First Summer

Capitulo 1 "Comienzo del verano."

Las estaciones, son una de las cosas que aprendemos desde muy pequeños y en los primeros días de escuela nos enseñan a cómo diferenciarlos; el otoño del invierno y la primavera del verano. Algo así, como lo frió de lo caliente y lo sólido de lo transparente. Un ciclo que vuelve a empezar una y otra vez.

Por una parte, el otoño etapa en que las hojas de los árboles caen, se recolectan nueces de donde allá, empiezan los días frescos donde el comienzo de la noche se hace esperar con un cielo anaranjado y rosa, en tonos fugaces y hermosos. Una gran inspiración para cualquier artista con ganas que capturar los colores con su pincel y plasmarlos en un cuadro, con toda la esencia.

El próximo es el invierno; el frío se acentúa con o sin lluvias, con o sin viento que empuje a la noche reclamando su lugar con más antelación, los árboles ya desnudos de sus hojas, la cristalización de pequeños charcos y si el clima está de humos esperar a que la nieve caiga, aunque no sea probable, se puede soñar, no?. Pero me conformo con esos días en que el cielo es cubierto por miles de tonalidades de grises y humedad que avecine una lluvia, descansando en casa con una gran taza de café o chocolate caliente a gusto, si se da la ocasión, la lluvia estrellarse en las ventanas y caer en pequeños ríos, respirando el aire frió y su humedad con sabor a tierra mojada entrar a tus pulmones llenándose, aun mejor que los caramelos de menta.

La primavera, dulce primavera. Como dice un viejo dicho "después de la lluvia viene la calma". Mi calma son las flores. Estrenando sus colores a la temporada, haciendo frió en los primeros días aún se siente el calor del sol saliendo de las sombras con aire tibio y relajante mezclado de algún perfume floral; y en especial el aroma a lavanda, mi favorita.

Y así, como nada dura para siempre, llega el verano. Molesto y abrazador. Que por más ropa que te quites no es suficiente, ya que sudas aun sin hacer nada. La temporada que más odiaba.
En esta estación yo era como un oso en la etapa de hibernación, refugiada en casa con la única desventaja de tener que lidiar con mi hermano y sus amigos.

-Ya... chicos podrían hacer menos ruido?- Les grite por lo alto de sus risas, golpeando mi puño contra la pared.

-Que pesada eres, Ann.- Me grita mi hermano, mientras escucho como los demás siguen riendo a carcajadas.- Porque no bajas si te molesta...- Y siguió riendo con los demás.

"Bien, pero no se atrevan a bajar." y me levante del confortante cerámico fresco de mi dormitorio al living, con el libro con el que estaba disfrutando mi tarde y otros dos más si me apetecía seguir leyendo, ya que no siempre encontraba algo más entretenido en la tele, a menos que pasen una película basada en los libros que me gustan.

La mayor parte del tiempo, nuestros padres están fuera de casa. Cuando mi hemano y yo éramos pequeños, ellos eran dueños de una pequeña panadería que con los años fueron expandiendo y abriendo nuevas sucursales con gran éxito, y que luego de que mi hermano empezara la universidad pasaran más tiempo fuera de la ciudad para mantener su empresa. Cosa que realmente no me entristece, sinceramente, ya que están viviendo su sueño y eso es mucho decir. Pero no puedo decir lo mismo de Ewin, el y yo somos cara de una moneda totalmente opuestas. Aunque tal vez se deba a su naturaleza amable y popularmente sociable le es difícil estar solo, en nuestra casa, en la universidad o en el trabajo, ya que no pierde el tiempo en invitar a sus amigos a quedarse. Y estoy completamente conciente, en pensar, que sus amigos serian mejor compañía que su insociable hermanita.

Para ser franca, odiaba esa palabra. INSOCIABLE. No, mejor dicho aún la aborrezco. Asi me había definido mi padre y aunque mi madre nunca me hubiera descrito así, siempre creí firmemente en que solo se limitó a aceptarme así. Cosa que no era verdad, de por si me costaba ser sociable pero no era del todo solitaria, solo que no me sentia comoda con conversaciones triviales o vulgares comunes de los jóvenes de mi edad.

Pero así era, con un limitado número de tres amigas más cercanas era feliz. Ah sí, y con una novela para soportar otro verano.

Ya estaba acomodandome en el sofá cuando escuche el timbre, dejando mi libro a una lado del sillón a mi lado fui a ver quien podria ser mientras me fijaba en la hora en mi celular marcando las ocho y cuarto pasadas.

Vi a un hombre de espaldas a mí cerrando la pequeña reja de entrada, vestido de jeans azul gastado, sandalias playeras y una remera suelta blanca.

-Hola.- Me saludo Mark el amigo de mi hermano.

-Hola.- Devolviendo el saludo.-No hacía falta de tocaras el timbre.-

-No quería asustarte.- Encogiéndose de hombros.

-¿Asustarme?- Le pregunte, alzando una de mis cejas, "¿De él, en serio?"




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