Capítulo 2
Estoy tan, pero tan cómoda. Ya no hay paredes presionándome; tengo mucho sueño, pero unas manos comienzan a golpear mis mejillas, haciendo que abra mis ojos con pesadez. La luz me encandila, pero logro ver su rostro.
-Estírate todo lo que puedas, en la mesa hay algo de comida. Toma todo lo que necesites y no me molestes- me dice Lizet tranquilamente. Apenas la conozco pero es algo raro el verla calmada. Aunque he de admitir que su actitud de poder y liderazgo, jamás se irá.
Lo único que hago es asentir con la cabeza y tratar de ponerme de pie. Todo mi cuerpo está adolorido gracias a esa maldita caja.
Con mis pies temblando logro dar algunos pasos, pero lo inevitable sucede; caigo de rodillas y segundos después logro ver la mano de Lizeth ante mí. Me agarro de ella con nervios creciendo dentro de mí, mientras ella me jala y me ayuda a caminar. Quizá algo tarde pero por fin logro llegar a la silla junto a la mesa.
Con mis ojos ya bien aclimatados logro apreciar mejor el lugar; está algo… sucio. Paredes de tono opaco, un sillón sucio aun con una marca de hundimiento, un pequeño espacio para la cocina y una puerta entreabierta que deja a la vista lo que parece ser una habitación.
-Gracias- le digo al darme cuenta de que sigue a mi lado.
-No quiero tener que limpiar tu sangre del piso. Ahora come y no me hables. -me dice cortante.
Miro como se aparta de mi lado y va hacia la habitación. Mientras yo como algo rápido debido a la ansiedad, logro escuchar gritos y reclamos para… No sé quién sea, pero ese tal Marco está en problemas con ella.
-Muy bien princesita -me dice caminando hacia mí- veo que tenías mucha hambre.- siento como mis mejillas se llenan de color al ver todo lo que comí- El siguiente paso será entregar algunas cosas, e irnos antes de que se oculte el sol.
Y te juro que si intentas huir, no dudaré en dispararte. Aquí nadie te conoce, será inútil si intentas llamar la atención de alguien. Ahora toma esto y póntelo. Este va a ser un largo camino.- Deja caer en la mesa una gorra y lentes de sol- arreglaré la mochila y nos iremos; tu mete toda esa comida ahí -me dice señalando una mochila y después se va.
Al cabo de un rato hemos entregado mucha de la comida y ropa que habíamos estado cargando. He querido gritarle a esa gente que Lizeth me tiene presa, pero tengo la leve sospecha de que todos se pondrían en mi contra. Todos aquí la conocen y adoran.
Pasando quizá las tres de la tarde, nos adentramos en un callejón algo sucio (demasiado sucio), es extraño, pero estando frente a un baño portátil ella habla:
-Métete -me dice, pero yo muy confundida solo la miro- Ahora
Siguiendo sus órdenes me meto en el baño y, al querer cerrar la puerta ella me detiene; se mete, se pone a mi lado, cierra la puerta y pasados unos segundos ella la vuelve a abrir.
Esto es tan extraño…tan maravilloso y…escalofriante.
Ya no estamos en el mismo callejón.