Un trueno se escucha lejano en el caluroso mediodía.
Niños y mascota levantan la cabeza entre sorprendidos y malhumorados. Ninguna tormenta caprichosa va a interrumpir sus juegos en el océano cristalino. Si ya están empapados…, ¿qué importa empaparse un poco más?
- ¡Vamos, chicos! ¡Hora de comer! ¡Vamos que se viene la lluvia!
- ¡Ufa, abu!
- Un ratito…
- … más.
- ¡Guau!
Lore se yergue en toda su estatura y, con los brazos en jarra, espeta mirando a Trigo:
- ¡Vos no me repliques! ¡Que te vas a quedar debajo de la mesa!
- ¡Guau, guau!
- Pero…, ¿se puede saber adónde vas ahora?
Trigo, cual bólido amarillo, sale del agua ladrando loco de felicidad en dirección contraria a donde se encuentra Lore. Un hombre bajito y calvo lo espera con los brazos abiertos.
- ¡Amigo!
Está riendo. Ríe como si la vida le fuera en ello, como si el rechoncho golden fuera la única razón de su existencia.
Los chicos salen corriendo del agua, contemplando la escena horrorizados.
- Abu…
- ¡Hacé…!
- ¡… algo!
Lore abre los brazos para recibir a sus tres asustados nietos. La escena la paraliza. ¿Por qué Trigo quiere tanto a un ser tan malvado como aquel?
Una lluvia pertinaz se cierne sobre ellos.
Por un instante, Bahía Maracuyá parece un paraíso distante y sin brillo.
- ¿Se puede saber qué querés ahora, Guaracha?
- Vine a recuperar lo que es mío.
- ¡Trigo no es tuyo! ¡Trigo no te quiere!
- ¡Bran!
- Trigo nos quiere a nosotros. ¡No a vos!
El taimado ogro lo mira con cara de póquer, en tanto Trigo ladra y le hace fiesta como si él también fuera la única razón de su vida.
- ¡Mirá! ¿Te parece que no?
- ¡Abu!
- ¡Hay rosca, hay rosca!
- Me parece que ya les había advertido que Trigo era mío.
- ¿Suyo y de quién más? – tercia Liz.
Guaracha se pone pálido. Hoy no tiene interés en confrontar con la bruja rubia y sus pequeños secuaces. Tan sólo desea recuperar a su amigo y volver a casa a esperar. Ya sólo quedan dos días. Después…, ¡la libertad!
- ¿Quién es la mujer de la medalla? – Pía como siempre es directa, casi fiera al preguntar.
- ¿Cuál medalla? ¡No sé de qué estás hablando!
- La medalla donde aparecés vos, Trigo y la dama mágica. – responde Lore con suavidad – Es evidente que se trata de alguien muy importante para ustedes. Sé que sólo es simple curiosidad…, pero…, ¿podrías decirnos quién es?
- Alguien. – Guaracha traga saliva.
- ¿Es tu esposa? – pregunta Bran.
- ¿Sos casado, Guaracha? – le sigue Liz.
- ¿La podemos conocer? – inquiere Pía.
- ¡No! ¡Por supuesto que no la pueden conocer! – la garganta de Guaracha se hace nudo – ¡Vamos, Trigo!
- ¡No!
- ¡No te…!
- ¡… vayas!
- Yo no tengo nada que hablar con ustedes. Sólo vine a buscar a mi perro y ya lo encontré ¡Adiós!
- Trigo ahora está con nosotros. – replica Lore sin convicción - ¡Negociemos!
- ¿Negociar? No creo que tengan nada con qué negociar.
- ¡Por supuesto que sí! Vos querés al perro y nosotros necesitamos el fogón. Hagamos un trato. Trigo a cambio del fuego.
La risotada resuena a lo largo de toda la playa. Un pícaro trueno la acompaña en brillante concierto.
- Te creía más inteligente teniendo en cuenta tus poderes de bruja.
- ¡Mi abuela no es ninguna bruja!
- ¡Atrevido!
- ¡Vamos, Trigo! – para sorpresa de Bran el perro no le hace caso.
Lore mira al hombrecillo con curiosidad. ¿Por qué la considera una bruja?
- A propósito…, ¡un truquito muy interesante!
- ¿De qué hablás, Guaracha?
- We will…, we will… – marca el ritmo con dos golpes y un aplauso.
- ¡Rock you! – corean los chicos.
- ¡Lo sabía! ¡Vos estabas ahí! ¡Nos estabas espiando!
- ¿Y qué más da? Hiciste aparecer la luna. ¿Y qué? Yo puedo hacer cosas mucho más grandes que esa…, ¡bruja!
- No soy una bruja. Solamente hice música con el corazón y encontré un fogón de luna.
-:¡Bah!
- ¿Por qué te molestamos tanto? ¿Por qué te sentís tan triste? Porque no creas que nos engañás con tus triquiñuelas y tus berrinches. ¡Yo sé que vos estás triste!
- Abuela…
- ¡Pará!
- ¡No sigas!
- ¡Vamos, Trigo! – Guaracha se da media vuelta para irse.
- ¡Devolvenos el fuego, Guaracha!
- ¿Y para qué, brujita malvada? Con una tonta canción encontraste un fogón de luna. ¡Seguro podés hacerlo mejor!
- Pero…
- ¡Adiosito!
Guaracha se aleja del grupo riendo cínicamente. Una risa sarcástica y desafiante, que procura ocultar el miedo que siente por dentro.
Están demasiado cerca de conocerlo, de descubrir el centro de su corazón y de su pena. Y eso requiere de una magia muy especial. Una magia que ni él mismo posee.
Unas risitas alegres interrumpen sus pensamientos. Entonces se da cuenta. Está caminando solo.
Trigo, rodeado por cuatro pares de brazos encantadores, lo observa a la distancia con ojos llenos de amor. “Podemos compartir. Hay para todos. A Golondrina le encantaría.", parece decirle.
Su corazón se llena de rabia.
- ¡Traidor!
La tormenta desatada lo oculta de la vista.