CAPITULO 12
Ahí está ella, esa chica que sin falta está siempre en mis sueños. Haberlo visto a él para mí era simple coincidencia, pero el hecho de que ella también esté aquí frente a mí es algo impactante. Siento que una parte de mi esencia se llena por completo al verla aquí. Estoy algo nerviosa pero no sé porqué. El simple hecho de pensar en ella me hace sentir una felicidad enorme, y acompañado de esta felicidad siento mi cuerpo entero arder. Dios mío, he de estar rojísima de la cara en estos momentos.
-Marco tardaste demasiado, ahora tendremos que esperar hasta mañana para poder irnos. -Suelta esas palabras, me mira unos segundos inexpresiva y después da la vuelta para irse a la parte del bosque donde hay menos árboles. Marco y yo seguimos caminando lado a lado, pero ahora quien nos guía es esa chica, Lizet ¿Por qué demonios me sé su nombre? La seguimos hasta llegar a una mini cascada muy linda con grandes piedras que le dan un toque espectacular, podría ver un paisaje así de lindo toda la vida, pero ya es de noche y algo me dice que no es bueno estar aquí afuera. Pasamos por el agua rápidamente para mojarnos lo menos posible y llegar hasta la roca más grande que es la que sostiene la cascada, es un muro impenetrable o al menos eso parecía; Lizet coloca su mano en el muro y por arte de magia parte de esa pared se desliza como una puerta corrediza hacia la derecha, dejando ver un camino de escaleras que llevan a una parte debajo de este lugar.
Bajamos despacio por las escaleras hasta llegar a lo que parece ser su hogar. Aquí abajo esperaría un olor a humedad; pero no, su olor es tan neutro, las paredes son parte las rocas que se veían desde fuera y todo está limpio por completo. Una repisa, una pequeña mesa frente a un sillón, una puerta cerrada y otra que parece llevar a una cocina pequeña. Es extraño estar en un lugar que no es mi torre, pero no me voy a quejar, sé que de nuevo estoy “encerrada”, pero al menos ya no me encuentro sola, y eso es lo único que a mí me importa.
- ¿Quieren algo de comer? -habla Marco sacándome de mi ensoñación- Lizet ¿Quisieras acompañarme por favor?
Lizet, ahí está ese nombre, no es solo parte de mi imaginación
- ¿Acaso tengo otra opción? -Contesta ella volteando los ojos y dirigiéndose a la cocina
-Luci, por favor siéntate -me señala el sillón pegado a la pared- y toma esto, léelo mientras preparamos algo para cenar, prometo que no demoraremos mucho. -toma de la repisa varias hojas y las extiende hasta que yo las tengo en mis manos.
Estoy algo confundida y el parece saberlo, me da una sonrisa tierna y se aleja de mí para llegar a la cocina y cerrar la puerta detrás de él, aunque curiosamente seguido de esto se escucha nuevamente una puerta cerrándose, creo que no quieren que escuche lo que sea que van a hablar. Por ahora creo que lo único que me queda es leer estas hojas, aunque no negaré que me encantaría fisgonear por ahí y ver si encuentro algo interesante.
Hola Luci, lamento no poder decir esto de frente, pero creo que lo mejor es que no nos escuchen diciendo todo esto. Sé que puede llegar a ser algo confuso y parecerá que mi hermana y yo estamos locos, pero te juro por lo que más amo que no te estoy mintiendo.
¿Cómo iniciar algo tan complicado?
Esos no eran simples sueños Lucía, en realidad ni si quiera eran sueños, esos son recuerdos, recuerdos muy borrosos pero que al final de cuentas claro que sucedieron. Yo no soy un simple extraño que llegó a salvarte de tu encierro y, creo que tú lo sabes.
Nos encerraron aquí, pareciera ser un bucle pero hemos notado que no se reinicia todo en un determinado tiempo, sino que es hasta que tú estás con nosotros, hemos llegado a creer que nos vigilan todo el tiempo pero no sabemos con exactitud que retorcida maquina o aparato nos tiene aquí, lo único que sabemos es que quienes nos encerraron fueron tus padres -Pausa, pausa, pausa, cómo que mis padres ¿De qué rayos me están hablando?- Lo único que queremos es salir de aquí Luci, pero no podremos hacerlo sin ti. En las siguientes hojas hay escrito un plan detallado que ideamos Lizet y yo, espero que confíes en nosotros. Puede que tu no nos recuerdes, pero nosotros a ti sí. Y te puedo prometer que saliendo de este lugar yo mismo te responderé toda pregunta que tengas, pero por ahora solo necesitamos que nos ayudes Luci. Por favor.
Maldita sea, esto es tan confuso, tan extraño, tan… Vaya, tiene tanto sentido. Por eso no puedo recordar absolutamente nada de mi vida, nada que no sea dentro de esas cuatro paredes, y esos sueños. Esto es extraño, pero resolvería mis dudas constantes. Es tan irreal pero, por más incógnitas al respecto no me queda algo que no sea el confiar en estas personas, el tiene razón, no los conozco, pero es extraño que tenga sus rostros grabados en mi memoria, además sus nombres, su nombre. Impregnados en mi mente y creo que también en mi corazón.
No lo había notado, pero cuando se escucha una puerta abrirse noto que tengo lágrimas recorriendo mis mejillas, y para antes de que Lizet salga de la cocina yo limpio mi rostro lo más rápido que puedo.
-Tu sopa se está calentando, pero ten -me ofrece un vaso de agua- sé que caminaron un largo rato y has de tener mucha sed.
Suena tan indiferente, y a pesar de eso llego a identificar un dejo de preocupación en su voz. Tomo el vaso algo nerviosa y bebo de él lentamente, ella se queda mirándome y procede a sentarse a mi lado con cautela.