Finalmente Luci

FAMILIA

CAPITULO 17

Sé que no debería de dejarlos con la intriga de qué sucede después, pero regresemos unas horas antes de que todo lo anterior sucediera, cuando estaba aún la calma y no la tempestad.

 

Todo marcha como de costumbre, los sirvientes limpian, los cocineros preparan mi desayuno, nuestros guerreros descansan después de una ardua batalla y los más inteligentes del reino trabajan por turnos en mantener a mi niña y los otros dos encerrados, pero también intentan descifrar la manera definitiva de eliminar por completo a los dowmps

El sol apenas va saliendo de su escondite y mi esposo sigue dormido en nuestra recamara, no necesito estarlo viendo para saber que así es. Digamos que le gusta descansar bien.

Hice mi rutina de mañana como es costumbre, lavar mi rostro, mis dientes, decir unos cuantos mantras de motivación que me he inventado para poder seguir adelante…y llorar.

Me vestí con un informal, pero bello vestido color menta que llega hasta mis tobillos, a juego con unos zapatos de piso del mismo tono; mi cabello está desarreglado, pero lo dejo pasar porque lo que haré no necesita que esté arreglada minuciosamente. Caminé hacia las escaleras que se encuentran en una esquina del castillo hasta llegar al último piso (uno antes de llegar a la azotea). Y aquí estoy, un poco cansada, pero al fin en el lugar que quiero. Me cercioro de que no haya alguien cerca de mí o de la pared que se encuentra en frente, sin miedo a chocar, camino hacia ella y la atravieso.

Me encuentro en una habitación sumamente obscura y grande que podría recorrer sin problema alguno con los ojos cerrados. Aplaudo dos veces y logro que las luces se prendan e iluminen todo. Nunca he sido fan de la obscuridad.

Es una habitación gigante que, a pesar de ser solo visitada por mí, nunca dejo que tenga ni una sola mota de polvo, cajas y más cajas llenan estanterías y me dirijo hacia el centro de la habitación, ahí está mi escritorio, silla…y caja. La única que se distingue entre las demás. Una caja color azul cobalto con una etiqueta en el frente que dice: FAMILIA G. V.

Me siento con cuidado y precaución, como si en algún momento algo aquí dentro fuera a romperse con mi simple presencia. Tomo la caja con delicadeza mientras leo la etiqueta una y otra vez, estoy triste, aunque siempre me cueste admitirlo, pero no sé si lo mejor sea ponerme a darle vueltas al asunto una vez más.

Durante unos largos segundos analizo la situación, ¿En qué podría beneficiarme el ponerme a sobrepensar? Absolutamente nada, pero la ansiedad me come viva. Abro la caja con más lentitud de la necesaria y la dejo encima del escritorio dejando la caja en mi regazo; ahí están, esas fotos que tanto me rompen el corazón. Mi Lizeth siendo feliz, los tres siendo una familia hermosa, extraño esos momentos. Pero ahí están las otras, las que me parten el alma y me llenan de furia y enojo puro, quisiera romper estas fotografías para después quemarlas por completo y arrojar sus cenizas sobre el mar. No sabía que podía detestar tanto a una persona, y mucho menos odiar a sus hijos que de nada tienen la culpa. Quizá es egoísta de mi parte, pero no podré perdonar nunca algo de lo que me han hecho. Lo que nos han hecho…Y esa maldita niña, creyendo que puede hacer lo que le dé la gana “por amor”. Agggghh.

 

Bajo con el ascensor para ir a desayunar al fin, no sé qué hora sea o cuánto tiempo duré lamentando mi vida en esa habitación, pero camino hacia la cocina y me sorprendo encontrando ahí a mi esposo.

-buenos días-digo con la natural frialdad de cada día.

-Buenos días querida-responde él mientras se levanta de su asiento y las sirvientas retiran su plato de la barra blanca-Lamento no poder acompañarte, pero tengo que irme.

-Claro-noto el cinismo de sus palabras, aunque lo sabe esconder muy bien. Egil sale de la cocina con pasos decididos, yo le sonrío enojada y me siento en el lugar en el que se encontraba él- Mary, podrías servirme el desayuno por favor.

Mis palabras son dulces, pero mi tono no lo es, a veces quisiera intentarlo, pero no dejaré que piensen que soy vulnerable. No de nuevo. Ella comienza a hacer el desayuno respondiendo con un claro mi reina y en silencio espero a que esté listo.

-Iré al comedor, lleva ahí el plato cuando termines

-Si mi reina

Cuando ya está servido mi desayuno pronuncio un gracias y ella no responde, nunca le he agradado a nuestros sirvientes y llegaba a ser doloroso, aunque no lo pareciera, pero creo que me he acostumbrado.

Estoy sola en una habitación gigante al lado de la cocina, sentada en una silla del comedor enorme que solamente usamos para ocasiones especiales, o al menos lo hacíamos cuando estas existían. Mis emociones aún están a flote y comienzan a invadir mis ojos con lágrimas. Mientras como lo que se encuentra en mi plato, pequeñas lágrimas caen en la mesa y mi regazo.

******

Día 92

Aun siento culpa por todo lo hecho, pero no es hora para rendirse, Mark se ha vuelto más descarado, hoy incluso me saludó y me preguntó por Egil, él sabe que yo conozco su secreto y por alguna razón no se lo ha dicho a mi esposo, eso me desconcierta, probablemente solo se aprovecha de su vulnerabilidad. No mentiré dicie3ndo que no me afecta, pero al menos tomé el valor para pedirle seriamente que se quedé 24/7 cuidando las maquinas que tienen mentalmente a mi niña y los otros dos. Extraño tener una familia, sin importar que cada quien tuviera sus secretos, igual éramos felices.



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En el texto hay: misterios, romance juvenil, lgbt

Editado: 09.08.2024

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