la idea de volver a tenerlo frente a mí, que aparezca y que el miedo me impida actuar como se debe.
— Muchacha — Luca pasó varias veces la mano frente a mi cara, sacándome de mis pensamientos. Lo vi con intensión de seguir hablando pero antes de que lo hiciera, lo interrumpí.
— Nos vemos luego —dije, levantándome de mi asiento y dirigiéndome al jardín.
Necesitaba salir de ahí o aparte de estar mal, acabaría más agobiada de lo que ya lo estoy.
El jardín era enorme, y hermoso. Aproveché para dar un paseo y despejarme, quería olvidarme del mundo pero desgraciadamente no podía alejar los pesados recuerdos. No podía compartir la huida de Paul con nadie, pues los chicos no saben de su existencia y Luca solo necesita saber que él está fuera de prisión para buscarlo.
El que Paul pueda llegar a saber dónde vivo ahora, me provocaba un nudo en el pecho. Yo mejor que nadie sabía lo loco que estaba, hace lo que le dice su cabeza, nunca piensa en las consecuencias, y mucho menos siente piedad de nadie.
— Miren con quien me llego a topar —una voz me sacó de mis pensamiento, haciendo también que detuviera mis pasos. Al girar me encuentro con nada más y nada menos que Roxy...
— No estoy para ti Roxy —dije intentando volver a mi caminata.
— Ya me informé sobre ti —dijo, negándose a dar por finalizada nuestra conversación. — ¿Sabes cómo te conoce la gente de aquí? — preguntó con cierto tono de burla ¿qué necesidad tiene de provocarme? Pero tonta de mí, caí y centré toda mi atención en ella. — Te conocen como la zorra de club —dijo con una odiosa sonrisa, logrando que mi sangre hirviera. — Luca, Ian, Nadir... te lo has montado muy bien — sus palabras no me estaban gustando ni un pelo, pero a fin de cuenta es una persona más juzgando sin saber. — Aunque reconozco que eres inteligente, te acuestas solo con lo mejor.
Mis puños se apretaron fuertemente por la frustración que me provocaba ¿por qué me trataba así? ¿A qué venía esta actitud?
Además, no he estado con ninguno de los chicos, pero si hubiera llegado a ser así, no es problema de ella ni de nadie. ¿Y cómo es eso de que se informó? ¿Acaso hay más personas que piensan como ella?
— Si ya vas a parar de soltar tantas palabras vacías y sin sentido, me largo —dije, fingiendo una simpática sonrisa. Una de las cosas que aprendí después de haber pasado tanto tiempo al lado de un psicópata, es que la indiferencia es peor que mil palabras.
— Si, vete, pero antes te diré una cosa más — dijo, agarrando mi brazo fuertemente — Quédate con el que quieras, acuéstate con quien quieras, pero no te atrevas a acercarte a Nadir o yo misma me interpondré en tu camino de la peor manera.
Me estaba amenazando... ¿acaso tengo un cartel colgado anunciándome como la tonta del pueblo, para que todos me traten mal? No, ya basta, me cansé.
De un fuerte tirón, arrebaté mi brazo de su agarre y me coloco delante de ella, confrontándola. Me negaba a ser violenta por gente tan mala como ella, pero tampoco quería aguantar más abusos de nadie.
— Cualquiera con dos dedos de frente se daría cuenta que lo único que puede llegar a sentir Nadir por ti es rabia y desprecio —solté tan llena de rabia. — Además, lo que haya entre Nadir y tú me importa entre poco y nada, solo me interesa que me dejéis en paz, y que no te vuelvas a acercar a mí, jamás —finalicé con una sonrisa en la cara. Las insinuaciones no eran ciertas y quizás solo habla para dañarme, pero no le daré el privilegio de verme mal por su culpa.
En el rostro de Roxy era todo un poema, se notaba lo enojada que estaba pero no me importa, lo único que me interesaba era que olvidara mi existencia y me dejara.
Además, ¿por qué tanto interés en Nadir? ¿Acaso eran pareja y cuando terminaron se empezaron a odiar? ¿Será que ella volvió para estar con él nuevamente? Miles de preguntas bombardeaban mi cabeza, pero lo peor de todo era que no me incumbía, no era asunto mío si ellos decidían estar juntos.
— Maldita zorra — soltó, mientras alzaba su mano, la cual bajaba velozmente en dirección a mi cara... por inercia cerré los ojos, esperando el golpe.
La espera me confundió, pues el impacto nunca llegó, y eso me hizo abrir los ojos, comprobando qué era lo que estaba pasando. Mi sorpresa fue grande cuando delante de mí me encontré un alto y fuerte cuerpo.
— ¡SUFICIENTE ROXY! — gritó furioso, mientras sujetaba fuertemente la mano de la loca.
— Nadir yo... — antes de que Roxy dijera nada, el imponente hombre frente a mí la detuvo.
— ¡Cállate! No soporto verte ni un segundo más — dijo mientras la soltaba. — Vete ahora mismo, y por tu bien que no te vuelva a ver cerca de Fabiola — dijo él, sin despegar su mirada intimidante de ella.
Algo en mí se estremeció al oír sus palabras, es decir, ¿acaso me estaba defendiendo?
— Per... — Roxy seguía intentando protestar, pero nuevamente fue interrumpida por Nadir.
— ¡NO SIGAS! —gritó autoritario, logrando que hasta yo, que no estaba ni hablando conmigo, me quedara estática en mi lugar. — Lárgate —dijo por última vez, antes de que Roxy diera media vuelta y desapareciera de nuestro campo de visión.