Flawless

invitación

Había escuchado la llamada a la puerta, pero la voz que llamó era del tipo con el que menos quería hablar en ese momento.

Me quedé quieta fingiendo dormir, de todas formas, andaba sin ropa bajo las sábanas. No me gustaba usar pijamas y aunque no debía pasar del medio día, luego del baño con agua fría, preferí recuperar horas de sueño perdido.

Sinceramente yo no tenía la culpa de que dormir desnuda fuese saludable. No lo decía yo, lo decía la ciencia.

Escuché cuando la puerta se cerró, así que me acomodé boca abajo, sin molestarme en cubrir mi espalda.

Y realmente hubiese sido un buen sueño, de no ser por el hecho de que sentí que un lado de mi cama se hundía. Pero la sensación de pánico desapareció cuando reconocí su olor.

Incluso la habitación de invitados ahora ocupada por el duque tenía impregnado su olor. Pero hasta el momento no había encontrado perfumes ni colonias en sus cosas.

¡Calma!

No lo hostigo, simplemente no era difícil hacer mi búsqueda cuando las pertenencias del duque eran mínimas. Su primo únicamente le traía ropa.

Sentí el roce de sus dedos sobre mi espalda y tuve que apretar las sábanas entre mis puños para no moverme.

En otras circunstancias me habría alejado de su roce o lo hubiese golpeado. No me gusta que me toquen ninguna parte de mi cuerpo. Pero ese roce… no se sentía mal; corriente eléctrica se desplazó deliciosamente por mi espalda y no pude evitar suspirar con satisfacción al tiempo que apretaba con fuerza mis ojos cerrados y mis labios.

¿Qué demonios me pasaba? Debía gritarle que se largara. Que no me tocara.

Pero en cambio, aún me encontraba allí esperando que tomara valor y siguiera con su caricia. Y lo hizo.

Sus dedos trazaban delicadamente la extensión de las plumas, una por una.

Lentamente giré mi rostro hacia él. Esperaba que por lo menos dejara de tocar, pero no lo hizo.

Capturé su rostro; sus ojos concentrados en la piel de mi espalda no se despegaron de su objetivo en ningún momento.

- ¿Te gustan? – pregunté haciéndome notar.

-Son hermosas- respondió deslizando lentamente su mirada desde cada parte de mi espalda hasta llegar a mi rostro.

-Gracias- comenté con voz ronca y dormilona.

-Supongo que no has estado en la marina o en algún circo ¿verdad?

-La verdad es que soy una ex convicta- intenté sonar seria. Alan entrecerró los ojos con suspicacia y luego sonrió.

>>Piénsalo- continué- vengo de Suramérica, puedo estar huyendo de algún captor desquiciado que quería venderme como atracción barata de circo.

Mi broma no le causó gracia al duque, quien con cara de pocos amigos dejó de trazar las líneas.

Mala suerte para mí.

>>Cálmate gruñón, no aguantas una patada en la cara- hundí mi rostro en la almohada ahogando la carcajada que se me escapó.

Tras un par de minutos en silencio, decidí volver a mirarlo. Alan me miraba entre divertido y curioso.

>> ¿Qué? – pregunté con tono inocente.

El apuesto caballero negó divertido y se cruzó de brazos sin despintarme en ningún momento.

Entonces recordé el motivo de mi mal genio.

Era una de las cosas que me molestaba de las personas que me caían bien. Cuando peleaba con alguna de ellas por algo simple, siempre terminaba olvidándome de la ofensa y así no podía vivir en paz conmigo.

Tenía un status el cual mantener en la cima.

>> ¿Quién te dio permiso de entrar a mi habitación? -pregunté ahora en tono mordaz.

-En teoría, era el plan que tenías para mí, así que no le vi el sentido de cambiarlo- comentó él encogiéndose de hombros.

No debía dejarme confundir por su lógica estúpida.

-La idea era que yo te lo mostrara, no que entraras sin mi consentimiento.

-Toqué antes de entrar.

-Pero en ningún momento te di permiso de entrar.

- ¡BIEN! Entonces me voy.

- ¡Bien! - exclamé volviendo a hundir mi rostro en la almohada.

Tras varios segundos en silencio, lo escuché decir: -Se supone que este es el momento en el que debes pedirte que no me vaya.

-Yo no soy la gruñona aquí.

- ¿Y yo sí?

-Tu escenita de celos lo dejó bastante claro- concluí y él se quedó en silencio.

- ¿Crees que estoy celoso? - preguntó en tono neutro. Resistí el impulso de levantar mi rostro y mirarlo, en cambio moví mis hombros en un intento de mostrarme desinteresada.

>>Entonces eso es lo que se siente- murmuró y alcancé a notar como la cama volvía a hundirse ante su peso- ¿Una disculpa es suficiente?

-Preferiría que dejaras de comportarte como un imbécil bipolar.

-Auch.

-No sé qué demonios es lo que te sucede, pero si no te comportas como una persona civilizada voy a terminar partiéndote la mandarina en gajo.

- ¿Y eso qué es? - preguntó enarcando las cejas. Decir que solté una carcajada sería quedarse corto.



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En el texto hay: hermanas, amor, peleas poderes oscuros

Editado: 26.07.2018

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