NADYA
Me sonó el teléfono justo cuando metía la ropa en mi maleta.
Santino llamando.
Santino andaba un poco pegado a mí, tal vez fuera porque antes de venir a hacer este encargo nos habíamos acostado, pero el caso es que no paraba de llamarme. Ya había notado que yo le gustaba, pero no había querido implicarme personalmente hasta la noche antes de venir a norteamérica. Fue un tremendo error.
-Buongiorno (1), bella ragazza (2).
Santino siempre comenzaba las conversaciones igual, no se podía negar que no le gustara flirtear.
Aquella noche sabía que iba a volver, y no me agradaba la idea de encontrarme con John.
¿Me habría olvidado? Por supuesto que sí, o al menos su intención era esa cuando rompimos.
¿Estará con alguien? Ni siquiera podía imaginármelo...
Pero estaba triste y necesitaba del contacto de alguien, y ni que decir tiene que el único hombre en mi vida había sido John.
Santino se acercó a mi habitación a despedirse de mí y le besé. Yo nunca había hecho eso, ni siquiera con John, pero una cosa llevó a la otra y Santino y yo lo hicimos. Y estuvo bien al principio, pero cuando me di cuenta de que pensaba en John, todo se jodió..
Y ahora Santino estaba superprotector conmigo.
-Buongiorno, Santino.
-¿Cómo estás, Nadya? -me dijo.
-Santino, al grano, tengo un avión al que subir.
-¿Cuánto hace que no nos vemos?
-Varios meses, y es porque me tienes trabajando.
Había pasado los últimos meses de mi vida viajando de un lado a otro cazando, matando. No veía la hora de volver a Italia.
-Cara mia (3), en unos días se celebra la reunión más importante de la Alta Mesa y te necesito a mi lado.
-Me dirijo a Italia pronto, Santino. No lo olvido.
-Aquí nos veremos.
Santino me había acogido sin pensárselo dos veces cuando me exilié de mi país, tras mi ruptura con John.
Santino fue el único que quiso cuidar de mi cuando tuve que irme, que me ofreció trabajo y que soportó las condiciones con las que yo llegaba. Y solo por eso ya tenía que agradecerle mucho.
Una vez que lo hube recogido todo, y mientras salía de la habitación, volvió a sonarme el teléfono. Era Santino otra vez.
-¿No habíamos quedado en Italia? -le dije a Santino.
-Los planes han cambiado. Has de ayudar a un amigo por mí. Ha invocado un Pacto de Sangre.
La sangre se me heló en las venas.
-De acuerdo. Ya te informaré.
Volví a colocar el teléfono en el bolsillo en la chaqueta, y arrastrando la maleta, bajé hasta el despacho de Winston.
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(1) buongiorno: buenos días.
(2) bella ragazza: chica guapa.
(3) cara mía: querida.
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Editado: 16.08.2021