Capítulo 3

Las clases marchaban muy despacio, y más a esta hora se trataba de la materia de historia. El profesor Hamilton, un señor de barba y cabello blanco que le daba un parecido a Dumbledore, no dejaba de leer y explicar, en el aula sólo se escuchaba su voz y el sonido de los bolígrafos de todos al escribir.

Esta ya era la última hora de clases, ya estaba ansiosa por salir, mi media sonrisa se borró al ver que faltaba treinta minutos, dejé caer mi cabeza sobre el pupitre, me sentía ya cansada y habrá más estrés cuando vaya al trabajo.

…

Pasó los minutos restantes de la clase, permanecí en mi lugar esperando a que todos salieran, me puse de pie y al salir del aula vuelvo a chocar con Jayden.

―¡Joder! Los pasillos del instituto son demasiado grandes y espaciosos como para que invadas mi espacio —exclamé molesta.

―Lo siento Angie.

―¿Qué es lo que quieres Jayden? —lo miré con poca paciencia.

―Oye, sé que no te conozco mucho, pero ¿te gustaría ir a tomar algo conmigo?

―No puedo, tengo cosas que hacer —respondí fría―. Además no quiero tener problemas con tu novia.

―Pero ella y yo… —lo interrumpí.

―Hablo en serio, puede que yo le caiga bien a muchos en este instituto, la verdad no me importa, yo no vengo a hacer amigos y tampoco quiero problemas de ningún tipo.

―¿Y qué tiene de malo hacer nuevos amigos? —pregunta serio y luego se va de aquí.

Suspiré pesadamente, acomodé mi cabello y salí de aquí con mis audífonos puestos. Tenía una pereza enorme para llegar a mi casa a dejar mis cosas y tener que ir a McDonald’s, mejor caminé hacia al trabajo y ahí mismo me puse el delantal, la gorra con la letra M y la placa con mi nombre.

Primeramente, limpié algunas mesas y acomodé las sillas, puse música ye encendí la computadora, este lugar se llenaba mucho de clientes a cualquier hora del día como si estuvieran regalando la comida, si fuera así yo ya hubiera muerto ya que soy claustrofóbica y no es precisamente terror a Santa Claus.

En fin, ahora mismo hay una fila larga de personas, después de haber atendido a una pareja se acerca un chico moreno de gafas y lleva a un señor de tercera edad en una silla de ruedas.

―Bienvenidos a McDonald’s, ¿qué desean ordenar? —pregunto, lista para seleccionar las órdenes en la computadora.

―Quiero una orden de nuggets, un refresco de cola —pidió sonriente el chico―. Ah, y una cajita feliz para mi abuelo.

―¡Patrañas! Yo quiero jugo de manzana y pan integral del que siempre como —exclamó el abuelo con su ronca voz.

―¡Joder! Abuelo, te pregunté miles de veces que a dónde fuéramos a comer y me dijiste que viniéramos a McDonald’s —el chico rodó los ojos, los miré con una ceja alzada.

―Te va a crecer la nariz por mentiroso, Jake —dijo el abuelo, cosa que me hace sonreír por su contestación. Algunas personas que estaban detrás de ellos les pedían que se apresuraran. Jake golpeó teatralmente su frente con la palma de la mano.

 ―Bien, sólo eso llevaremos —me dijo finalmente.

―De acuerdo, sus pedidos estarán listos en diez a quince minutos —digo tecleando en la computadora para imprimir el ticket.

Un rato más ya me estaba doliendo las piernas por estar mucho tiempo de pie y sentarme era lo que más quería, el calor del establecimiento se acumulaba y el olor a papas a la francesa era lo que más había.

Dos horas después, terminé de cerrar las persianas, acomodar sillas y limpiar mesas. Tenía una pereza enorme para volver a casa caminando y lo peor es que no cuento con recurso necesario para llamar a un Uber. Miré el cielo que estaba teñido por las nubes grises, ya se estaba próximamente la temporada de otoño y en días pasados ha habido señales de lluvia.

Llego a casa, veo a Ethan sentado en el sofá del living viendo la televisión.

―Hola Angie ¿qué tal te fue? —me pregunta.

―¿Acaso eso te importa? —fría le contesto con otra pregunta mientras me dirijo a la cocina.

―No tienes por qué hablarme así, sólo trato de llevarme bien contigo, ¿no soy amable contigo?

Saqué del refrigerador una lata de Dr. Pepper y subo a mi habitación, Ethan cree que algún día llegaríamos a ser cercanos, sólo cumplo mudarme con mamá para vivir su sueño cumplido de tener una hermosa casa y lujosa; pero a partir de ahí no me dejaré manipular por ella y por Adam.

El trabajo del ensayo sin duda era extenso, hasta ahora llevo más de tres hojas en un documento, también entraba a Telegram para charlar con Cheryl y con papá.

El reloj del escritorio marcaba las 12:08, cerré mi laptop y guardé mis libretas en mi mochila e ir a dormir para seguir con mi nueva vida rutinaria en Manhattan.

…

―¡Te odio imbécil! ¡por tu culpa estamos como estamos, a ti no se te puede confiar nada! —los sonoros gritos de mi madre se escuchaban hasta mi vieja habitación.

Me miraba a mí misma sentada en mi cama abrazando a mi colección de peluches de Mario Kart que papá me había regalado cuando tenía diez años.

―¡Ya cállate, si seguimos peleando jamás llegaremos a un acuerdo! Ya te dije que todos esos problemas se van a solucionar, pero necesito también de tu apoyo —enseguida gritó papá tratando de calmar a mamá.

―No intentes callarme, y óyeme bien, cuando firmemos el maldito papel de divorcio me llevaré a Angie, y te dejaré que vivas tu miserable vida.

―¡Tú no te la llevarás a ningún lado!

―¡Sí lo haré! Angie estando en tus manos es exponerla al peligro.

También me veía que me acercaba a la alcoba de mis papás, mamá había roto una mesa y los trozos de cristal volaban por todo el lugar.

**

Despierto por las horribles pesadillas, esta es otra de mis horribles noches, desde hace tiempo he tenido malos sueños o simplemente no lograba conciliar el sueño. Me senté en la cama y abracé mis piernas para permitirme llorar en silencio.