CAPITULO 21
- ¿Crees que ella vaya a estar bien?
-Claro, no lo dudes, Lizet es muy fuerte. Con lo que sea que se esté enfrentando, ella podrá vencerlo.
-Bien, es solo que me angustia. Quizá no debimos haberla dejado sola.
-Quizá, pero las cosas ya no se pueden cambiar, ella esta allá y nosotros aquí.
El silencio nos inundó después de haber dicho eso. Sé que Lucia podría tener razón, pero quiero creer que esto es lo correcto, ella podrá estar a salvo al menos por un tiempo, y mientras no muramos aquí, todo estará bien.
-Ya es tarde, tenemos que regresar a la cueva -le digo viéndola a los ojos
-Solo unos minutos más. ¿Sí?
-Bien, ¿pero para qué?
-Mira…-me dijo mientras señalaba el horizonte- es hermoso, ¿no?
Wow, estamos en un risco verde donde nada nos estorba para ver la puesta del sol completamente hermosa frente a nosotros.
-Es… maravilloso -con mis ojos tan grandes como se me es posible, contemplo el escenario. Colores cálidos que impresionarían a cualquiera que lo viera.
Sin si quiera darme cuenta, poco a poco me acerqué más a la orilla, donde solo había pasto y a unos pasos más una caída inminente. Me siento en el borde esperando no caer con algún descuido de mi parte.
Y llegando de sorpresa, siento recargada la cabeza de Luci en mi hombro. Lentamente fijo mi mirada en su rostro. Es tan hermosa…
-Ya tenemos que irnos, pronto se hará de noche. -digo abruptamente levantándome del piso y por consecuente, quitándome a Luci de encima.
Noté que ella quería quedarse más tiempo, pero no la dejé hablar, simplemente me fui del lugar esperando a que ella me siguiese.
Estando a unos minutos de que nuestro alrededor se pusiese totalmente obscuro, logramos llegar a la cascada que se encontraba cerca de la cueva.
-Por fin -dije para mí
Y presionando una roca, el suelo se abrió dándonos paso a la cueva. Dejé pasar primero a Luci, y cerciorándome de que no había nada cerca, me metí. La abertura se cerró sola en cuanto yo llegué abajo.
- ¿Quieres algo para cenar? -le pregunto
No me respondió. Estando yo en la cocina y ella en lo que se podría llamar sala; guardamos silencio y quietud, al menos hasta que ya no pude resistir y decidí verla.
Sentada en el sofá, con la mirada baja, sin decir una sola palabra.
- ¿Te sucede algo? -le pregunto preocupado, pero parece ser que ella no me escucha- Luci. ¿Estás bien? -sigue viendo el piso, pero después de unos segundos, logra salir de su trance.
- ¿Me dijiste algo?
- ¿Te encuentras bien?
-No -ella me responde, pero no creí que llegaría a esa respuesta, ahora no sé qué hacer; me siento a su lado, en el sofá, y la tomo de la mano.
-Tengo miedo, Marco. Tengo muchísimo miedo -su mano se aparta de la mía para irse a cubrir su rostro mientras comienza a sollozar.
-Yo también
-¿Qué?
-Yo también tengo miedo
-Pero…
-No estoy minimizando tu miedo, es solo que. Esto tampoco es fácil para mí. Solo quiero que sepas que no estás sola. -Ella apartó sus manos del rostro y limpié sus lagrimas con cariño.
-Hay momentos en los que pienso que estaría mejor aquí. Me da miedo salir de aquí y que mis recuerdos no vuelvan, pero creo que me aterra más tenerlos de regreso.
- ¿Quieres que te escuche solamente o quieres que te aconseje? -ella me sonríe y es de esas pocas veces que logra verme a los ojos por unos segundos.
-La verdad no lo sé -agacha su rostro y juega con sus manos- solo… ¿cómo es allá fuera? Quisiera saber qué es lo que nos espera al salir de aquí.
-Uff, por dónde empiezo… -Busco ayuda en su mirada, pero sé que ya no hablará más. Así es ella- Pues vives en el castillo, están tus padres los reyes E…
-No -me sorprende interrumpiéndome.
- ¿No?
-Quiero saber de ti, no quiero agobiarme pesando en mi, si te parece bien, claro. No tienes que darme detalles, solo cuéntame cómo es todo allá fuera para ti. -se acomoda para verme directamente, aunque nunca logre mirarme a los ojos por más de cinco segundos.
-Bueno, que así sea.
Soy Marco Antonne Videnne mucho gusto -me levanto de mi sitio haciendo una reverencia y tomando su mano para después besarla, ella suelta una pequeña risa que me da mil años de vida- Soy un ciudadano de Meydis -digo mientras camino por la sala expresándome también con las manos- un lugar muy muy alejado a este, vivo en un castillo grande, tan grande casi como tus ojos. Tengo una hermana con la que suelo discutir pero que daría mi vida por ella.
Soy el líder de un grupo de guerreros que combaten con monstruos que parecieran salidos de cuentos de hadas -ella me mira con sorpresa, probablemente creía que los dowps eran un invento de este mundo- el origen de estas criaturas se desconoce pero algún día podremos vencerlas, estoy seguro -quisiera no mentirle, pero dudo que una mentira duela más que una verdad tan cruel como la suya- Vivo feliz y enamorado de…la vida, pero hay algo que nadie sabe y te daré la dicha de conocer…-ella me mira con ojos grandes de fascinación- Solo no se lo digas a nadie ¿okay?