Los señores Marian y Henry Bell habían salido desde muy temprano a comprar regalos, pastel y unos cuantos globos para la fiesta de cumpleaños de su amado hijo Peter.
Peter por su parte se quedó viendo películas con su hermana en el único pero cómodo sofá antiguo que tenían.
Desde que Rose aprendió a hablar, hace 1 año, no paraba de hacerlo. Siempre le contaba lo primero que pasaba por su mente a su mayor confidente, y mejor amigo, Peter. Él por su parte le causaba gracia todas las pequeñas locuras y travesuras que la pequeña le decía.
Hoy Peter cumpliría 7 años, todo saldría perfecto, o por lo menos la familia Bell pensaba eso.
Peter se quedó dormido con su hermana en brazos, sus padres habían llegado hace 30 minutos y estaban preparando todo.
Lo despertaron y le dieron sus obsequios. Peter sonrío y los abrazo.
Su padre le regaló una flauta de pan, y su madre le obsequió una pequeña pulsera negra con unos dijes en forma de las iniciales "H", "M", "R", "P" dichas iniciales eran las de cada integrante de su familia.
Peter siempre portaba el collar que su madre le había regalado cuando éste cumplió 5 años. Habían colocado música y estaban disfrutando de la pequeña fiesta familiar. Pasaron alrededor de unos 10 minutos cuando alguien tocó la puerta de su humilde casa.
Henry y Marian fueron a abrir, se extrañaron ante tal gesto ya que no esperaban a nadie. Al abrir la puerta se encontraron con un hombre calvo, alto, un tanto musculoso, tenía el porte de ser una persona rígida, arrogante y con una paciencia muy medida.
Henry lo reconoció fácilmente, en cambio Marian se sorprendió al escuchar mencionar las siguientes palabras:
- Henry, vengo por lo que me debes.
Henry se quedó mudo por unos segundos, no sabía cómo reaccionar ante aquel hombre.
El hombre entró a la casa de los Bell, la madre de Peter tenía en cada mano a uno de sus hijos, a su derecha estaba Rose y a su izquierda se encontraba Peter, él sólo observaba la situación.
- Jack, creí que habíamos acordado que te pagaría dentro de 2 meses.
- Es mucho tiempo, yo necesito mi dinero ahora.
- No lo tengo, he estado ahorrando y a penas llego a la mitad del pago.
- Debiste de pensarlo mejor cuando decidiste pedirme prestado dicho monto.
- Dame 1 mes más y te pago todo.
El hombre soltó una risa burlona.
- Oh vamos Henry, ¿me crees estúpido? En un mes podrías fugarte con mi dinero.
- Sabes que no soy esa clase de persona.
- Y tú sabes que clase de persona soy yo.
- Jack.
- Quieres un trato, ¿cierto?
Henry asintió sin pensarlo dos veces.
- Bien, te ofreceré $100,000 dólares por tu hija, así nada más te faltarán otros $100,000 para poder liquidar la deuda. En cuanto tú la liquides te la devolveré, tú eliges cuánto tiempo te tardarás.
- Eso jamás pasará Jack. No tocarás a mi hija.
- Entonces me quedaré con tu casa y me deberás $250.000 porque te aumentaré los intereses.
Peter sabía que si su padre no aceptaba el trato su familia se quedaría en la calle. Así que decidió interrumpir la plática.
- Yo iré contigo, no mi hermana.
Jack volteó un tanto sorprendido ante el acto del niño. Jack era bien conocido por torturar y amedrentar a los niños que les ofrecían o vendían.
- Eres valiente, niño. ¿Cuál es tu nombre?
- Peter. Mi nombre es Peter Bell.
Jack sonrío y volteo a ver a Henry, Henry estaba mudo, no podía articular ninguna palabra, Jack sonrío y le dijo a Henry.
- Acepto el trato. Vámonos.
- No te llevarás a ninguno de mis hijos.
Jack estaba entrando en desesperación, no pensaba irse con las manos vacías. En un forcejeo entre Jack y Henry, Jack golpeó a Henry en el estómago, haciendo que cayera al suelo. Marian abrazaba a su hija y sostenía a Peter con su mano libre.
- He dicho vámonos.
Jack tomo a Peter con su mano y lo jalo de la mano de su madre.
Peter decidió hablar.
- Espera. Quiero despedirme.
Peter abrazo a su madre, ella le prometió que trabajarían muy duro para conseguir el dinero y recuperar a Peter. Él sólo sonrió.
- Volveré madre.
Su hermana estaba llorando, no quería que se llevaran a su hermano.
- Hey Rose tranquila, -Peter se quitó el collar que su madre le había regalado y se lo dió a su hermana-cuando tengas miedo sólo sopla para que el silbato suene y mamá vendrá a cuidarte en mi ausencia, verás que volveré más pronto de lo que piensas.
Peter corrió a abrazar a su padre y le dijo que lo amaba y que había hecho un excelente trabajo, que cuidara a Rose. Dicho esto agarró su flauta de pan y se la colgó en su cinturón justo con la mano en la que llevaba puesto la pulsera que le acababan de regalar.
Antes de salir de su casa, Peter miró hacia atrás para contemplar a su familia antes de marcharse por un tiempo indeterminado.