━━━━━━ ◦ ❖ ◦ Un par de años atrás ◦ ❖ ◦ ━━━━━━
—Es hermoso.
La dulce voz de Nathalie se hizo escuchar mientras llegaban a un claro del bosque, a ella le fascinaba pasar el tiempo en lugares naturales; el hecho de que se encontrara al lado de su novio, era un plus que hacía cada uno de sus recuerdos más maravillosos.
Se conocieron en una firma de libros, en donde ambos estaban ansiosos de conocer a su escritora favorita. Ella dio el salto a la fama junto con una historia de misterio, si bien los gustos de ambos no eran tan convencionales, hicieron clic de inmediato.
Desde ese pequeño encuentro se hicieron grandes amigos a la distancia, cosa que, tiempo después, terminó en la oficialización de una relación romántica.
—Lo es, ¿pero sabes que es mucho más agradable? —Nathalie asintió con lentitud mientras lo observaba con una sonrisa. —Que cada uno de estos momentos los esté pasando contigo.
La atmósfera de ese momento se vio envuelta en una gran calidez, se miraban fijamente a los ojos, una sonrisa enamorada estaba dibujada en sus labios, las aves les regalaban esa melodía que añadía más romance a la escena.
Sus rostros estaban tan cerca del contrario, que sus narices se rozaban con delicadeza, su respiración se entremezclaban al estar tan cerca, sus ojos se cerraron, dando paso a que sus labios chocaran en un beso lleno de amor, que, al pasar los segundos aumentaba su intensidad.
━━━━━━ ◦ ❖ ◦ Actualidad ◦ ❖ ◦ ━━━━━━
Nathalie se adentró a su closet, buscando el vestido que mejor quedara con la noche. Era el día de su aniversario de matrimonio, el día en que, como era costumbre, ella y su esposo se irían a un crucero.
Ella esperaba ansiosamente esa semana del año, para que pudieran pasar tiempo juntos, para poder fortalecer esa unión con la que dieron inicio a ese hogar que ambos anhelaban.
Su esposo, Leonard, terminaba de ajustar su ropa, sentía que preocuparse por su imagen no era algo indispensable; pero lograba ver que su esposa se empeñaba tanto en lucir de una manera agradable para él, así que, él haría lo mismo para ella.
En el momento en que su esposa se acercó a él para que atara las cintas de su vestido, notó que no era la misma mujer con la que se casó años atrás. La amaba, eso no era secreto para ninguno, ni esto hacía que la amara menos, pero sí le hacía estar consciente de que el tiempo no se detenía para nadie.
Que, a pesar de todos esos años, ella había decidido estar junto con él, vivir y envejecer a su lado.
Nathalie le había dado una de las oportunidades más grandes para redescubrir el amor, sin embargo, estas no serían lo suficientemente fuertes para que lograran soportar toda esa tormenta a la que su relación se vería sometida.
El cuerpo de la mujer se tensó un poco al sentir los labios de su esposo sobre su espalda, esa era una de las sensaciones que, debido a sus apretadas agendas, había comenzado a olvidar.
—Feliz aniversario — se dijeron al mismo tiempo cuando sus labios comenzaron a fusionarse en un cálido beso.
Ese que ambos estaban extrañando desde que lograron pasar tiempo la última vez y era que ambos salían muy temprano para trabajar y llegaba tan tarde que su agotamiento físico les impedía siquiera mantenerse despiertos para conversar como en el comienzo de su relación.
Sin que lo notaran, esa falta de tiempo que se daban mutuamente era la razón detrás de que su amor corriera peligro de evaporarse. No lo notaban en ese preciso instante, pero no tardaría demasiado en materializarse.
Estaban ya a la puerta para salir de camino al crucero, hasta que en frente de ellos apareció la mujer a la que en lo absoluto estaban esperando en ese momento, la cual entró a la casa sin siquiera saludar o pedir autorización.
A pesar de que esa mujer fuera la madre de Leonard, ella se creía con el poder de hacer lo que deseara sin que este le dijera nada; era característico de ella el desautorizar a Nathalie en su propia casa, el hacer que sus decisiones y opinión no fueran escuchadas por su hijo, sino que, la trataran como una loca obsesionada en mantener a su esposo en casa.
No era solo una, las veces que esa mujer lo hizo entrar a moteles mientras organizaba citas a ciegas para que su hijo encontrara esposa. Bueno, una «esposa» digna de su hijo.
Ella no se cansaría hasta ver ese matrimonio completamente destruido, ella no era la indicada para que su único y preciado hijo mantuviera una relación; debía hacerlo pronto, antes de que un niño llegara a sus vidas y entonces, fuera mucho más difícil separarlos.
—Mamá, ¡Qué sorpresa verte por aquí! —exclamó el hombre corriendo a abrazar a su progenitora.
Mientras tanto, Nathalie se quedaba de pie cruzándose de brazos; ella no le dirigiría ni una sola palabra a su suegra, sabiendo que, todos los intentos anteriores por agradarle, fueron arrojados directamente a la basura.
—¡Mi hijito! ¡No te imaginas lo mucho que te extrañé! Pensé que no podría verte nuevamente, ha sucedido tanto de lo que debes enterarte. —Observó a Nathalie —ella no debería estar aquí, estos son secretos de familia —dijo con recelo.