Feliz Divorcio

Capítulo 04: Ella me ama

—Nath… Nath ¡¿Estás bien?! —preguntaba Elaine con una mirada llena de preocupación.

—Sabía que contarle no era buena idea —susurró Ivette jugando con sus manos.

Si bien, ninguna de ellas estaba de acuerdo con que su amiga se enterara rápidamente de lo que sucedió con su esposo y la famosa Anne, no se sentían con el valor de esconderlo por más tiempo. 

El ser engañados es una sensación horrible, más aún, cuando las personas que consideras cercanas lo sabían desde un principio. Ellas habían sido amigas desde hace mucho tiempo, tenían normas entre ellas que les hacía llevar una amistad bastante sana, y esa, era precisamente una de las reglas más importantes.

—Así que, el día en que fui con ustedes… ¿Él fue con su amiga? —su voz sonaba un poco rota.

De verdad lo estaba, ella no llegó a creer que él caería tan bajo, pero, terminó descendiendo de ese lugar de aprecio en dónde ella lo tenía. En ningún momento Anne les había causado una buena espina, más bien, estaba más que claro que deseaba tener al marido ajeno.

—Eso es lo que estaba viendo Elaine por los binoculares… no te lo dijimos en el mismo momento porque estabas triste por lo del crucero… Pero, no podemos no decirte. Esa mujer es mala, intenta robarse a tu marido.

—Ivette… nadie roba a nadie, las personas simplemente llegan al momento en que deciden no estar ahí, no es que los roban, es su decisión marcharse, ellos quien hacerlo. —Sus palabras sonaban seguras, pero, en el fondo, se estaba intentando convencer a sí misma de lo que decía.

—Eso es lo que dice tu madre —añadió Elaine con una pequeña sonrisa. —¿Qué vas a hacer? 

—Esperar, esperaré a que él se decida. No obstante, en el momento justo, si él decide marcharse, cerraré la puerta y le facilitaré su elección. 

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La mente de Leo le decía a gritos que ella no era esa clase de mujer; sin embargo, las palabras de su madre llegaron hasta su corazón, sembrando esa duda, a pesar de que supiera que en esa relación, Nath era la que mejor ingresos tenía.

—Creo que estás siendo un poco paranoica, mamá. Está abrumada porque a causa tuya se arruinó nuestro viaje —afirmó con firmeza, ese no era un secreto para ninguno, a partir de ese día, su relación se llenó de más y más dificultades. —Conozco a Natha, no sería capaz de hacer algo así.

—No te hagas el inocente, hijito. Ella es una víbora ponzoñosa, hará lo necesario para destruir nuestro hogar, y hacer que todos comamos de su mano. Solo espera y verás. No hay nadie digno de ti, no ahora.

—Los ojos de una persona no mienten, ella me ama, y yo la amo a ella. 

—¿Desde cuándo no duermen juntos? 

—Es porque ha estado molesta… esta situación le está haciendo mal, y yo no estoy ayudando para nada.

—¿Qué harás? 

—Lo que debería haber hecho desde el comienzo.

Una pequeña sonrisa apareció en los labios de Leo, quien, estaba seguro de que debía esforzarse un poco más para poder mantener a su esposa a su lado; era consciente de que lo que sucedió era mayormente su culpa, por esa razón ella lo había estado evitando tanto, que dormía en una habitación completamente diferente.

Esa mirada en los ojos de Leo, no era para nada agradable para su madre, pues ella tenía la esperanza de que ese matrimonio se terminara de una manera rápida, para que su hijo, pudiera disfrutar de una buena vida al lado de una buena mujer. Eso era lo que ella más deseaba, el problema, era que, quizá, no existía una «buena mujer» para su amada criatura.

Al terminar su trabajo, Leo fue bastante rápido a comprar un ramo de flores para su esposa, deseaba poder solucionar todo ese desastre en el que se había convertido su matrimonio, necesitaba poder regresar a la normalidad, o no, a mejorar esa relación que los comenzaba a asfixiar.

Él era el responsable de la felicidad de su esposa, y, como se lo prometió días atrás, debía compensárselo. 

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Nath no dejaba de pensar en lo que sus amigas le dijeron, deseaba poder enterrar todos esos sentimientos de una vez por todas, pero era imposible. Leo era la persona con la que había compartido gran parte de su vida, él era la persona a la que amó durante todo ese tiempo.

Quizá, ella no estaba actuando como una buena y verdadera esposa, quizá eso era lo que hacía que escuchara más las voces de afuera que la suya. El comportamiento de ese hombre la volvía loca, creyó que al tener tantos años de casados, podrían vivir un matrimonio sólido.

—Soy una tonta. Olvidé que es como una planta y que debo cultivarla, ¿no es así? —se hablaba a sí misma observando fijamente su reflejo.

¿Su matrimonio aún tenía esperanza de ser salvado? 

 

Leo 💑

«Nath, tenemos que hablar. Te estoy esperando afuera»

 

Eso fue lo único que estaba escrito en ese mensaje de texto, había un poco de temor en Nath, porque sentía que su matrimonio estaba en la cuerda floja; no sabía qué era lo que le esperaba, pero sabía que debía hacerse a la idea del peor de los escenarios.




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