Capítulo 22
19 años atrás…
-Elodi, no te preocupes, sabes que yo estoy enamorada de Daniel, no pretendo robarte a tu hombre.
-No estoy diciendo eso, es solo que…deberías hablar con nuestros padres sobre esto. Y más con lo de tu bebé en camino -Elodi camina en círculos mientras su hermana la observa sentada en la cama de su habitación
-Lo sé, ¿Crees que no lo he intentado? Sabes que ellos llegan a ser algo… difíciles.
-Pero tendrás un bebé, Lia -le dice casi a gritos
-Dilo un poco más fuerte y te escucharán en china, por dios.
Lo haré, ¿está bien? Esta noche intentaré hablar con ellos sobre Daniel, es un príncipe, no puede ser tan difícil, ¿cierto?
Y así fue, Lia habló con sus padres acerca del amor que sentían el uno por el otro, ellos se opusieron rotundamente ante sus sentimientos, el príncipe Daniel claro que era de la realeza, pero era de un reino muy pequeño y pobre, algo para nada conveniente para ellos o sus hijas. Ella tenía que casarse con Egil, si, o sí.
Nunca alguien se enteró de sus planes para escapar, ellos dos se irían con todo el dinero que pudieran recolectar, a pesar que a Daniel le pesaba dejar a su familia sola, sabía que su hermano menor podría encargarse del reino el solo. Los planes se vinieron abajo cuando él, enfermó. Una plaga que acabó con casi la mitad de su reino, y con el príncipe.
Lia, lamento no poder despedirme en persona, quisiera que las cosas pudieran ser diferentes pero me temo que no duraré mucho en este plano, mi cuerpo ya no resiste más y pronto me iré.
No quiero que olvides lo mucho que te amo, cuida de nuestra bebita, no quería arruinarte la sorpresa, pero fui con una bruja antes de que la enfermedad callera en mí, y me dijo que tendríamos una niña hermosa y valiente en nuestras manos.
Yo te cuidaré en cada paso que des, estaré cada segundo a tu lado. Espero que algún día puedas perdonarme por dejarte sola con nuestra niña.
Te amé ayer, te amo hoy y te amaré mañana, hasta el fin de los tiempos, con mi muerte no se va el amor que tenemos mi princesa.
Trata de no extrañarme mucho.
Al leer la carta de su amado, Lia no pudo hacer más que llorar por días y días hasta quedarse vacía, hasta sentir su corazón como un cascarón vacío.
Sus padres insistieron demasiado con su matrimonio, pues tenía que casarse con Egil antes de que la gente se enterara de su embarazo. Egil y Elodi ya tenían listo su plan, pero lamentablemente no se dieron cuenta que, al hablar de ello, una mucama los escuchaba, e iría de inmediato a contar el jugoso chisme a sus compañeras de trabajo.
El rumor llegó a los oídos de sus padres y decidieron encerrarla en su cuarto hasta que el compromiso ya estuviera hecho.
La boda real fue algo memorable y bueno para contar entre la realeza, un espectáculo maravilloso para sus ojos, pero sumamente doloroso para los dos que se amaban en secreto.
Los reyes enfermaron poco después de la boda, tuvieron que coronar a Lia como la nueva reina de Meydis, y con ello, a Egil como el nuevo rey.
Lia intentó ser fuerte, claro que lo intentó con todas sus fuerzas, no le importaba dar una mala imagen al dejar los chismes de su hermana fluir entre la gente, ella lo único que quería era tener entre sus brazos a la única conexión que le quedaba con su amado fallecido.
Al tener a su princesa en manos fue la persona más feliz de todas sin duda alguna. Pero nada dura para siempre, y lamentablemente, su niña falleció a las dos semanas de haber nacido.
Ella no podía soportar otra perdida más, no de nuevo.
¿Por qué todo lo que amo se va?
Así que tomó una decisión, la decisión que le traería de vuelta a su hija, pero sin saberlo, condenaría a todo su reino.