Sacudo mi cuerpo una vez el calor del interior de la casa golpea mis sonrojadas y frías mejillas.
Acerté esta mañana, a la hora de salida del instituto estaba lloviendo a cantaros, y papá no podría venir a recogerme por lo que he tenido que venir andando.
Andrew se ofreció a llevarnos a todas a casa, yo me negué, me agradaba que se ofreciera, pero aún no tenía la suficiente confianza como para ir en su camioneta.
Escuche el repiqueteo de las pequeñas patas de White correr en mi dirección, antes de que el llegará yo ya me encontraba en el suelo esperando por mi bienvenida.
— Hola bicho — Acaricie su cabeza y deje que dejara un par de lengüetazos en mi rostro.
Habíamos adoptado a White hace cuatro años, cuando lo recogimos era un pastor alemán famélico y maltratado, desde entonces nos esforzamos por hacerlo el perro más feliz del mundo.
— ¿Ely? — Me levante al ver como Helena se escurría con su silla hasta el recibidor.
— ¿Aún no te acostumbras? — Pregunte agachándome a un altura y dejando un beso en su cabeza.
Si antes del accidente ambas éramos apegadas ahora lo éramos un millón de veces más, de hecho en el hospital, mientras ambas recibíamos nuestros tratamientos exigir estar en su misma habitación.
Recuerdo el jaleo de papeles que papá tuvo que montar por ello.
—Hay algunas esquinas a las que aún no les cojo el truco — Bromeó, reí con ella.
Cuando recibimos la noticia de su lesión creo que papá y yo lloramos más que ella, por su parte Helena solo agradecía seguir con vida, y solía decirme que había gente en peores condiciones, que ella no iba a amargarse por no poder caminar cuando hay personas que aun pidiendo hacerlo, no son lo suficientemente fuertes para mantenerse en pie.
Helena era aquello que yo siempre he querido ser, es tan maravillosa.
— ¡Oye! — Sentí sus uñas pellizcar mi pierna.
Di un pequeño brinco y fruncí el ceño dándole una mala mirada.
— ¿Es necesario hacer eso siempre? — Pregunte mientras tomaba los mangos de su silla y nos llevaba a ambas a la cocina.
Toda la casa se había adaptado a las necesidades de Helena, ensanchando puertas y construyendo su cuarto en la parte baja de la casa, para evitar tener que subirla por las escaleras.
— Es la manera más rápida de hacerte volver. Preguntaba si has comido en el instituto —Miro sobre su hombro y vio mi negativa.
Una vez en la cocina la deje cerca de las encimeras, yo cocinar iba hoy.
— En un principio lo iba a hacer, pero las chicas y el chico con los que pase el día se fueron, decidí irme yo también — Ate mi cabello húmedo en un moño desarreglado.
— ¿Has hablado con personas? ¿tú? — Pregunto con cierto tono sarcástico.
Tire en su dirección un trapo de cocina que le dió en el rostro, ambas reímos.
— Si, se supone que venimos aquí para cambiar de aires, ¿no?, sus nombres son Kenya, Molly y Andrew, son muy simpáticos, te caerían bien — Tome de uno de los armarios el tarro que guardábamos con pasta.
Y de otro la olla para el agua, que pronto llené y coloque al fuego.
— Me gustaría conocerlos algún día — Rodé los ojos.
— Los he conocido hoy, dame un tiempo de prueba — Ella asintió riendo.
Decidí sentarme sobre la encimera, lo suficientemente lejos de la vitrocerámica como para no quemarme pero lo suficiente cerca como para verter la pasta en el agua hirviendo.
— ¿Y tú?, ¿cómo te hace ido en el primer día de clases online? — Resopló moviendo su cabello.
— Es igual que en Denver, las cosas que daré este año ya las sé casi todas. Sobretodo en matemáticas, ¿quién no sabe hacer un sistema de ecuaciones? — Alcé la mano, ambas reímos.
Siempre había sido nefasta para los números, sin embargo las letras eran otro mundo para mi, eran difíciles en igual medida, pero había algo que me las facilitaba.
— ¿Pasta con queso o carbonara? — Pregunté caminado hasta el refrigerador.
— La segunda opción es tentadora pero tengo mucha hambre así que me quedaré con la primera — Rodé los ojos, y tome los ingredientes necesarios para la boloñesa.
— Simplemente podrías haber dicho; la primera o con queso — Ella río.
— Y Gandí podría haber dicho; "no hay caminos para la paz", sin lo que resta, la frase hubiera sido muy diferente a la original ¿no? — Le lancé un trozo de cebolla que ella atrapó con la mano.
— Eres una sabelotodo — Bufé.
— Ya lo sabía
Reí.
Agradecía cada día que ella siguiera conmigo, sin Helena no hubiera podido seguir adelante. Incluso teniendo a papá, no hubiera podido salir de ese hospital sabiendo que tres de las cuatro personas que más quiero en este mundo se habían ido.
No hubiera podido.
El sonido de la puerta abrirse y cerrarse junto a los ladridos de White nos hacen saber que papá ha llegado.
Dejé un segundo de cortar cebolla para asomarme al recibidor.
—Estamos en la cocina — Hablé sobresaltándolo.
Dió un pequeño salto y dejo caer su bandolera, reí de manera sutil mientras él respiraba tranquilizado su corazón.
— Eso si fue un susto, ¿qué tal tu día? — Pregunta dándome un caluroso abrazo.
— No ha estado tan mal — Respondí, se separó de mi y miro mi ropa.
— Por dios Ely, estas empapada, ve a darte una ducha rápida y cambiarte. Yo me ocuparé de lo que estéis haciendo — Descolgó de mi cuello el delantal que yo antes me había colgado y lo puso sobre su camisa.
— Así sí que estas guapo — Bromeé comenzando a subir las escaleras.
Escuche su risa desaparecer cuando entró a la cocina, yo por mi parte camine hasta mi cuarto, quité las deportivas y los calcetines de mis pies, tomé algo de ropa interior y uno de los pijamas más calientes de los que tenía.
Regrese al pasillo para caminar al baño al final del mismo, pero cuando mis pies tocaron el frío suelo de madera una imagen de lo que parecía una casa en llamas apareció ante mi, no tuve tiempo de sobresaltarme pues tan pronto como había llegado se fue. Sacudir la cabeza y pestañeé varias veces, incluso froté mis ojos para asegurarme de que solo había sido un estúpido delirio de mi muy enferma mente.