fascinación

Raquel descubre su realidad

Raquel, en avanzado estado de gestación, acudió a la cita de chequeo médico rutinario.

Señora, usted es primigesta, tiene que estar preparada porque a partir de esta semana, su bebé puede nacer en cualquier momento; las madres primerizas pueden adelantar el día del alumbramiento hasta en tres semanas, porque cada organismo es distinto.

Raquel advirtió al esposo el comentario del médico.

-Bajo esta circunstancia, amor, creo conveniente cambiarnos de residencia porque la mansión está muy alejada de la provincia, por ende, de los centros de asistencia.

 Jean Paul hizo caso omiso de esas palabras.

Aún no es tiempo de que nazca la bebé.

-Permaneceremos por unas dos semanas más en la mansión mientras se termina de habilitar el hogar donde vamos a residir cuando nazca.

Ella empezó a preparar todo el equipaje que creyó conveniente para ella y la nena.

Raquel estaba tomando su desayuno y de repente sintió un agudo dolor en el vientre; la enfermera la ayudó a levantarse de la silla y avisó al chofer designado en la mansión.

Se trasladaron de prisa al centro asistencial en la provincia.

La enfermera llamó a Jean Paul al móvil avisando que la señora parecía tener un alumbramiento inminente y la ingresarían a la sala de partos.

Él suspendió la junta de negocios y se dirigió de inmediato al centro asistencial.

La niña vino al mundo sin ninguna complicación, luego las trasladaron a una habitación decorada con múltiples globos color oro y rosa.

Raquel creyó que su esposo cambiaría su comportamiento con la llegada de la niña, pero su comportamiento seguía siendo el mismo; cada vez pasaba menos tiempo a su lado, los negocios lo mantenían alejado.

-Quisiera retomar mis estudios.

-No insistas con lo mismo, no les falta nada a ti ni a nuestra niña, todo te lo traen por delivery.

-Pero me aburro encerrada aquí todo el tiempo, no puedo ir a visitar a mis amigas, ni tan siquiera a mis padres; todo el tiempo sólo a través de video llamadas, me siento como una prisionera.

-No podemos correr riesgos con la niña, eres mi esposa y no puedes exponerte a un secuestro, a que te tomen de rehén a ti o a mi hija.

-Para ir a cualquier sitio, tienes que ir con el equipo de seguridad.

Raquel se sentía muy sola, lo único que tenía era a su hija; tenía muchos lujos, una vida cómoda, pero no era libre; entonces comprendió, demasiado tarde tal vez, que todo había sido un espejismo; su unión a este hombre adinerado no le sirvió para un disfrute pleno, no lo amaba, no tenía amor, no gozaba de libertad para hacer lo que hacían el resto de los mortales, no podía andar por la calle sola, todo el tiempo escoltada por personas que solamente cumplían con su deber por un salario.

Tomó una decisión luego de meditar meticulosamente.

-Quiero separarme de ti.

- ¿Cómo?

-Sí, tú no me amas, y lo poco que yo sentía por ti, tú lo apagaste.

-Lo que pasa es que tú no me amaste nunca Raquel ¿Crees que no sé qué solamente te interesaba unirte a mí por mi dinero?

-Reconozco que me dejé deslumbrar por la fortuna que heredaste de tu padre, pero tú tampoco hiciste nada por enamorarme, crees que todo puedes pagarlo, pero estás equivocado.

-Me quiero ir de tu lado con mi hija.

-Si te vas, a mi hija no te la vas a llevar; voy a enviarla a otro país donde nunca puedas encontrarla.

-Por favor, deja de hablar en un tono tan alto, la servidumbre no tiene para que enterarse de nuestra discusión.

En cuanto pudo, Raquel chateaba con Charlotte.

-Tuvimos otra gran discusión; ahora me amenaza con quitarme a mi hija que es lo único que tengo.

-No puedo salir sola a ningún sitio, siempre rodeada de extraños que no son mi familia y a mi familia no puedo visitarla por la paranoia que él sufre respecto a la delincuencia.

-Tranquilízate Raquel, al menos en tu hogar estás segura, cálmate, no te lances al vacío, él no te va a quitar a la nena, intenta mantener la armonía y la mente positiva, son sólo palabras que se dicen en momentos de ofuscación para herir a la persona que nos está contrariando.

Raquel se tranquilizó pensando que tal vez su amiga tenía razón.




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