Estaba muy emocionada, ¡Hoy era el día!, estaba segura.
Había limpiado mi casa a la perfección, mis padres no estaban, habían viajado a la ciudad capital a hacer unas compras, y acababa de recibir un mensaje de Nicholas: “Ahora voy para tu casa, tenemos que hablar de algo importante”, más claro imposible, estaba segura a lo que venía, por eso quería un ambiente agradable.
Luego de haber recibido el mensaje salí corriendo al almacén de la esquina, por supuesto, luego de gritar como loca y pegar saltitos de alegría. Fui a comprar un desodorante de ambiente sabor frutilla con chocolate, era delicioso, totalmente romántico, perfecto para una situación como ésta, lo necesitaba para que endulzar a la atmosfera, y todo se volviera aun más íntimo.
La verdad es que no existen las palabras exactas para describir como me sentía en ese momento, hace quince años que estoy esperando esto. Desde que tenía seis, ahora tengo veinte, sí, lo sé, lo sé, un poco tarde, pero no importa, ya lo dice el famoso refrán: más vale tarde que nunca.
Adorné la mesa ratonera de la sala con unas flores rojas, que corté del jardín. Esas flores me gustaban bastante, por su color rojo fuerte y apasionado. Cuando mi madre se entere que las he arrancado se enojará y me pegará la peor retada de mi vida, pero no importa, vale la pena el sermón por el amor de Nicholas.
La casa no fue lo único impecable, yo también me embellecí, me di el baño más corto de la historia, me perfumé con una colonia francesa llamada “Femme Irrésistible”, guardada para una ocasión especial, ya que es carísima, y adivinen qué, ésta es la ocasión más especial y grande de mi vida. Sólo espero que el perfume me vuelva irresistible para los labios de Nicholas, tanto como lo dice su nombre. Me cubrí con un hermoso vestido naranja, de un color que incitaba atracción, y me maquillé sutilmente con una sombra delgada, tampoco quería ser tan obvia y quedar totalmente desubicada. Quería que las cosas se den naturalmente.
Habrán pasado un poco más de quince minutos, pero para mí fueron como quince años más, ¡Estaba tan nerviosa!, podía sentir como mi corazón golpeaba sobre mi pecho frenético, y mis manos habían comenzado a sudar como si fueran una fuente de un parque. Espero no hacer el ridículo. Mi mente estaba maquinando cientos de planes y respuestas diferentes, todo tenía que salir perfecto. “¿Quieres ser mi novia?”, yo no podía dar una respuesta rápida, primero tenía que actuar un poco, fingir que lo meditaba, llevaría mi dedo índice a mi boca, y tararearía una cancioncita mientras me actuaba pensante y confundida, creando algo de suspenso, ya podía imaginarme su gesto desesperado esperando mi respuesta dilatada. La respuesta era un obvio y rotundo “Sí”, pero como mujer una tiene que hacerse de rogar un poco, ¿No?
Cuando golpearon a la puerta yo ya estaba abriendo el picaporte, poniendo mi mejor cara de ignorante, como si no tuviera ni la más remota idea de lo que quería venir a hablar conmigo. ¡Este es mi día!, me dije hablándome a la mente, sonriendo bobamente.
Nicholas estaba hermoso, tenía una camisa azul noche, que le quedaba espectacular, y un jean claro haciendo contraste. Sabía cómo vestir bien. El flequillo lo llevaba levantado, resaltando sus deliciosos ojos cafés.
Me dio un pequeño beso en la mejilla y yo lo invité a pasar a dentro. Nicholas olió el ambiente y miró las flores con una sonrisa picarona:
— ¿Esperas a alguien? — me preguntó desviando la mirada a mi vestido, su boca se abrió ligeramente y sus pupilas se dilataron.
— Sí— le dije sonriendo inocentemente mientras llevaba un dedo a mi boca — A alguien muy especial.
Él sonrió y se sentó en el sillón.
— Me alegro por ti— me dijo oliendo las flores de la mesa — Pues es un chico muy afortunado.
Se me escapó una risita y me senté a su lado, sin poder despegar los ojos de sus labios, ¡Oh por Dios!, ¡Había esperado mucho tiempo por esto!, ¡No podía esperar más!, ¡Por favor bésame ya!
— Bueno, ahora a lo que vinimos— me dijo girando para mirarme de frente. Con el movimiento de su cuerpo me envió una oleada de su perfume, yo lo aspiré hondo, deleitándome en secreto de su dulce fragancia.
— ¿Si?— Le pregunté— ¿Sobre qué era de lo que querías hablar?
Nicholas respiró hondo y luego soltó las palabras:
— Sabes que nunca tuve buenas relaciones— me dijo mientras yo asentía atentamente a sus palabras— Nunca he tenido una relación formal o seria, las cosas nunca parecían funcionar para mí, por una u otra razón, pero hay un momento en la vida de un hombre que siente que debe sentar cabeza, y sólo eso pasa si conoce a la persona indicada, y sabe que luchará por ella incluso contra el mismo destino si este se pone en su contra — dijo sonriendo, sus palabras me provocaron un vuelco al corazón, mientras que en mi estomago se despertaron miles de mariposas revoloteando como locas, comencé a temblar levemente, pero intenté mantenerlo a raya, no quería arruinar el momento.