Forbidden Love

Capítulo 2: JAMES

Hace meses nunca hubiera pensado que iba a estar en el reparto de una gran película. Sin embargo, cuando mi representante me dijo de esta gran oportunidad, audición y sin pensar. Necesito dinero, me casé hace un año y quiero una casa más grande en la pueda contentar a mi querida esposa y desaparecer si es necesario. Y también lo hice porque mi representante me dijo que mi carrera subiría como espuma y no bajaría. Con todo eso en mi cabeza, no podía dejar que esa oportunidad se fuera a la basura.

Ayer me desvelé a propósito y no solo ayer, sino todos los días anteriores a ese desde la bendita audición. Sí, me tengo que amanecer porque Sam está en París con los productores de la película; es decir, son muchas horas de diferencia. Sin embargo, el día con suerte fue anoche. Cuando estaba viendo una película con el teléfono al lado de mi oreja, el aparato sonó y me quitó todo el sueño que tenía. Era la llamada que estuve esperando por demasiado tiempo y que por fin llegó. En ella decía que, me habían aceptado en la película, que las grabaciones serían en tres meses y que tendría que viajar a París por aproximadamente un año o lo que dure la grabación. Eso no me importó, lo único que me pareció curioso es que no me comunicaron el nombre de mi coprotagonista. Algo demasiado raro. Según el director, todo esto creará expectativa y hará todo eso más emocionante. Yo no puedo hacer nada, ya está dentro del proyecto y eso es lo más importante.

—James —volteo y veo a Anna con una cara interrogante—. ¿Me puedes decir por qué dormiste en el sofá y no en la habitación?

—Sabes que siempre me quedó en el sofá por eso de la película y.

—Siempre vuelves a la cama —me interrumpe.

—Y ayer —continúo con lo que iba a decir antes de su interrupción— recibí una buena noticia.

—Que es...

—Me dieron el protagónico, Anna. Me lo dieron anoche. ¿Te lo puedes creer? —Dios, nunca he estado tan emocionado. Siento que voy a explotar de emoción. Anna me sonríe y se acerca a abrazarme. Sin embargo, sé que está feliz porque vamos a recibir ingresos que nos permitirán la casa de sus sueños. Aunque pude percibir felicidad sincera en su sonrisa.

—Me alegro, mi amor. Esa es una muy buena noticia —dice separándose de mi agarre.

—Solo hay un pequeño inconveniente.

—¿Cuál? —dice entrecerrando los ojos.

—Me tengo que ir a París.

—¿París? ¿París, Francia?

—La misma.

—¿Por cuánto tiempo?

Suspiro antes de responder—. Un año.

—Un año —dice tranquila. Y solo con eso, sé que se avecina la tormenta.

—Lo sé, parece bastante pero conforme pase el tiempo se te va a hacer sencillo y el año va a pasar volando.

—No, James, no. No voy a aceptar que te vayas a París y me dejes sola al cuidado de la niña. Es nuestra hija y necesita a ambos padres.

—Sabías que iba a tener un horario muy complicado al momento de casarnos; incluso, cuando me animaste a audicionar para el papel.

—No. No me metas en eso. Cuando mencionaste horarios complicados, me imaginé que no vendrías hasta altas horas de la madrugada, nunca pensé que te irías a otro continente. Y tu representante nunca dijo que te ibas a ir a París si es que te aceptaban en la maldita película.

—Sabes que soy actor, sabes que el horario que tengo es tan complicado que tengo que viajar para poder trabajar.

—Quiero que llames al director y le digas que no quieres el papel. Dile que se lo dé a otro que no tenga familia.

—¿Disculpa? ¿Quieres que renuncié a un papel al que tú me obligaste audicionar?

—No te obligué, James. Te estaba apoyando.

—¡Solo me estabas apoyando porque quieres el dinero! ¡Si dimito del papel te vas a quedar sin casa! ¿Eso es lo que quieres? —Ella no responde—. Bien, eso es lo que imaginé —dije retirándome de la habitación para dirigirme a mi habitación a dormir las horas de sueño que me faltan.

—No pienses que con eso me vas a dejar callada.

—Y tú no pienses que, por uno de tus berrinches, yo voy a dimitir de un protagónico. Me voy en tres meses, Anna. Lo mínimo que me puedes dar es tranquilidad para pasar unos tres meses sin ninguno de tus ridículos berrinches.

—¿¡Ridículos!? ¿¡Crees que!? —le cierro la puerta en la cara antes de que empiece con más tonterías.

Dios, vivir con esta mujer me va a matar algún día. Nunca pensé que después de casarme vendrían los peores años de mi vida. Bueno, no es que viva en un infierno, pero con el más mínimo defecto que Anna encuentra, empiezan las discusiones. Y me gustaría decir que estas discusiones son mensuales, pero no, son como 2 o 3 por semana y en cada una acabo más cansado. Y por supuesto, la única manera de arreglar estas discusiones es el maldito sexo. Estoy tan cansado que me aburre. Es lo mismo para todo; discusión y luego sexo. Cada vez, estoy mucho más agotado. Creo que ese año en París me va a asentar mejor que nunca.

Lo único que me preocupa es mi hija, Anna no es una persona muy atenta que digamos. Se preocupa por la niña, claro; pero, no lo suficiente. Temo que algo le pase en mi ausencia y claro, el único que va a tener la culpa soy yo. Según Anna, todos los problemas que sucedan bajo este techo son culpa mía, por más insignificantes que sean. Y si la pobre niña se llega a enfermar, el único culpable voy a ser yo.




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