Capítulo 8
“Te dejaré respirar un poco”, esas fueron sus ultimas palabras antes de que yo me alejase de la cueva lo más rápido que mis pies me permitían.
Sé que el me buscará, pero mi cerebro en estos momentos no piensa con mucha cordura vaya, esta es simple impulsividad y para ser sincera… me aterra.
Ya no estoy corriendo, pero mi corazón aún late acelerado, estoy sudando y mi estómago ya comienza a tener hambre. Me arrepiento. Me arrepiento. Me arrep…
¡BUM!
Un disparo.
Se escucha el quejido de un oso no muy lejos de mí, probablemente esté suplicando por su vida y eso toca mi corazón. No sé si alejarme del sonido o si acercarme a él. Pero ya no importa porque mis pies parecen decidir antes que mi cerebro.
Camino entre árboles y arbustos mientras el sol pinta el lugar de tonos naranjas; después de algunos metros paro y ahogo un grito. Hay un oso que ha dejado un enorme charco de sangre debajo de él y, en su cuerpo, se encuentra la bota de un hombre. Un señor robusto y grande que parece estar completamente feliz con su trabajo. No puedo evitar sentir arcadas aproximándose.
Intento apoyar mi cuerpo en un árbol, pero mientras mis pies pesadamente intentan moverse mis ojos siguen inmersos observando la sangre. Sangre espesa debajo de esas botas verdes.
Una rama cruje bajo mi zapato y unos ojos oscuros buscan mi cuerpo. Ojos negros me observan debajo de unas cejas gruesas y canosas, pero ya no puedo mantener la comida dentro de mí y comienzo a vomitar, lo poco que había ingerido sale de mi organismo en cuestión de segundos.
- ¿Está bien señorita? ¿Necesita ayuda?
Con mi cabello aún en una mano, paso mi brazo por mi rostro y limpio mi boca con la manga de mi suéter, (si, esto me da asco, pero sería peor tener restos en mi cara). La luz del día casi ha desaparecido y apenas lo noto, miro al hombre quizá con algo de recelo y respondo con nauseas visibles.
-Estoy bien gracias. Disculpe por haber interrumpido su…cacería. -Aun se me dificulta mantener mis pies rectos, pero trato de escucharme lo más tranquila posible.
-No debería de estar aquí y menos a estas horas -El sol casi está oculto por completo y un escalofrío recorre mi cuerpo- Espero que ya se sienta mejor pero aún con una salud perfecta es muy riesgoso estar aquí sola, debería salir de este bosque y refugiarse lo más pronto posible.
-Entiendo, gracias por la información señor-No quiero ser grosera pero su compañía me pone muy nerviosa.
-Si quiere puedo llevarla conmigo, a unos metros está mi camioneta -Me dice mientras apunta hacia el lado contrario del que me encuentro yo- No sé dónde viva, pero yo voy hacia Stone por si le sirve de algo -con sus grandes manos toma al oso y con algo de esfuerzo logra ponerlo sobre su espalda ¿Sería una buena decisión ir con un desconocido? La respuesta correcta y más razonable probablemente sea un no, pero la obscuridad me aterra, y si agregamos a ello el hecho de que hay monstruos en este mundo creo que es mi mejor opción por ahora- Señorita tiene que decidir ya o la dejaré aquí.
El hombre fornido ha hablado y lo único que me queda es casi gritar un “está bien” mientras sigo con prisa sus grandes pasos.
*****
Un penetrante olor a sangre, sudor y suciedad dominan su camioneta. Entre el recuerdo de la sangre y esta peste hay una pelea por ver quien logra hacer que vomite primero.
Hemos pasado unos diez minutos de camino a lo que creo ha de ser un pueblo cerca de aquí, su andar es lento y tedioso, pero hay una agradable brisa que golpea mi rostro, eso es lindo, pero no puedo evitar pensar que entre este bello paisaje pronto habrán dowmps andando, la palabra aún suena extraña en mi mente y la digo en voz alta para calarla en mi lengua.
Sé que probablemente él me ha escuchado hablar en estos momentos, pero solo ha decidido ignorarme, yo lo haría si fuera él.
La noche ha caído y veo ya cerca de nosotros luces provenientes de farolas y casas, estoy nerviosa, estaba tan inmersa en el paisaje que no llegué a pensar en qué demonios haré ahora. Aunque creo que ya no será necesario pensarlo.
Mierda.
El señor detiene su camioneta al lado de dos personas que reconozco a la perfección. Definitivamente el mundo me odia; lo único bueno de esta situación es que al menos esas cosas no van a comerme, lo malo es que…bueno, en realidad todo lo demás es malo.
Solo tranquilízate, Lucía, vas a estar bien. Tu vas a estar bien.
-Hola linda ¿Creíste que te habías librado de mí? -La voz de Lizet es melodiosa pero no puedo evitar creer que trae con ella malos augurios.