Fin Del Juego

Capítulo 1

No puedo respirar.

¡No puedo respirar!

Por favor...

Déjame...

¡Déjame respirar!

Por favor...

Algo abrumador, cargante y asfixiante está contra mi pecho, de forma tal, que no solo me está quitando el aire, me está consumiendo en la nada de lo desconocido. Siento como de a poco, con su vigor, me está despojando de todo el aliento que trato de conseguir en medio de esta desesperación apabullante.

Me está abandonando.

No quiero que me abandone.

Tengo temor, mucho.  El más terrible de los miedos percibo al sentir como se va, como me deja aquí, como me mira desde arriba mientras estoy en el suelo de la infelicidad. Se va a ese lugar, lejos de mi. Estiro mi mano para retenerla, elevo alto, más, un poco más. Pero por más que trato de alcanzarla, no puedo...No puedo.

Siento pero a la vez no siento, ¿cómo puede ser posible eso?

Miedo.

Confusión.

Ansiedad.

¡Maldición!

¿Por qué me haces esto? ¿Qué eres en realidad?

Por favor...déjame.

Me aprieta contra el piso con todo el brío que tiene. ¡Ah!. Vuelvo a poner mis manos para tratar de apártalo, pero todo intento es en vano. Mientras más me empeño aquello arremete más fuerte. ¡Ah!. El dolor se comienza a reemplazar por las fuerzas que comienzan a irse mientras abro la boca en busca de un poco más de aire. ¡Ah!. No tiene compasión. ¡Ah!. Cuando en realidad comienzo a sentir que ya no volveré a sentir, eso que tiene una promesa,  me deja en medio de aquel camino que me estaba desapareciendo, que me estaba extinguiendo, que me estaba volviendo nada en medio de aquello que me esfuerzo por alejar de mi.

—¡Hazlo! ¡Tú puedes hacerlo! ¡Esto no es nada para ti! ¿Desde cuándo eres tan cobarde? ¡Vamos! ¡Desde cuándo! —grita una voz extraña, desconocida, a mi lado.

Quisiera ver su rostro, gritarle como hace conmigo, y decirle:¡No puedo! No vez, que no puedo. Que esto es más fuerte que yo. Pero por alguna extraño razón, no quiero hacer lo que quiero, si no que hago lo que debo, lo que aquella voz quiere; porque siento que si los abro o hablo, pierdo.

—De verdad, ¿esto es todo lo que  puedes?¡Ja! Vamos, mírame o...dime algo. Pierde, para eso si estás hecha.

Y perdí.

Ante aquel susurro, perdí.

Su voz helo cada parte de mi.

Asustada aun, hecha un ovillo en mi cama y con los ojos llenos de lágrimas, busco el aire que tanto me hacía falta. Mi mano la dejo sobre mi pecho perlado por capas de sudor y lágrimas. Intento, en medio de aquel mar de sensaciones encontradas, recuperar todo el aire que aquella cosa me estaba robando cuando se apoderó de mi mente, de mi cuerpo...de mi sueño.

Un pensamiento de miedo con un toque de arrepentimiento anclo en mi mente, y parece, por la fuerza en que cayó, que no tiene la más mínima intención de irse. Si, lo admito, fui estúpida, en verdad lo fui. Pero es que una necesidad, extraña, hizo que volviera a intentarlo otra vez. Me desafíe, y he aquí el resultado: Nada.

O eso creo...

Poco a poco consigo volver a  respirar con normalidad mientras me repito una y otra vez que todo aquello fue un mal sueño, solo eso, un mal sueño producto por no seguir las indicaciones de Penz. —Al final si tendré que darle razón al doctor—. Aparto el cabello adherido a mi frente y me vuelvo a dejar caer en la cama con la mano en el pecho, late, el pobre de mi corazón aun late, y al sentir aquella carrera en el centro de mi cuerpo cierro los ojos con una respiración más regulada. Ahí, en medio de aquella habitación de hospital, trato de quitar el miedo de mi garganta que es la única piadosa que se queda conmigo, aunque como han estado las cosas, creo que soy yo que me quiero quedar con ella.

Mi dedos suben un poco mal por mi piel, y al sentir que, con mi propio tacto mi cuello arde, tuerzo los labios.

Sé que no hay nadie, pero aquella sombra de sensación asfixiante sigue detrás de mí, respirándome en la nuca, susurrándome al oído, tocándome y regocijándose de lo que hace en mi cuando tiene la oportunidad. ¡Dios! No puedo seguir así. No puedo darle más fuerzas para que continúe. No de esta manera. Si le permito más, me destruirá completamente.

Decidida, limpio los restos de lágrimas de mis ojos, y la oscuridad, como solo ella sabe hacerlo, vuelve a recibirme otra vez.

—¿Qué fue aquello? —le pregunto a la ausencia que me rodea últimamente —.Esta vez fue peor de lo que pensé. ¿De verdad quiero esto? En serio...¿quiero continuar con esto?

Sin duda, esta ocasión fue peor que la primera vez. Aquella vez por lo menos tenía un poco más de dominio. Ahora fue diferente, fue más real, y eso me da rabia admitirlo, me da miedo; no tener el control me apuesto en esta situación. No puedo seguir así, teniendo estas acciones con tal de tener algo que sea mío dentro de todo esto que siento tan ajeno, lejano, tan de mentira. ¿Qué busco? ¿Qué es en realidad lo que quiero? En verdad, ¿quiero recordar lo que fue mi vida antes de estar en estas paredes blancas? ¿De verdad quiero saber aquella realidad de la que me hablaron? ¿ En serio quiero darme cuenta de que soy esa persona...tan deplorable?




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