Forever Young

Capítulo 10

Horas después mi alarma vuelve a sonar de modo que saco una mano de entre las mantas para apagarla, lancé un gruñido. Este momento es como para hacer rabietas como niña pequeña cuando no quiere ir a la escuela, me levanté quedando sentada en la cama mientras me tallo los ojos. En eso un recuerdo vino a mi mente.

Flash Back:

Buenos días princesa, es hora del desayuno —canturreó papá mientras me sacudía del hombro.

Yo aún con los ojos cerrados buscaba la manta para echármela encima de nuevo, pero papá ya la había quitado de mi alcance.

No quiero ir a a la escuela papá, no quiero ver a los de mi aula —me quejé mientras me vestía con el horrible uniforme de la escuela―. No quiero que me molesten como a diario, se burlan de mí porque nuestro círculo familiar está rompiéndose y porque nadie quiere ser mi amigo —dije triste.

Papá me giró para quedar frente a él.

Cariño, esos niños que te molestan lo hacen para hacerte sentir mal —una lágrima bajó por mi mejilla y él la limpió―. Tú no te dejes llevar por las adversidades de las personas y nunca permitas que nadie te quite tres cosas: tu autoestima, tu libertad y mucho menos tu felicidad —sonrió dulcemente y lo abracé.

Todas las mañanas papá solía despertarme y después de vestirme intentaba hacerme un peinado decente, lo que más me parecía gracioso es que había muchos malabares con el cepillo y buscaba la forma, pero aún así no le salía el peinado como lo había planeado.

Era la primera sonrisa en el día que me sacaba.

Fin del Flash Back.

Sonreí ante ese recuerdo e hizo que me pusiera de pie para hacer nuevamente mi rutina pero con entusiasmo.

Entré a la ducha y al terminar me vestí con lo primero que vi. Ya puestos mis converse tomé mi mochila ya lista y salgo de mi habitación, del baño que queda justo frente a mi habitación, sale Ethan con el cabello húmedo.

―Buenos días Angie —me saluda con una sonrisa, ¿acaso no se cansa de sonreír?

―Hola.

Bajé para entrar a la cocina, estaban mamá sirviendo el desayuno y Adam como todo un holgazán estaba concentrado en su notebook y esperando a que le sirvan. Me senté lejos de ellos.

―Angie ¿ayer por qué tomaste el auto sin mi permiso? —me pregunta seria mi madre―. Y peor aún, volviste muy tarde a casa.

―Estaba llegando tarde a mi trabajo y aún así llegué veinte minutos tarde, me quedé tiempo extra para realizar otros deberes —dije sin hacer muchas explicaciones, tampoco le conté la parte cuando casi atropello a Jayden y tuve que llevarlo a su casa todo porque estaba ebrio.

―¿Pero hasta las diez de la noche? —exclamó.

―Mamá, si de verdad yo te importara, no estuvieras haciendo esto —dije fría.

―¿Hacer qué? —me miró confundida.

Reí irónica, ―Ahora resulta que no sabes de lo que hablo. Me voy, me hace tarde para ir al colegio —avisé cortándola.

Me puse de pie, me colgué la mochila, mientras me dirigía a la puerta podía escuchar murmullos y quejas de mi madre sobre mí. Pero cuando escuché la voz del idiota de Adam me detuvo.

―Cariño, no te preocupes por eso, esa chiquilla ya lleva lo insoportable en la sangre. Se nota que su padre es de esas personas con raíces de clase baja, de tal palo tal astilla. Te dije que era una buena idea que la inscribieras en la escuela para chicas pesadas y difíciles —dijo en un tono de voz más elevado, como si tuviera la intención de hacerme enojar.

Giré sobre mi propio eje para verlo.

―¿Qué no te había dicho que no hablaras pestes sobre mi papá? —le pregunté un tanto amenazante.

Él soltó una carcajada, ―¿Qué me puedes hacer tú? Tus amenazas son nada para mí.

―Ya te lo dije, cuida tus palabras.

Cerré la puerta de un azote, elevé los ojos hacia el cielo que se veía nublado y a punto de caerse en mil pedazos. Parece que en poco tiempo mis pies tocaron la entrada del instituto, faltaban quince para que sonara la campana, saqué mis libros del casillero y caminé al aula de literatura.

Por el rabillo del ojo podía ver miradas de muchas chicas ya que me miraban como bicho raro desde que puse un pie en el instituto, alcancé a escuchar murmullos de parte de algunas de ellas.

―¿Estás feliz después de haberme bajado al novio? —dejé de caminar, reconocí esa voz de una chica fresa y problemática.

Giré, Katly venía hacia mí, su semblante era serio y con un toque de enojo. Ya la tenía frente a mí, estoy segura de que está aquí para reclamarme de lo que pasó ayer, no cabe duda.

―¿Ahora qué quieres? —dije con fastidio―. Escucha, yo no te bajé a tu noviecito y me importa un cacahuate si ustedes tuvieron problemas, y no esperes que te solucione eso.

―¡Ja! ¿me quieres ver la cara de estúpida?

―Entonces aplícate una crema especial, para que nadie te vea la cara de estúpida, más de lo que ya eres —dije con sorna.

Se escuchó un coro de “uh”, Katly me miró con la boca abierta al igual que sus ojos y la rabia invadió su rostro. Me di la vuelta para seguir caminando.

―Esto no se va a quedar así, maldita oxigenada. Me las vas a pagar caro ¡¿oíste?! —chilló. Y la había dejado con la palabras en la boca.

Entré al salón de clases, para mi suerte había sido la primera en llegar, tomé asiento y esperé a que todos llegaran. Minutos después entró la maestra y mucho más tarde llegó Jayden, hoy se vería muy serio, no saludó a Brandon y ni siquiera me volteó a ver, pareciera como si no le importara nada.

Anoche estaba muy borracho como para acordarse de lo sucedido, cuando salió del baño mostrándose ante mi casi desnudo y me besó. Lo observo desde mi lugar, él está a cabizbaja y haciendo garabatos en las últimas hojas de su cuaderno.

Angie, mejor debes enfocarte en la clase.



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En el texto hay: romance, drama, amor odio sufrimiento

Editado: 17.11.2020

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