Érase una vez… una princesa llamada Lucia. Muy bella, de cuerpo y rostro perfecto, con una espléndida cabellera; se podría decir, que ella era y es la mujer más bella de todas.
Ella, de un reino muy, muy, (MUUUUUUYYY) lejano, encerrada en una torre muy muy (MUUUUUUYYY) alta, vive sola con un dragón, esperando a que alguien la rescate, antes de que envejezca.
Nunca se ha quejado de su existencia, (pero siendo sincera, el quejarme de mi existencia con un dragón, no es tan agradable como quejarme con mi propio reflejo).
Todos los días es lo mismo para ella, quedarse viendo por la ventana a todo caballero que intenta recatarla, esperando siempre ingenuamente a que esta vez no sea un inútil, el que va por ella, (pero la verdad es que a este punto me conformaría con alguien que carga mucha suerte).
Pero que va, mejor te diré como es vivir en mis zapatos.
Hay un dragón que me impide el salir, caballeros que gritan de dolor al ser incinerados; y lo único que me queda… es intentar centrarme en la música. Últimamente no hay mucho hombre que se acerque, con suerte vienen uno o dos a la semana. Ha decir verdad no sé qué día sea hoy, pero mi pared me dice que he pasado mucho tiempo aquí, me queda poco espacio libre para poder dejar marca de los días que pasan.
Exceptuando el hecho de los ruidos del dragón y los caballeros agonizando y suplicando clemencia a Dios; todo siempre es muy tranquilo.
¿Por qué no puede venir una mujer a salvarme?
Ellas son fuertes, muy inteligentes, y tan hermosas…
Esa era yo, antes de encontrarlos, antes de recuperar mis recuerdos, antes de que perdiera todo lo que amo.