CAPITULO 21
El sol va saliendo de su escondite y Lizeth ya se encuentra despierta, aunque, a decir verdad, ella ni si quiera logró dormir el día de hoy. Sabe que hay guardias detrás de su puerta, cuidando que ella no escape, pero debe hacerlo, tiene que encontrar la manera de salir para poder sacar a su hermano y a Lucía de su ensoñación.
-Piensa Lizeth, maldita sea, no puedes quedarte aquí en una cómoda cama, mientras ellos dos siguen encerrados. Aunque seamos francos, tú también estás encerrada -se dice a sí misma en voz alta.
Da vueltas por la habitación ideando un plan, hasta que algo pasa por su cabeza, de seguro alguien irá a llevarle agua y comida, no pueden matarla de hambre por supuesto, o al menos su padre no dejaría que eso sucediera.
-Sea quien sea que me traiga víveres, sé que me aprecia más de lo que aprecia a la reina… Al menos espero que el amor que toda esta gente siente por mi hermano y Lucia, pueda servir para que me ayuden -creo que no he sido muy buena con ellos en el tiempo que llevo aquí, piensa para sí.
Con una pluma que encuentra después de checar cada cajón de los burós y cómodas, comienza a diseñar un plan detrás de la pintura situada al lado de la ventana.
Un incendio.
Mucamas.
El sótano.
Todo va tomando forma en su mente y, a su vez, en la pared lisa que ahora cuenta con palabras y garabatos que, de seguro, solo ella podría entender.
Mientras tanto en otra parte del castillo, se encuentra Mark hablando con Egil en la sala de armas.
- ¿Cómo vas con la búsqueda de Elodi?
-Es el colmo que tengas una aventura conmigo, y además tengas el descaro de hacerme buscar a tu amor platónico. Eres consciente de ello, ¿verdad?
-Dame tus lecciones morales después, hoy no estoy de humor para ello.
-No hay noticias nuevas, Egil. Sabes que esto es un caso perdido, aunque creo capaz a Lia de hacerle algo, dudo mucho que la tenga encerrada. Es su hermana por el amor de dios.
-No puedo detenerme Mark, sabes que es el amor de mi vida, no puedo perder la esperanza. Me rehúso a creer que ha muerto.
-Esto no me incumbe, pero, -Mark toma a Egil del hombro y lo mira a los ojos- yo creo que deberías acoplarte a tu vida Egil, intenta enamorarte de Lia, sé que has adoptado la idea de que Lucia es tu hija. Y cómo no hacerlo si la conoces desde bebé.
Solo salva a tus hijos de ese lugar, sácalos de aquí y sálvalos, deja que ellos hagan su vida en otra parte del mundo, y después encárgate de los problemas de aquí. No es tan difícil, Egil. Inténtalo. -Mark se acerca a su rostro para besarlo, sus labios chocan pero Egil no responde al beso, simplemente lo recibe y procede a alejarse del lugar.
Sé que tiene razón, pero por dios, no puedo perder a Elodi. Lo que sea, menos ella.
Mientras camina al jardín principal, recuerda con nostalgia esos tiempos que tanto extraña. Cuando él era el rey de un lugar muy distinto a este.
El día que mis padres me dijeron que conocería a las princesas del reino vecino, yo estaba muy nervioso, sabía que la hija mayor sería mi futura esposa, aunque yo no lo quisiera, me casaría con ella. Grande fue mi sorpresa al conocer a la hija menor de los reyes. Elodi, una señorita de cabello rojizo, tez pálida y pecas que tapizaban sus mejillas y nariz, era tan agradable, simpática y linda. Era un placer para mí ir a platicar con ella a su reino, pero sabía que era un riesgo el enamorarme de ella.
-Me gustas Egil, sé que no es lo correcto, pero quería decírtelo
-No me casaré con tu hermana, Elodi
- ¿Pero de qué hablas?
-Hay que escaparnos, Elodi. Tu y yo sabemos bien que tu hermana está enamorada de Dan, dejemos que sean felices y nosotros vayamos a ser felices a otra parte.
Grande fue nuestra sorpresa cuando nos enteramos que el Príncipe Daniel, había fallecido, una enfermedad que le arrebató la vida, y a Lia, el padre de su bebé en vientre.
Nadie les preguntó si querían casarse, a Elodi la encerraron para que no intentara escaparse cuando se enteraron de sus planes de fugarse
Es tu deber como futuro rey, le dijeron sus padres. Debes de pensar en el bien de la gente, que ustedes dos se casen es lo mejor para ambos reinos.
Egil no tuvo opción alguna, se casó con Lia, viendo a escondidas a su hermana por las noches, él sabía que Lia, era consciente de lo que él hacía con su hermana por las noches, pero prefería seguir centrada en su reinado y en la salud de su bebita aun no nacida.
Cuando se enteró que su hermana estaba embarazada, ella enloqueció.
Quizá fue el estrés, el enojo, o su mala alimentación, pero al nacer la princesa Lucia, ella no resistió mucho tiempo. Falleció a las dos semanas, y con ella, se fue el corazón que tenía Lia, porque nunca volvió a ser la misma.