Sarah y Charlotte requerían hacer un repaso de la parte de la materia que estaba asignada para el siguiente test de conocimientos.
Llegaron a un aula que estaba casi vacía; sólo había dos estudiantes ubicados en el pizarrón ejercitándose en algunos cálculos con el gis.
Sarah le dijo en voz baja:
-Qué guapo está el chico de la pizarra, cierto?
Charlotte observó al chico pelicastaño, ojos de color miel, de elevada estatura, buena complexión muscular y contestó:
-Sí, está apetecible
-Cómo hacemos para conocerlo?
-Ya verás!
- ¿Tienen ustedes, por casualidad para afilar la punta del lápiz?
Inmediatamente uno de los chicos se acercó hasta ellas con un afilador en la mano, presto a entregárselo. Por supuesto que Charlotte dejó que Sarah llevara el hilo conductor de la conversación que se suscitó a raíz de la ocasión; intercambiaron números de móviles; aparentemente todo quedó allí.
Charlotte pensaba que a Sarah le había llamado la atención el chico que ella calificó como el más apuesto, pero se equivocó.
-Sarah: ¿era ése al que querías conocer? ¡Después me haces críticas por mi mal gusto!
Y rompieron a reír alegremente ambas.
Editado: 05.10.2021