Folded Dreams

6

La Teniente Karina O’Higgins tenía prisa. Tras ponerse nuevamente su casco saltó con agilidad sobrehumana al interior de la cabina de su VF-4 y de inmediato el brazo izquierdo del robot se movió hacia donde estaban ambos jóvenes. Dante no puso ninguna resistencia y la gigantesca mano lo levantó por el aire como si fuera un muñeco de trapo.  

La cabina de caza todavía no se había cerrado por completo cuando ambos ya estaban varios metros en el aire ante la sorprendida mirada de la chica gato, quien quedó paralizada en su sitio viendo como la poderosa máquina de guerra se sumergia entre las nubes blancas hasta que fué apenas un puntito en el horizonte.

Dante contempló fascinado el paisaje. En pocos segundos habían alcanzado los mil pies de altura y el caza niveló su vuelo mientras aceleraba en dirección a la cadena montañosa que el jóven había observado al momento de despertar en aquel fascinante mundo. Las cimas cubiertas de nieve reflejaban la luz del sol, pero aquí y allá se podían ver pequeños manchones negros desperdigados entre los campos de nieve; Dante agudizó la vista y pudo ver lo que parecían ser campamentos de tiendas negras. Las montañas eran un territorio vigilado y los signos de guerra se veían incluso desde allí.

El VF-4 se elevó aún más y pasaron con facilidad sobre la extensa cadena montañosa mientras el viento arrastraba las nubes de humo negro que las hogueras de un centenar de campamentos de guerra arrojaban al brillante cielo azul de las alturas.

—¿Se están preparando para una guerra allá abajo? —preguntó el joven en dirección a la cabina, pero pronto se dió cuenta que era imposible que aquella piloto pudiera escucharlo desde allí dentro.

Era extraño. Aquella Teniente no había vuelto a dirigirle la palabra desde que lo recogiera de entre la hierba con una inusitada violencia. Dante estaba seguro que de no haber sido aquel un videojuego, su pobre cuerpo hubiese sido aplastado como un tomate maduro ante el poderoso agarre de aquella mano robótica.

La forma en que lo había mirado y examinado detenidamente tampoco le habian parecido una buena señal a Dante, eran demasiados signos hostiles en alguien a quien recién conocía. ¿Podría ser la Teniente Karina O’Higgins uno de sus numerosos enemigos en la NUNS? ¿Incluso dentro de aquel mundo de fantasía llegaba la venganza y rencor de los Hughs? 

O’Higgins no era un nombre familiar para Dante, incluso habiendo estudiado de forma exhaustiva la historia militar de los últimos cien años, no recordaba haber visto aquel nombre en la milicia. 

Miró hacia la cabina y captó, por casi una fracción de segundo, como la cabeza de la piloto se volvía rápidamente hacia delante. ¿Lo había estado mirando ella también? Un escalofrío recorrió el cuerpo del joven.

El caza atravesó un frente de nubes blancas y de pronto un paisaje irreal apareció ante los ojos del sorprendido Dante.

—Mierda. —exclamó sin creer lo que veía.

Por delante de ellos se extendía una escenografía que parecía sacado de un sueño o de las alucinaciones de un loco.

Enormes islas flotantes cubrían el paisaje hasta donde la vista abarcaba. Había gigantescas masas de roca de varios kilómetros de largo e infinidad de pedruscos de solo un centenar de metros de diámetro, todos ellos flotando a diferentes altitudes completamente inmóviles. 

Abundante vegetación cubría algunas de aquellas islas, otras en cambio estaban desiertas y algunas parecían estar a punto de derrumbarse y solo estaban sostenidas por las raíces y ramas de antiguos y titánicos árboles, ahora muertos y fosilizados. Al parecer había todo un ecosistema basado en la diferencia de altura de cada isla y su posición por sobre la línea divisoria de la cadena montañosa cercana. Dante pudo observar junglas, sabanas y desiertos pero también praderas y bosques de coníferas a diferentes alturas, como si existiera un orden natural en aquella mezcla de ecosistemas aislados en sus pequeñas naves de roca flotando sobre lo que parecía un abismo oscuro. Le pareció distinguir, a lo lejos, las paredes blancas de alguna enorme construcción, pero al mirar una segunda vez aquello quedó oculto tras las ramas de los monstruosos árboles de una enorme selva tropical.

Dante miró hacia abajo y vió que, en efecto, existía un gigantesco abismo que descendía mucho más allá que  lo que debía ser la altura a nivel del mar del planeta. ¿Estaría relacionado aquel enorme cráter con la perturbación gravitacional que causaba la flotabilidad de aquellas islas? Mantuvo la vista fija en aquella negrura para ver si distinguía su profundidad, pero la oscuridad del abismo hizo que se mareara rápidamente y tuvo que apartar sus ojos a los pocos segundos. Aquel abismo era algo antinatural.

El VF-4 voló sin disminuir la velocidad entre aquel archipiélago de fantasía, volando temerariamente entre las peligrosas rocas que, como escollos emergiendo de un océano invisible, aparecian y desaparecian frente al caza cada vez que la joven Teniente O’Higgins dirigia su avión por entre el intrincado laberinto de islas mientras Dante quedaba boquiabierto ante el espectáculo.

La chica sabía lo que hacía, era algo que el joven reconoció de inmediato. Su forma de volar, aunque temeraria para cualquier otro observador, se revelaba ante Dante como de una fluidez y sutileza extraordinaria. Los virajes eran suaves, calculados, la computadora del VF-4 no estaba usando los propulsores vectoriales para corregir la trayectoria de la aeronave al volar entre los apretados espacios libres que quedaban entre isla e isla… 

—Oh mierda… ¿Está volando con el sistema GCAS (1) inactivo? —exclamó asombrado  Dante al comprender la razón de aquella forma tan suave de volar.

El caza utilizaba solamente las superficies de control aerodinámicas en su vuelo, no había ningún tipo de corrección del sistema automático. Aquello era… increíblemente peligroso y definitivamente ilegal, al menos en la Fuerza Aeroespacial.



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En el texto hay: videojuegos, isekai, macross

Editado: 27.12.2020

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