Durante el tiempo que estoy ahí acostado llorando triste y deprimido.
Una mano toca mi hombro y con asombro me doy vuelta al mirar.
-¡Es mamá y papá!
-¡Ven corazón debemos mostrarte esto!
-Mami, Papi. Salgo del mausoleo tomado de la mano, uno de cada lado.
Nos sentamos en las gradas que dan al jardín.
De pronto hay ruido en el mansión, llega un gran camión de mudanzas.
De otro auto mas pequeño se bajan tres niños y una pareja. Son una familia.
El jardieron y la mucana de la casa los reciben muy contentos.
Aunque ya lucen algo mayores pero siempre han estado aqui cuidando de la mansión.
Ahora que ya ahí una familia ocupando la mansión.
Nosotros no debemos estar aquí.
Ellos ocupan privacidad y seguridad en su nuevo hogar para desarrollarse y crecer como familia.
-Vamos mi amor es tiempo de irnos.
-De veras, ya nos vamos, miro alrededor y siento pena por mis amiguitos.
-Pueden venir con nosotros, si tu así lo deseas.
-Si conejito, ardillitas y los pecesitos también, mami.
-Todo lo que desees, cariño.
-Bueno listos.
Los animalitos brincaban, jugaban, daban vueltas al rededor de sus pies. Estaban muy contentos.
-Listos todos, vamonos.
-¡Charlie adrazo a conejito! Quien a su vez su mamá lo llevaba en brazos. Y papá los abrazaba a los tres.
Los demás amigos de Charlie los seguía de cerca.
-Entre las nubes se fueron desvaneciendo y transformando en un destello de luz.
Una luz blanca, pura, brillante, incandescente.
La luz que tanto espero Charlie,
La luz que al fin llegó por él.
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Editado: 19.10.2023