fascinación

La boda de Raquel

Raquel mantenía un noviazgo con Enrique, quien cursaba estudios más avanzados que las dos amigas. No voy a esperar demasiado tiempo para casarme, luego en lugar de hijos parecerá que son mis nietos.

Era la menor de cinco hermanas; todas mantenían relaciones serias con caballeros notorios de la ciudad, profesionales de excelente trayectoria y buena reputación.

Siguiendo esta pauta, Raquel se había comprometido con Enrique, quien era de muy distinguida familia y tenían planes de casamiento inmediato, a pesar que ella no estaba aún ni a mediados de la profesionalización.

En su afán de casarse joven, en efecto, faltando poco para la culminación de los estudios de Enrique, efectuaron su unión legal y eclesiástica.

Fue una boda nada sencilla, diríase que hasta fastuosa, a Raquel le gustaba lo pomposo y su padre la complació en todo.

-Recuerda hija que a partir de este momento quedas a cargo de tu esposo; te he traído hasta el día de tu matrimonio complaciendo todos tus caprichos, pero recuerda que, aunque tu esposo pertenece a una familia adinerada, él solo será el que tendrá que afrontar todos los gastos de la manutención de ustedes dos, aún no es un profesional, por lo tanto, su remuneración no será muy elevada para hacer muchos estipendios, no te comportes tan exigente ni caprichosa.

En ese momento, Raquel no estaba para consejos, sólo contemplaba su lujoso ajuar pensando que era la envidia de sus amigas.

Dio un beso a su padre y llamó a todas sus invitadas solteras:

-Colóquense en orden que voy a lanzar el ramo a ver quién es la próxima afortunada.

Todas se mantenían con los brazos elevados, esperando el lanzamiento del hermoso bouquet de orquídeas delicadamente dispuestas, en las manos de Raquel para ser atrapado por cualquiera de las solteras reunidas. 




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