Alice se vio por última vez en el espejo. Su vestido negro, el único que tenía y el más bonito, lo tiene que usar por primera vez en el funeral de su mejor amiga. Hace una semana que anunciaron el descubrimiento del cadáver de Camille, estando ella desaparecida hace siete días antes del anuncio. No se preocuparon tanto como debieron, porque ella ya había desaparecido con anterioridad y vuelto tan sana y alegre como siempre. Sin embargo, ella no había vuelto sana y alegre esta vez. Y la noticia destruyó a todo el grupo. Sus corazones pesaban por el hecho de su falta de preocupación, intentando vagamente ser justificados por el pensamiento de que ella podría haber hecho lo mismo que esa vez, cuando se fue sin decir nada. Ahora con el constante pensamiento de que podrían haber hecho algo para evitar su muerte, será algo que los acompañará hasta la suya.
Alice tomó su cartera y salió de casa, mirando repetidas veces su reloj para asegurarse de llegar puntualmente al velorio. Luego del velorio irían directamente al cementerio para enterrarla. La PDI ya había hecho los estudios correspondientes al cuerpo, para iniciar la investigación para descubrir quién fue su asesino. No tenían nada, ni un sospechoso hasta el momento.
Alice recordó que quedó para juntarse con Tyler, así no enfrentarían solos las miradas de las personas, quienes sabían quiénes eran y la estrecha relación que tenían con la víctima. Spencer iría con Adam –Ya que viven cerca – Y Hannah iría con Alex –Ya que son hermanos y salen de la misma casa.
Alice solo vivía a unas cuadras de distancia de la casa de Tyler, eran muy cercanos, al igual que Camille lo era con Alice. Eran mejores amigos de Alice, sin embargo, ellos no compartían mucho, lo cual fue raro para todos cuando dieron la noticia de que habían comenzado a salir. Alice lo sabía desde antes, que había algo más allí, se enteró durante la fiesta que hizo cuando sus padres fueron a un viaje de negocios. Cuando los encontró teniendo sexo en su habitación. Alice solo reaccionó a decir: ¡Usen protección!, para luego dejarlos en su intimidad. Por lo que a Alice no le sorprendió la noticia. Pero si le dolió.
Vio a Tyler afuera de su casa, esperando por ella. Estaba viendo el celular repetidas veces y miraba a su alrededor inquieto. Alice sabía que estaba nervioso. Pero a pesar de la situación, y de los nervios de ambos, ella no podía evitar pensar que era muy hermoso.
-Tyler, ya estoy aquí. – Le dijo Alice, para llamar su atención.
-Al menos fuiste puntual esta vez, para variar. – Bromeó él, haciendo alusión a su tendencia de siempre llegar tarde.
-Mi culpa. – Dijo ella con una sonrisa. Él siempre podía hacerla sonreír.
- ¿Nos vamos? – Dijo él. Alice solo asintió con la cabeza.
Durante el recorrido, Alice tenía tantas cosas en la cabeza que sentía que le explotaría en cualquier momento. Todo el asunto de la muerte de Alice le hace un revoltijo de emociones. En el momento en que le comentaron de su muerte ella quedó en shock, no podía creer lo que escuchaba, no podía creer que era de Camille de la que hablaban… ella se veía tan llena de vida hace solo siete días…
- ¿Alice? ¡Alice! – Tyler reclamó su atención.
- ¿Ah? ¡No me grites! – Respondió ella. No le gustaba que le gritaran.
- Lo siento, pero he estado hablándote un buen tiempo. ¿En qué estás pensando? – La cara que puso Alice le dio de inmediato la respuesta a Tyler.
-Estoy consciente de que quizás te cueste hablar de esto tanto como a mí, eras su novio y aunque lo suyo es reciente, es la etapa en donde uno está más enamorado. Estaban muy vinculados, ya sabes, por lo que pasó…- Dejó la palabra en el aire, a sabiendas de que Tyler entendería a lo que se refería. Ambos recordaron la noche de la fiesta de Alice.
-Sí, lo es. Pero aun así me gustaría hablar contigo. Me siento cómodo hablando contigo. – Alice sabía que era debido a lo cercanos que eran desde los seis años. Aun cuando eran todos amigos, Alice y Tyler se habían acercado más que los demás, compartían todo entre ellos y nunca les costó hablar de sus sentimientos o inseguridades. Ambos confiaban plenamente el uno en el otro. Porque eran mejores amigos. Y eso le dolía a Alice.
-Yo también. – Alice miró al cielo, sintiéndose culpable por sus pensamientos.
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Ocurrió una coincidencia. Los seis chicos habían llegado al mismo tiempo, y se habían juntado de inmediato. Eso atrajo las miradas de la gente que había ido con intención de asistir al velorio, aunque no fueron tomados en cuenta por el grupo. Todos habían ido a darle su pésame a la madre de Camille, quien era la que peor lo estaba pasando. Tenía una relación muy estrecha con su hija, era amigas, confidentes. Su muerte fue como si hubieran arrancado una parte de ella, una parte que nunca volverá. En el fondo de su corazón, más de uno sintió un deseo en vano de querer ayudar a la pobre madre, que tan destruida se observaba.