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Natasha.

Está bien, lo admito: Estaba muy ansiosa por el viaje. Pero vamos, visitar a la familia de tu padre –la cual no te quiere ni un poco y ni siquiera trata de disimularlo- después de diez años de ausencia, era suficiente motivo para estarlo ¿no?.

Faltaba una hora – o dos si teniamos en cuenta la conducción de papá- para llagar a la residencia de mi tío en el centro de la ciudad principal y con cada metro que avanzábamos, sentía la angustia creciendo en mi interior ¿Qué les iba a decir, de todos modos? El <<¡¡Hola familia, la falla genética andante ya llegó!!>> era mi opción favorita de la lista que había creado con el tiempo pero aún así... debía comportarme como la mujer de veinte años que era. O bueno, la que padre creía que era.

Mi padre extrañaba su verdadera naturaleza y yo no era nadie para privarlo de aquello, él ya había sacrificado diez años en un mundo de concreto para adoptarse a mi condición. Además, su no tan nuevo rol de humano había impactado negativamente en su estado físico y estilo de vida, así que era volver aquí durante en tiempo o arriesgarnos a que volviera a sufrir otro paro cardíaco...Ya sé, ya sé ¿dónde estaba su maravillosa habilidad de sanación/ regeneración característica de los hombres lobo? Ni idea. Yo me preguntaba lo mismo todos los días desde entonces.

Mi nombre es Natasha y soy la primera descendiente de un sangre pura que carece del gen de la licantropía. Lo cual representa más allá de un fallo genético, la posible extinción de la raza y he ahí la motivación de su ferviente rechazo hacía mi persona y, por consiguiente, de mi padre: autentico alfa de la especie o rey del imperio. Personalmente creo que fue una excusa de mi tío y su fiel vasallo para efectuar el golpe de Estado que tanto se comentaba frente a la posibilidad de convertir al Imperio en una República constitucional, como deseaba mi madre. Pero buenooo, quién soy yo para cuestiionar  a la realeza ¿no?