Fayrah

PRÓLOGO

Jazmín ató con firmeza las últimas ramas de Lavanda y las puso en la bolsa cuidadosamente.

—¿Segura de que quieres hacer esto? - Marla se apoyó junto a la mesa con una cara seria.

—Estoy segura de haber contestado a esa pregunta durante toda la semana.

Jazmín puso la bolsa en su espalda atando los costados a su pecho y le frunció el ceño a Marla. —¿No tienes nada mejor para hacer?

Marla se encogió de hombros. —Claro que sí ya que tu padre despidió a más personal. Eso sí. Sigo siendo la cuidadora de esta hermosa niña y por lo tanto tengo que estar aquí.

Jazmín resopló. Ajustó la puerta antes de salir de su cuarto. —Ya no soy una niña y ya no tienes que cuidar de mi. 

—Díselo a tu hermano, él cree que no deberías salir - Marla agarró la tela azul oscuro del perchero y la sacudió un poco para alisarla.

Jazmín se acercó y se inclinó un poco mientras Marla le envolvía la tela por sobre su cabeza, tapando así su cabello y parte de su rostro.  

Cuando nació Jazmín los doctores y la comadrona entraron en pánico, el cabello de la bebé era de un color rojizo tan rojo como el mismo fuego, su piel era pálida y sus ojos eran dos perfectas amatistas. En comparación a su madre que era de piel morena, cabello negro y ojos marrones. La única explicación que los doctores pudieron encontrar era la de una maldición. No solo eso, lamentablemente su madre falleció después del parto y desde ese entonces la familia que era productora de hierbas medicinales pronto se quedó sin clientes y comenzó a tener problemas de dinero. 

La gente comenzó a hablar sobre la supuesta maldición, y apareció la leyenda de que aquellas personas con características fuera de lo común eran llamadas Fayrah. Se decía que eran brujos y si te acercabas a ellos te maldecían. desde entonces se rumoreaba que aquel que haga negocios con su familia o se involucre también estarán malditos.

—Espera. ¿Le dijiste a mi hermano? —Se detuvo y se volteó para mirar a Marla.

—Sabes que te quiere y quiere lo mejor para ti, solo te está cuidando Jazmín - Marla puso sus manos en los hombros de Jazmín dándoles un suave apretón. 

—Eso lo sé, pero tengo diecinueve años, estoy segura que puedo hacer esto, ademas solo tengo que ocultar mi rostro y todo estará bien. No te preocupes, volveré pronto.

Marla abrió la puerta que daba a la entrada del jardín. 

La casa no era grande, pero era lo suficiente para que se notara que se trataba de una familia noble. La mayor parte del terreno estaba ocupado por las plantas medicinales, una gran parte estaba sin sembrar y la otra ya se estaba marchitando por lo que Jazmín decidió hacer algo al respecto y salir a venderlas.

—Cuídate Jazmín, si sientes que algo anda mal no dudes en regresar. Estoy segura que tu padre puede hacer algo al respecto.

—No lo haré, estoy seguro de que regresaré con buenas noticias. - Jazmín le sonrío.

Marla negó con la cabeza pero con una sonrisa en sus labios. —Muchacha testaruda.

 



#24631 en Novela romántica
#4982 en Joven Adulto

En el texto hay: romance, drama, aventura

Editado: 22.08.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.