- Cuenta Homero que mientras los enamorados se entregaban a la pasión en una madrugada, en el lecho de Afrodita, Hefesto celoso les había puesto una trampa, pues el Sol le había contado que su amada le estaba siendo infiel. Cuando los amantes se dieron cuenta ya estaban atrapados en una red mágica que colocó el esposo de la bella diosa, y éste fue a llamar a todos los dioses para que fueran testigos del engaño. Todos se burlaron del asunto, pero Poseidón (dios del Mar) pidió clemencia y por eso Afrodita y Ares fueron liberados.
- Alex por favor cállate ¿sí? – le dije sin despegar la mirada de mis apuntes – necesito concentrarme para el examen de mañana y tu solo hablas de cuenticos insignificantes.
- No son insignificantes, ¿Te imaginas que de verdad todo esto haya pasado?
- Es absurdo hablar de todo esto, todo lo que dices no tiene sentido.
- Tu vida no tiene sentido y aun sigues aquí, cargando tu podrida existencia.
Me limite a no hacer caso a su ofensa, tenía solamente una noche para estudiar y presentar mi examen de ingreso a la universidad, mi padre me obligo a estudiar arquitectura porque solamente, según él, era mi única opción.
- Perdón – inquirió Alex rompiendo el silencio – pero hablando enserio, todos estos cuentos pueden ser verdad, pero la sociedad con su ignorancia lo ve de otra manera.
- Escucha Alex – dije mientras cambiaba de hoja y sin despegar la mirada de mi libro – los mitos son eso, "mitos", pero creo que de una u otra forma tienes razón, la humanidad siempre a vivido a base de mentiras – volteé mi mirada hacia él – pero creo que este no es el momento para discutirlo, si te sirve de consuelo, en mi perspectiva opino que todo eso es mentira, una irrealidad, falsedades, es una forma de hacerle creer a la gente que existen personas supremas a ellas.
- Nat es que no comprendes, ¿sabes lo que daría por ver a un Dios griego? Inclusive al más insignificante – Alex tomó su libro y lo metió a su mochila – Me tengo que ir, ya es muy tarde y mis padres se pondrán histéricos, tú los conoces.
- Esta bien, ¿mañana iras a la dichosa fiesta de John? – John es uno de mis amigos y festejará su cumpleaños, sus padres no estarán y se aprovechara de eso para armar la super fiesta del año.
- ¡¡Claro que sí!! No faltaría a esa fiesta por nada, lo que no se es que llevar de regalo, ¿whisky? ¿vodka? ¿Cervezas? Ay, es difícil de escoger.
- Ya, no te preocupes, solo lleva cervezas sabes que él es muy de eso.
Alex tomó sus cosas y se marchó, la verdad es que desde pequeño ha sido muy fanático de la mitología griega, yo la verdad no estoy en contra de todo eso, pero me cuesta creer tan profundamente, como él, en cuentos escritos por simples mortales.
Estoy demasiado cansada, me recuesto sobre mi cama y el sueño poco a poco me obliga a cerrar los ojos, pensando en el simple hecho de que Alex tuviera razón, seria grandioso que grandes deidades y hermosas personas existieran.
...
- ¿Qué es lo que pasa? Ya déjenme dormir – levanto la mirada y veo que mi alarma marca las siete con cuarenta - ¡¡Mierda!! Se me va a hacer tarde, no puedo creer que esto me esté pasando – de un salto salgo de mi cama y voy directo a mi armario, me pongo unos jeans negros, una playera de Nirvana y unos tenis negros también.
No puedo llegar tarde a mi examen de ingreso, mi padre no me lo perdonaría. Desde mi habitación escucho que tocan la puerta de la casa...
- ¡¡Nat!! Maldita sea vamos a llegar tarde – reconocí la voz al instante, era Andreus tirando casi la puerta a golpes para que saliera.
Puedo realmente asegurar que Andreus es la mejor persona que eh conocido, lo conozco desde pequeña y jamás me ah dejado ni en los momentos más dolorosos, siempre ha estado junto a mí, apoyándome.
Salgo corriendo de mi cuarto con mi mochila en mano, voy tan deprisa que casi resbalo en el último escalón de las escaleras, no entiendo por que mi casa es tan grande si solo vivimos mi padre y yo, es absurdo.
Abro la puerta y ahí está, mi príncipe azul de pie frente a la puerta con su gran porte de hombre rudo, no puedo negar que es bastante apuesto, hace demasiado ejercicio y se cuida bien, bastante bien.
- Siempre es igual contigo, ya no veo por qué sorprenderme – dijo con un tono de ternura y golpeando mi cabeza con pequeños zapes.
- Cambiaria por ti, precioso – le doy un beso en la mejilla – pero creo que no es el momento para hablar de eso, vámonos llegaremos tarde – subo a su Mercedes color blanco y espero mientras él sube al asiento del conductor.
La escuela esta a quince minutos en auto, mi vecindario es bastante acogedor y mi padre compró la casa después de que mi madre muriera, en un accidente.
Al llegar a la escuela salgo corriendo del auto, Andreus ya lleva un año estudiando aquí así que no es necesario que haga examen otra vez, es lógico. El salón en el que se aplicará el examen está en la planta superior así que rápidamente tengo que subir las escaleras, me abro paso entre toda la gente del pasillo empujando a cada persona para que me dejara pasar, todo iba bien hasta que...
- ¡Fíjate por donde pasas estúpido! – le reclamo al tipo con el que choqué, el golpe fue tan fuerte que caí de espaldas al suelo – me imagino que has de tener ojos para ver por donde caminas – digo mientras me levanto del suelo adolorida.
El tipo esta de espaldas sin voltearme a ver, trae puesta una chaqueta de cuero color negra y su cabello color oscuro todo alborotado, las personas atentas a lo que paso no despegan la mirada de nosotros y me siento un poco incomoda.
- No tengo tiempo de tratar con tipos bastardos como tú – estoy a punto de irme cuando veo que el tipo me mira de reojo por encima de su hombro y suelta una sonrisita como si todo esto le causara demasiada gracia.
...
- Perdón por la tardanza – dije exhausta por llegar corriendo al aula, el profesor Levan tendió su mirada sobre mi – tuve un problema en el pasillo y...
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- aventura, - peleas llenas de acción., - suspenso en las mentiras.
Editado: 13.07.2021