Capítulo 3: — El Protocolo Secreto de la Corona.

Después de que ambos se ajustan mentalmente y se preparan para enfrentar la situación, salen de la tienda, aún con algo de nerviosismo. Gladio e Ignis ya los están esperando afuera, y el ambiente está tenso. Gladio, con su habitual seriedad, observa a los dos con una mirada que ya no es solo de sospecha, sino también de cierta expectación.

—Bien, llegaron a tiempo. Espero que ambos estén listos. No me gusta perder el tiempo, así que no quiero que ninguno de ustedes se quede atrás —dijo Gladio.

Ignis, por otro lado, mantiene una expresión más neutral, pero su mirada refleja una mezcla de curiosidad y un toque de inquietud. Había notado el cansancio en los dos chicos, pero, sabiendo la importancia de lo que estaba en juego, no se atreve a interrumpir el curso del entrenamiento.

—Asegúrense de mantener la postura adecuada. Gladio no dejará pasar ni el más mínimo error —advirtió Ignis.

Con una inclinación de cabeza, Ignis se aparta ligeramente, mientras Gladio se adelanta, guiándolos a un área más abierta. La presión está en el aire, y el sol empieza a caer, envolviendo la escena en una ligera penumbra que sólo acentúa la seriedad del momento.

—Hoy, quiero que se concentren. No es solo un entrenamiento físico. Es sobre la conexión, el control, la disciplina. El rey necesita un príncipe que sea fuerte tanto física como mentalmente. Y esto es parte de su preparación —explicó Gladio.

Aunque no lo diga explícitamente, hay un dejo de orgullo en su tono. Gladio quiere verlos superar sus límites, algo que no permite fácilmente. Los mira con determinación, asegurándose de que sepan la importancia de cada momento.

Prompto y Noctis intercambian una mirada rápida, pero sin decir palabra, ambos entienden lo que se espera de ellos. No pueden fallar. Y mientras avanzan hacia el punto donde comenzará el entrenamiento, la presión en el aire aumenta, como si la misma atmósfera se estuviera cargando con la expectativa.

La escena avanza con un aire cargado de tensión. Gladio no permite que se relajen ni por un momento. Les señala un área abierta y les ordena que se coloquen en una postura firme, de cara al sol ya bajo, que lo ilumina tenuemente. La luz dorada crea sombras largas sobre la arena, mientras la brisa suave de la tarde acaricia sus rostros.

—Vamos a empezar con lo básico. No quiero que me fallen en esto. La concentración es clave. No se trata solo de fuerza, sino de control. Flexiona —ordenó Gladio.

Prompto, aún algo avergonzado, pero determinado a hacer lo correcto, sigue la orden y comienza a flexionar su brazo. Noctis lo observa, sabiendo que esto es parte de su entrenamiento. La presión de la mirada de Gladio sobre ellos no hace más que intensificar su nerviosismo, pero se concentran.

—Bien, ahora no solo quiero que flexiones. Quiero que sientas cada movimiento, cada músculo, cada fibra trabajando. Y lo más importante, quiero que me dejes ver cómo dominas ese control. Tienes que aprender a usarlo, Prompto—instruyó Gladio.

El silencio se apodera del momento mientras los dos se concentran en lo que Gladio les está pidiendo. La quietud del aire se siente como un peso, como si la misma naturaleza estuviera esperando una reacción. Los músculos de Prompto, una vez tensos y definidos, se relajan en la medida en que su control aumenta. La respiración de ambos es medida y controlada.

Ignis, desde su posición, observa con atención, su rostro impasible, pero sus ojos reflejan una evaluación constante.

—Recuerden que todo esto es por su bien. Tienen que entender que la postura y el control de los músculos es fundamental, sobre todo para lo que está por venir.

Después de unos momentos de concentración, Gladio decide que es momento de dar el siguiente paso. Se acerca a Noctis y coloca una mano en su hombro, guiándole de forma firme. Noctis siente el peso de la mirada del guerrero, pero también la firmeza con la que Gladio lo guía.

—Ahora, quiero que toques el bíceps de Prompto. No lo hagas de manera ligera, hazlo con propósito. Siente el músculo, siente cómo responde a tu presión —indicó Gladio.

Noctis se detiene por un instante, mirando a Prompto, cuyos ojos reflejan un destello de incertidumbre. Pero sin decir nada, el príncipe asiente y, con algo de timidez, mueve la mano hacia el brazo de Prompto. A medida que su palma toca el músculo, una tensión inesperada recorre ambos.

La sensación es peculiar, tanto para Noctis como para Prompto. Es algo que ninguno de los dos había experimentado antes, ni mucho menos en una situación tan directa y cargada de expectativas. Sin embargo, hay un entendimiento tácito en el aire, una complicidad silenciosa, y Prompto siente cómo su músculo responde casi de forma instintiva.

Gladio, con su voz firme, pero menos severa, da la siguiente instrucción:

—Noctis, aprieta un poco más. Pero no se trata solo de fuerza. Se trata de sentir el poder detrás de cada acción. Tienes que controlar tu propia energía, y en este caso, la de Prompto.

El entrenamiento se vuelve más intenso a medida que avanza. Cada movimiento, cada toque, parece tener una nueva capa de complejidad, y Prompto y Noctis, aunque completamente abrumados, no pueden evitar la sensación de estar, de alguna manera, más conectados que nunca.

A medida que la noche cae, Gladio e Ignis siguen observando, sus ojos siempre evaluadores, como si todo lo que sucediera en ese momento fuera una prueba para el futuro de todos ellos. Y aunque no dicen nada, sus expresiones lo dicen todo: lo que sucedió en el pasado, las bromas y las tensiones entre los dos chicos, se están quedando atrás. Esto es ahora algo completamente diferente. Algo más serio, más importante.

La tensión sigue aumentando, pero entre ellos, hay algo que se empieza a transformar: la vergüenza se mezcla con una nueva forma de entendimiento. El entrenamiento no solo les está mostrando nuevas habilidades, sino también nuevas facetas de sí mismos y de su relación.