Flavio y el Ángel Caído (libro 4)

11a El final de los gemelos

La familia estaba cenando plácidamente en el comedor de la casa, celebraban de alguna manera el éxito de LC de haberse puesto al día para salvar el año escolar. AJ contaba lo que había adelantado en sus clases de magia, y lo mucho que se divertía en las prácticas. Un remolino casi imperceptible de humo negro apareció detrás de Catalina, y de entre los cartílagos llenos de escasas plumas negras salió Asmael. Su aspecto ya no era lozano como antes, sus ojos rojizos apenas brillaban y no era capaz de dar una sonrisa, la parte inferior de sus alas tenían poco plumaje, el suficiente para tapar el delgado cartílago que las sostenía. La niña saltó de la silla para abrazarlo, y AJ lanzó una soga mágica y se lo impidió, para luego traerla hacia él.

—Rápido hermana, combina tus poderes con los míos. ¡Poderes de los mellizos fantásticos, actívense!

—¡Suéltame de una vez, idiota!

—¡Jamás! Ese cuervo se llevó a mi familia y no permitiré que lo haga de nuevo.

—Suéltame o te juro que te tatuaré una calavera en el rostro.

—¡Uf! No te atreverías, eres un ángel.

La pequeña Ángel de la Muerte hizo que la palma de una de sus manos brillara y formara una calavera de fuego azul en ella. Puso la palma de la mano ardiente cerca del rostro de su hermano, y le volvió a pedir con voz firme y suave que la soltara. AJ se aterrorizó al ver delante de su cara la calavera ardiente, que una que otra flama le acariciaba su rostro con un calor agradable. Abrió la mano donde tenía la soga mágica y ésta desapareció. La niña corrió hacía Asmael y le dio un suave abrazo, y sin darse cuenta, una de sus plumas se desprendió de sus alas. La niña la recogió del suelo, y una lágrima recorrió su mejilla al recordar del sacrificio que había hecho al devolver a su padre a la vida.

—No te preocupes, mis alas aún están sanando, pronto volverán a ser lo que eran.

Con cortesía, Flavio le acercó una silla para que se sentara a la mesa. Asmael torpemente y dando quejidos lastimeros guardó sus alas. El niño seguía enfadado viéndolo a los ojos, le disgustaba su presencia, y no le importaba lo que nadie opinara.

—¿Cómo te sientes? –preguntó Cata.

—Me siento bien, ya recuperé casi todas mis fuerzas –respondió Asmael.

—¿A qué viniste? –preguntó AJ de forma grosera.

—¡AJ esa no es la forma de hablarle a Asmael! –gritó LC.

—No me voy a disculpar esta vez, no confío en él.

—Déjalo niña –dijo Asmael–, fue muy duro para él lo que pasó, lo entiendo, pero igual espero que nos ayude.

—¿A qué te refieres con eso, cuervo a medio morir? –preguntó AJ en tono grosero.

—Sí le vuelves a decir cuervo, te voy a llenar de plumas negras hasta donde no te da el sol. –lo retó Augusto.

—Pero abuelo, él se…

—Pero nada, ese ángel ha hecho mucho más de lo que crees y merece tu respeto.

—¿Qué necesitas de Arturo José? –preguntó Catalina viendo furiosa a su hijo.

—¡Ni de chiste voy a ayudar a ese cue…! Ángel Caído.

—¡AJ! –gritó Flavio.

—No me ofende, eso es lo que soy. En pocos días Rafael les avisará sobre la trampa, y él necesita a todos los hombres de la familia para ayudarlo, y sobre todo a AJ.

—¿De qué trampa hablas? –preguntó el niño.

—Rafael se los dirá en su momento –dijo Asmael.

—Bueno, basta ya –dijo Olga–, voy a buscar un plato para servirle a Asmael.

—¡Pero abuela! –protestó AJ.

—Nada de quejas –dijo Olga–, él siempre se ha portado muy bien con esta familia, y no merece que lo trates así, compórtate o ya verás.

—Sí abuela.

Hubo un silencio momentáneo, realmente nadie sabía si podían seguir conversando de la manera que lo hacían, y por mucho que Asmael le explicó a la abuela que él no necesitaba comida para existir, ella insistió al decirle que si podía disfrutar una buena comida. El Ángel Caído se rindió al final y empezó a comer del plato que le habían servido. El niño se mantuvo en silencio el resto de la cena, sin dejar de ver al ángel caído, ni siquiera para meterse el cubierto a la boca, y aunque su hermana lo golpeaba con el codo pidiéndole que disimulara, no le sacó la vista ni por un momento.

Dos semanas después de la visita de Asmael, todos estaban disfrutando de un programa de opinión en la televisión, el conductor del programa entrevistaba a un multimillonario solitario de nombre Augusto, padre de una sola hija, que había enviudado hacía 5 años atrás. El hombre hablaba de un paramédico que le salvó la vida en un aparatoso accidente hacía más de 20 años. El anciano comentó que el accidente había ocurrido en el kilómetro 93 de la carretera nacional, y gracias a la ayuda que este hombre les brindó a los bomberos en ese momento, sacaron su cuerpo casi sin vida del auto. Según le dijeron los médicos, gracias a la manera como el paramédico lo había inmovilizado en la camilla, fue la clave para que sobreviviera al accidente. A Augusto le hacía un poco de ruido en su cabeza el relato del multimillonario, pero no sabía por qué era, quizás porque tenían el mismo nombre. Flavio abrió asombrado los ojos al ver que uno de los invitados era el doctor Mateo, el ángel de la muerte del hospital Orange.



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En el texto hay: fantasia, angelesydemonios, persecuciones

Editado: 09.07.2020

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