Las reuniones en el Reino Luna solían durar un día completo, los invitados de los reinos vecinos se alojaban en el castillo y seguían un cronograma de actividades que terminaba con una gran fiesta.
Fue en este momento, que todas las personas del salón observaban a la radiante pareja que abría la pista de baile, la princesa del reino Luna, Ambrielle y el príncipe del reino Estrella, Kenaz.
— Estoy tan celosa —Melody, quien apartó su mirada observó a la joven hablar—. Vas a pagarme con todo, maldito Kenaz.
— Esa princesa siempre consigue a los mejores príncipes. ¿Cómo lo hace? Es sólo una cara bonita, rubia y de ojos claros.
— La princesa Ambrielle —dijo interrumpiendo su conversación—, no sólo es bonita, es auténtica y radiante, digna de ser la heredera al trono de su reino.
Ellas se sobresaltaron con las últimas palabras de Melody, habían hablado cerca de la persona equivocada. Por supuesto, en su mente se escudaron de que el vestido de Melody no resaltaba en nada con la ocasión, cómo distinguirían que se trataba de la mejor amiga de la princesa.
— Disculpenos, princesa Melody. —Ella sólo las miró sobre su hombro con una delicada sonrisa y asintió sin decir nada.
Aunque ambas se alejaron del lugar, una última frase fue escuchada por Melody: “Realmente, ella no se parece en nada a una princesa. ¡Qué modales!"
— Esto es lo que ganas cuando tienes buen oído. —dijo cruzándose de brazos y mirando con una sonrisa a Ambrielle.
Hubiera sido una noche perfecta, de no ser porque en medio del baile, Kenaz empezó a girar compulsivamente junto con Ambrielle. Todos en el salón se reían ante lo que parecía un acto de comedia, pero en cambio Melody, notó como del príncipe brotaban lágrimas de sangre de sus ojos.
— ¡Detengan todo! —Melody gritó y corrió hacia ellos, separando con movimiento veloz y decisivo a Ambrielle de Kenaz, tomándola por sus hombros—. ¡Guardias, sujeten al príncipe Kenaz! —ordenó inmediatamente.
Ambrielle al igual que todos en el salón se encontraba confundida, hasta que observó el ensangrentado rostro de su amado.
— ¿Qué? ¡Kenaz! —intentó zafarse del agarre de Melody, pero ella se lo negó.
Las personas inundaron el salón con sus gritos, tanto que Melody se sentía aturdida.
— ¡Es una maldición! ¡Alguien maldijo al príncipe!
— ¡Hay que sacarlo de nuestro reino ahora mismo!
— No, alejense de Kenaz —Ambrielle empujó a Melody y corrió a abrazar a Kenaz—. Kenaz, mírame soy yo.
Melody se levantó del suelo, con mucho pesar acomodó su vestido y fue directo a dar otra orden a sus guardias:
— Lleven al príncipe Kenaz a su habitación. Mantenganlo vigilado. —dijo con voz fuerte y firme.
— ¿Qué estás haciendo, Melody? ¡Tenemos que ayudarlo! —Ambrielle estaba desesperada, le angustiaba ver cómo Kenaz era arrastrado por los guardias.
— No. Nosotras no podemos ayudarlo y lo sabes. —le respondió segura.
Después de todo, Ambrielle logró tranquilizarse y mandaron a buscar a la bruja del reino Luna, Callista. Ella era la persona especializada para tratar con maldiciones. En cuanto llegó el príncipe estaba inconsciente, junto a su cama, se encontraban ambas princesas.
— Callista —corrió Ambrielle hacia ella—. Kenaz perdió mucha sangre, los médicos no saben qué hacer.
— ¿Puedo verlo? —tras el asentir de la princesa, Callista inició su trabajo.
Melody cruzada de brazos observaba a Callista, analizando cada uno de sus movimientos y la actitud nerviosa de Ambrielle. Realmente la práctica de brujería no estaba bien vista en su reino, no cómo allí que parecía tan natural.
— Esto tuvo que ser una maldición de sangre —dijo Callista horrorizada, agacho levemente su rostro frente a la princesa, pensó “¿Cómo le diré?”—. Princesa Ambrielle, el príncipe continuará empeorando, su magia y la mía son inútiles frente a este tipo de maldición.
— No, no me digas que voy a perderlo. —dijo la joven suplicando.
Callista no dijo otra palabra y se encaminó a la puerta, Ambrielle se arrodilló junto a la cama y tomó la mano del príncipe, tan cálida aún.
— Por favor, Callista. Te daré todo lo que quieras, ayúdame a encontrar una forma de salvarlo. No importa lo imposible que sea, por favor. —ella estaba totalmente desesperada, Melody no podía mantener su mirada realmente verla así hacía que quisiera llorar.
— Princesa Melody —dijo uno de los guardias—. por favor, venga un momento.
Ella se disculpó con Ambrielle y se retiró de la habitación. Callista al ver que se habían quedado solas, se arrodilló ante la princesa. Dudo por un segundo, pero su lealtad a la corona le impedía irse sin decir más.
— Hay una forma, una prohibida por todos los reinos —la mirada de Ambrielle se iluminó aún tenía esperanza, sus brillantes ojos veían a Callista—. "Existe un reino, un reino en el que una flor cristalina, espera pacientemente por cumplir un deseo , y capricho, de cualquiera que llegué a ella"
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Editado: 10.05.2024