CAPITULO 15
9 meses atrás en el reino…
-No estoy siendo paranoico Lizet, algo va mal. Estoy muy seguro que estaban hablando de nosotros.
-Ya basta Marco -me dijo mientras terminaba de limpiar la barra de la cocina- No van a echarnos, todo estará bien.
- ¿Cómo puedes estar tan segura? Yo creo que se han enterado de lo tuyo….
- ¡Basta! -dio un fuerte golpe al concreto- Por el amor de dios no estés diciendo estupideces Marco, ya es hora que aceptes lo nuestro. El estarte inventando conjeturas no hará que lo que sentimos se vaya.
Auch, recuerdo el gran dolor que causaron esas palabras en mí, pero traté de parecer lo más sereno posible.
-Estoy harto que pienses que las quiero separar, lo único que yo deseo es que ella sea feliz y tu lo sabes muy bien.
Me aleje lento de la cocina con pasos seguros y el corazón dolido. Me dirigí al sótano por mis armas para la batalla que se avecinaba. Cruzando el corredor y pasando las escaleras logré llegar hasta el ascensor. Presioné el botón para solicitarlo y las puertas se abrieron frente a mí. Me introduje y volví a presionar un botón, pero esta vez era el que me llevaría hasta el sótano. Grande fue mi sorpresa al ver que las puertas no se cerraban, en cambio una voz se escuchó fuerte, clara y robótica.
-A continuación, pronuncie la clave…A continuación, pronuncie la clave -lo repitió una vez más y seguido de eso solo hubo silencio. Lizet no podría negarme que eso en definitiva era algo extraño, pero la verdad yo ya no tenía ganas de discutir con ella.
Subí escaleras arriba para llegar hasta mi habitación y recostarme, había sido un día duro entrenando y sentía que mis brazos ya no podrían mucho más. Pero ha decir verdad ya era eso una rutina, sentirme cansado y sin ganas de hacer algo. Pensando siempre en ella.
Me quedaban treinta minutos para tener que salir a pelear y aún no tenía mis armas, lo más lógico sería buscar a los reyes o a mi comandante para pedir una explicación o armas nuevas. Pero siendo tan grande el castillo sería algo bueno encontrarme al menos con algún otro de mi tropa.
Faltando solo diez minutos para la batalla de todos los días, decidí levantarme e ir en busca de alguien que me ayudase, estaba cansado, pero no tenía opción alguna si quería que tanto como mi hermana como yo, siguiéramos teniendo un hogar. Después de lo de mamá ya nada volvió a ser lo mismo…en fin.
Toqué la puerta de la recamara de los reyes y nada, la puerta de la princesa, la de algunos de la tropa, la del comandante…Nadie estaba en su dormitorio y ya casi llegaba la noche, se me agotaba el tiempo. Bajé por las escaleras con rapidez y al intentar entrar de nuevo al ascensor choqué en su interior con mis superiores. Los tres ahí reunidos, Laia, Egil y Mark.
-Buenas tardes altezas -me incliné como reverencia y saludé a mi jefe- Buenas tardes, mayor Mark.
La reina como siempre inexpresiva, mientras tanto los otros dos con el rostro (ahora sé) preocupado por verme en ese sitio.
De inmediato la reina salió sin decir palabra alguna, el rey dudó unos segundos antes de salir y Mark se quedó quieto en su lugar, parecía ser que esperaba hasta que yo me marchase del lugar, pero faltaba ya bastante poco para que la acción empezara y no podía dejar solos a mis compañeros.
-Mayor Mark, el elevador no me dejó bajar al sótano -dije firme, recto y claro, el siempre se molestó de mi voz queda, y bastaron los suficientes golpes para que yo entendiera que tiene que ser todo como él lo ordena.
-No es necesario que bajes más al sótano a partir de ahora.
Pe-pero…
-Calla. Hemos instalado una pared en la oficina real que cuenta con las armas suficientes para que tu sobrevivas fuera. Esto solo es para ti debido a tu buen manejo de tus manos para la batalla, así que no lo comentes con tus compañeros. -yo quería hablar, pero sabía que sería un error- Ándate rápido y ve con tu grupo, no quiero que haya retrasos debido a tu culpa.
En ningún momento se movió del ascensor y claro que me pareció extraño, pero quién era yo para cuestionarlo. Caminé con rapidez hacia la sala que el mencionó y busqué algún interruptor bajo el escritorio. Y en efecto, ahí estaba, lo presioné y la pared detrás de mi se dio la vuelta y mostró gran variedad de armas. Detesto la violencia, pero era algo necesario para sobrevivir en ese lugar. Devolví la pared a como era antes y justo cuando iba a salir del lugar escuché algo que no pudo llamar más mi atención.
-Deberíamos de decirle a Marco…-eran Betty y Luz, las amas de llaves, las conocía lo suficiente como para distinguir su voz, no sé porqué pero entré en pánico y me oculté bajo el escritorio haciendo caer un bote con lapiceras- ¿Segura que limpiaste aquí? Bueno no importa, sígueme contando.
-Te digo que no estoy muy segura de lo que escuché -Luz era ahora la que hablaba- es solo que tengo un mal presentimiento Betty, no quiero que le hagan daño a Marco, sabemos bien que es una buena persona, el no tiene la culpa de que su hermana haga tantos escándalos.
- ¿Y si escuchaste los rumores? -escuché los pasos de Betty acercándose al escritorio donde yo estaba y comenzó a hablar en susurros- Dicen que se ha enamorado de la princesa Lucía…y que al parecer esta ha dado señales de sentir lo mismo por ella ¿Puedes creerlo?