"El miedo mata muchos más sueños que el fracaso"
¿Sabéis como es sentir que nada parece mejorar? Que, al terminar de tener una mala situación, un ataque o algo igual de jodido, pensar que, no sé..., ¿tal vez tarde en volver a ocurrir?
Pues no. Todo en esta vida es imprevisible. Y yo a eso en estas situaciones lo llamo putada. Lo siento, pero es la verdad.
Salí corriendo. Tan rápido que por poco me caí por los peldaños de la escalera. Conseguí mantener mi torpeza a raya. De lo cegada que estaba por irme, la puerta de la salida acabó chocando con la pared ladrillada del edificio.
Menuda racha llevaba... Mis sentimientos o se estancaban en lo más hondo; o subían ilusionados; o ni los sentía.
Y encima ni había cogido mis cosas. No llevaba más que una sudadera por lo que el húmedo ambiente no tardó en hacer estragos en mi piel y en mi pelo. No le di mucha importancia a eso, ya que solo quería calmar mis pensamientos.
Respiré muy fuerte por haber salido así, escopeteada. No pude evitarlo. Hace más o menos media hora que Kacey y yo habíamos llegado al estudio. A mi primera clase en el estudio.
Me mantuve en la estrecha calle, cerca del coche de Kacey. Mis ojos no paraban quietos buscando una salida, como si estuviese encerrada sin saber a dónde ir. La había. Había una salida. Sólo tenía que dar unos cuantos pasos y girar a la esquina. Sin embargo, mis pies siguieron pegados al suelo de cemento como un chicle.
Kacey apareció al cabo de un minuto.
—Grace...
—Esto ha sido mala idea —farfullé sin poder mirarla. Miraba del suelo a la pared y de la pared a cualquier parte, con un nudo en la garganta—. Llévame a casa, por favor.
—Entiendo lo que estas sintiendo —dijo con suavidad.
Noté como se acercaba. La miré, al fin. Directa a los ojos. Los míos estaban secos porque no tenía ganas de llorar. Tenía ganas de correr, gritar, huir muy lejos... Pero, como siempre, no lo hice.
—No, no lo sabes en absoluto.
—Puedo intuirlo. Es como... no sé... el primer día de instituto. Los nervios por estar un sitio que no conoces, con gente que no conoces —citó meneando sus manos temblorosas—. Es completamente normal, Grace. Es normal que te hayas agobiado, ¿vale? Y no te voy a obligar a que entres ahí dentro. Solo digo que... estemos aquí fuera un rato. Porque si te llevo a casa luego igual te arrepientes. Sé que esto te hacía ilusión.
Me la hacía, pero aquellos nervios que tenía agolpados en mi estómago cuando llegamos me dieron una mala vibración desde el principio.
Sí, había esperado a aquello. Lo deseaba en cierto modo. Pero, aunque a veces desees probar algo, siempre estará la sensación nueva de... de pensar que no es para ti. Y mucho peor, la sensación de que vuelves a equivocarte en encontrar ese algo que tanto buscas.
—Vale... —inspiré cediendo para luego tragar con dificultad—. Vale.
Nos metimos en el jeep para calentarnos en lo que tomaba una decisión.
Tal vez decidiera irme. Tal vez decidiera quedarme. Le estaba dando muchas vueltas.
Es que... fue entrar en la sala, presentarme a todos y desatarse el caos y la inseguridad en mi interior.
» Llegamos a la sala de ensayo. Agarré mi vientre revuelto. Reconocí algunas caras. Y a cada una de ellas les señalaba Kacey informándome de sus nombres. Fueron surgiendo hasta que se detuvo con una sonrisa de oreja a oreja al verla.
—Mira, esa es Brianna Gibson. No hay chica más guay aquí que ella. Bueno, después de mí, claro. —Le di un codazo divertido por lo que rio bajito—. Ella y Joshua son con los que más me llevo.
La tal Brianna era aquella chica de pelo castaño y largo - tanto que le llevaba a la cadera-; con ondas brillantes, finas y bonitas. Su piel aceitunada relucía mientras se ajustaba un top de tirantes con escote de V. Sus pantalones anchos abrazaban sus curvas y al mismo tiempo su vientre redondeado y sus muslos.
Dios, era preciosa.
Me acordé de ella ya que solía ser de las muchas del grupo que al bailar se lucía con su propio aura. Era sin duda una de las mejores que había visto.
Tenía unos ojos muy grandes. Lástima que desde mi posición no pudiese saber de qué color eran. Además, estaba de perfil charlando animadamente con los demás.
No tardó en acercarse a nosotras nada más vernos. Le dedicó una ojeada cómplice a Kacey.
—Hola, pelirroja —saludó con voz apacible mientras le daba un abrazo a esta. Continué mirándolas ya que el abrazo fue más largo de lo que pensaba.
—Hola —saludó Kacey de vuelta—. Mira, esta es Grace. Vamos juntas al Grand Junction.
Me dedicó toda su atención.
Marrón oscuro. Sus ojos eran de un marrón tan oscuro que parecían negros.
Cuando se acercó y me dio otro abrazo como saludo me sentí... rara. Fue algo imprevisto, pero no deje que mi ensimismamiento no me dejara devolvérselo. Me sonrió mostrando aquellos blancos y rectos dientes.
—Me acuerdo de ti..., sentada en una esquinita del sofá, observándonos durante los ensayos.