CAPITULO 17. RESOLUCIÓN

MILES SAMMERS

Habían pasado tres semanas desde  que Cassie Keller desapareció de Portland, Oregón llevándose consigo la mayor parte de mi corazón, dejando solo una pequeña porción que no completaba con éxito la labor de mantenerme con vida.

No fui a la oficina era incapaz de concentrarme, no sabia hacer otra cosa en este momento además de hundirme en la autoflagelación.

Oliver de alguna forma se convirtió en un soporte y un ventanuco para el exterior , venia a casa todos los días se quedaba algunas noches, y yo .. Me sentía demasiado enfurecido como para agradecérselo, la razón, me estaba comportando como un llorica.

Y no era ni una mujercita, ni un hombre sensible

Así que harto de la situación volví a reinventarme, decían que con el tiempo te volvías lo que las personas te convertían y si bien Cassie me había destrozado sabia que yo le había hecho lo mismo, y esperaría..

Con paciencia, hasta que ella volviera y aceptara que me amaba.

Por qué lo vi, en sus pupilas mieles ese último día, en la boda, como una llamarada danzante quemando en las profundidades de sus orbes, ella me amaba pero tenía miedo.

Esta aterrada, temerosa, asustada de aceptar la verdad detrás de sus palabras.

Ella no necesitaba a un hombre para ser feliz.

Ella solo necesitaba amor, el amor de un compañero, de un amigo que no la oprimiera ni la controlase, solo necesitaba a alguien con los suficientes bríos para declarar que estaría a su lado.

Y que me aspen si no era yo ese hombre.

Esperaría.

Tenia la virtud de la que muchos carecían, esperaría un mes, un semestre, un  año, miles de siglos, si eso era lo que le llevaba darse cuenta.

Después de todo los Meg sobrevivían al paso del tiempo arraigado en lo mas recóndito del océano, por eso en mi alma aferro la esperanza de volver a tener la oportunidad de hacerla feliz.