A bordo del Black Lightning of Ra.
31 de agosto, año 2553. Calendario militar.
"La guerra continúa,
las batallas siguen.
La disputa de territorios
y el miedo a extinguirse.
El odio, la ira,
el miedo, el honor
Y en medio hay un alma
ardiendo en dolor..."
~Kega'Nazusruee
En la cámara de criogenia del Black Lightning of Ra, una cápsula contenía en estado de éxtasis al último spartan del equipo Green Alpha, recuperándose aun de sus heridas. No recordaba de donde venía, no recordaba quien era antes de pasar a ser un número más en la UNSC, no sabía si tenía otro nombre aparte del único que sabía que era el suyo. Una palabra y una cifra eran toda su identidad, su existencia.
Dina.
Dina-114.
Lo único que sabía con certeza era que todos sus compañeros estaban muertos. Sus tétricos gritos guardados en su memoria aun en estado de éxtasis le hacían estremecerse. Pero un spartan nunca demuestra miedo. Ni dormido, ni despierto.
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En el puente del Ra todo era caos. El Pacto tenía a toda una flota detrás del crucero persiguiéndoles desde la estación espacial Clarity de la colonia Eon II. Incluso antes de llegar a dicha estación ya estaban rondándoles un par de corvetas que acababan de ubicarlos, y al cabo de un par de horas de haber partido de ahí ya tenían suficiente material como para estallar la galaxia entera. Bueno, solo a ellos.
El capitán de la nave, Terrence Sullivan, deambulaba de un lado a otro frente a la enorme pantalla holográfica frente a él mientras discutía a voz en cuello con Kaira y Saira, las IAs encargadas del Ra. Se trataban de un caso especial en verdad, puesto que eran dos inteligencias artificiales en un solo chip, ambas habían tenido que fusionarse en una sola tarjeta al haber solo una en el laboratorio de donde debían ser evacuadas durante la batalla de Royal City en Diana IV. Un laboratorio secreto, claro está, y fue una operación encubierta, obviamente, porque nadie más que los que estaban a bordo de esa nave sabían de su existencia.
Kaira y Saira solían discutir entre ellas a toda hora, ya fuera por las rutas, los protocolos a seguir dentro del Ra, o cualquier otra cosa que pudieran poner a discusión. Pero por una vez en su existencia en algo estaban de acuerdo y era nada menos que llevarle la contraria al capitán Sullivan.
—Pero capitán —comenzó a reclamarle Kaira por enésima ocasión, su avatar rojizo se encendió aun más sobreponiéndose a la suave luz verde de Saira —, no podemos despertarla aún. Su estado al inducirle el sueño criogénico era crítico y sus heridas no han sanado del todo.
—Apenas ha pasado una semana desde el enfrentamiento del equipo Green Alpha —añadió Saira —, 114 no está apta física o psicológicamente para el combate. En su estado estará propensa a caer en conductas violentas que pongan en peligro a la tripulación.
—¡Me importa un... rifle —respondió el capitán esforzándose en no decir lo que estaba pensando —lo que ustedes dos tengan que decir! 114 estará de vuelta a la voz de ya.
Las IAs se miraron entre sí, dudando de la decisión del capitán, quien en un intento por calmarse se pasó una mano por el rostro y dando un hondo suspiro continuó hablando. La responsabilidad en sus manos iba más allá de un solo spartan, sino de cientos de hombres y mujeres valientes que servían al UNSC. No podía defraudarlos.
—Tengo muy claro que 114 está pasándola mal, pero si no hacemos algo por defender esta nave los próximos en pasar, pero al otro mundo, seremos nosotros. Sólo por esta vez trataré de mantener la situación bajo control por mi cuenta. Si las cosas se van por la borda entonces sí me veré obligado a despertarla. Kaira, toma el cañón MAC y haz lo que puedas. Saira, ordena a todas las unidades tomar sus puestos. Asegúrate de que todos estén en su lugar y que las defensas de la nave estén operando.
—Sí, capitán —respondieron a coro ambas, haciendo desaparecer sus avatares. Por toda la nave comenzó a oírse la voz de Saira dando órdenes y movilizando personal sin perder tiempo. Kaira estaba a la espera de entablar combate como parte de las defensas del Ra, y el capitán Sullivan golpeteaba con el pie impacientemente.
—Sé que algún día ese par de lucecitas me sacará de quicio —gruñó el capitán por lo bajo, llamando lucecitas a las IAs, mientras miraba las pantallas holográficas de la sala, en donde se indicaba el número de naves enemigas, la distancia a la que se hallaban de ellos, la integridad de la nave y las defensas y un sin fin de datos más. Estaba seguro de que pronto tendrían una batalla de esas que más tarde figuran en los libros de historia.
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A bordo de la nave Imminent Darkness, el capitán Zameer ‘Zunazamee miraba con recelo el crucero tipo Halcyon a través del enorme ventanal de la sala del puente. Tras un par de semanas de seguirles el paso se hallaba tan cerca de cumplir lo que debía hacer gracias al retraso que tuvo el Ra en la estación Clarity. Después de la destrucción de Royal City, el sangheili había recibido ordenes de cazar al Ra para obtener y destruir a la IA de la nave, sin saber que eran dos. No sabía para qué necesitaban destruir a todas las IAs, pero una orden es una orden y dudar de su propósito no era opción si pertenecías al Pacto. Sin embargo, él tenía otras estrategias, que a pesar de ser más liberales no dejaban de ser violentas si así se lo proponía.
—Maestro, lo tenemos justo enfrente. Permiso para atacar —solicitó el sangheili a cargo del sistema ofensivo.