Estaba en las afueras del colegio con Gabriela hablando sobre como pasaríamos Navidad, cuando vemos pasar a Sara muy apresurada. Ella había estado muy distante estos días y ya casi que ni nos hablábamos.
-Es una tonta -dice Gabriela algo malhumorada y siguiendola con la mirada-, cuando ese hombre se consiga otra amante y la dejé, cosa que pasará pronto, ahí si nos buscará.
-Realmente no sabemos si de verdad tenga algo con Sergio -dije -tal vez a discutido de nuevo con sus padres y por eso se está así.
-No lo creo -dijo negando con la cabeza -los he vuelto a ver en varias ocasiones juntos, además si hubiera discutido con sus padres ya lo sabríamos.
En ese instante vi a Sabrina con Fabián, desde aquel día en el parque se les había visto juntos muy frecuentemente, era algo que todos veían venir menos yo, ellos habían sido muy unidos desde pequeños, sus familias tenía una muy buena relación y ellos casi que crecieron juntos, todos apostaba a que sería de esas parejas inseparables que se conocen desde pequeños, creo que hasta la misma Sabrina, pero Luego Fabián comenzó a tener nuevos amigos, y a salir con otras chicas, esto hizo que Sabrina se alejara, luego de él sólo se la volvió a ver con otro chico con el cual no duró mucho tiempo, pero lo que se decía era que Sabrina no había podido olvidar a Fabián, incluso su mejor amiga María se lo había contado a todo el salón en una ocasión en que habían peleado, aunque ahora parecía que su romance volvía a florecer de nuevo.
El colegio de los chicos estaba al lado del nuestro así que cuando las clases finalizaban era muy común ver a parejas de chicos reunidas a las afueras, y esto nunca me había molestado hasta ahora. Seguí intentando mantener la conversación con Gabriela, pero siempre era lo mismo no podía dejar de verlos, me decía a mí misma que no les prestaria atención, pero al final terminaba mirandolos y sintiéndome mal al verlos juntos, a veces había creído ver a Fabián mirándome, pero no se porque le daba tanta importancia a eso, se que en el fondo quería pensar que cada lugar en el que nos encontrábamos no era casualidad y que cada movimiento que él hacia era por mí, que cuando pasa su mano sobre su cabello porque estaba nervioso, lo hacía porque me encantaba cuando lo hacía, que cuando sonreía lo hacía porque sabía que encontraba irresistible su sonrisa, pero la realidad era otra, era solo yo la que quería crear una historia de amor basada en lo que yo siento y quisiera que él sintiera, pero es sólo un chico y tengo cosas más importantes en que enfocarme, como entrar a la Universidad de Friedman. Me despedí de Gabriela, y me dio mucha nostalgia porque no pasaríamos ni Navidad ni Año Nuevo juntas, ella se iría de vacaciones donde su tío que vivía en la cuidad, la extrañaria muchísimo, pero se que ella también a mí, porque ¿Quien más escucharía todas sus quejas atentamente? Nos despedimos y seguí mi camino. El día siguió muy tranquilamente y los siguientes también, esos días los había aprovechado para enfocarme en mis estudios, tenía que recuperar todo el tiempo que había perdido.
Era Navidad y yo me encontraba en un gran dilema, no sabía si ponerme el vestido rojo de satin o el verde de seda para la cena de de esta noche. Me puse el vestido verde y me mire en un gran espejo de marco de madera ovalado que estaba en mi habitación, hasta que escuché unos ruidos en la sala, salí de mi habitación y baje las escaleras rápidamente, era mi abuela que estaba con una chica que me parecía haberla visto antes pero no recordaba donde, tenía el cabello negro con mechones morados, una blusa blanca con un estampado creo que de un grupo musical, una minifalda de Jean y unos tenis negros, parecía una chica de la cuidad.
-¿Qué sucede abuela? -le pregunté.
-Problemas de última hora que nunca faltan -me dijo y retomando nuevamente su conversación.
La chica se quedó mirándome y luego se acercó a mi abuela y le dijo algo, ella asintió y se dirige hacia mí.
-Cariño ¿No te gustaría interpretar a la reina de las hadas, en el evento de Año Nuevo?
Me quedé sin saber que decir porque es un evento grande, no sólo es el cierre de año nuevo sino del Festival del pueblo.
-No... no lo se ¿ Y que sucedió con la chica que iba hacer de la reina? -pregunté.
-Se a lastimado la pierna -me contestó.
-Pero yo no se actuar.
-Claro que si, la otra vez que fui a tu colegio a reunirme con tu abuela vi la obra en la que actuaste y me ha parecido que lo has hecho genial, además te he visto en varios de los ensayos de la obra así que creo ya la conoces bien y no te será muy difícil seguirnos el paso, y como ya sabes no vas a tener que hablar porque va a ser una obra muda de aproximadamente quince minutos -dijo interviniendo la chica.
-¿Y no puede otra de ustedes interpretar a la reina? Yo podría ser otras de las hadas.
-Las otra hadas tienen varias coreografías que llevamos meses ensayando y te sería difícil aprender en tan poco tiempo, en cambio la reina sólo tiene un simple vals que no dura mucho -dijo la chica.
El evento de año nuevo sería una noche muy importante para mi abuela, llevaba años intentando que le dieran la organización de ese evento y esta vez por fin la alcaldía se lo había permitido, y no sería yo quien se lo arruinaria, si esa chica y mi abuela creían que lo podía hacer lo haría.
-Esta bien -dije dándome por vencida.
Ellas comenzaron a dar brincos y mi abuela se acercó y me abrazó.
-Por cierto, mi nombre es Ana y yo te ayudaré en todos lo que necesites -dijo la chica.
-Andrea -le dije estrechandole la mano.
-Entonces Andrea nos vemos mañana en los ensayos.
-Si claro, ahí estaré -le contesté y luego ella se marchó.
Volví a mi cuarto y decidí ponerme el vestido rojo.
Había llegado ya la hora de la cena y todo está listo, Doña Manuela y mi abuela habían hecho un gran trabajo, un mantel dorado con encajes plateados que mi abuela solía guardar para ocasiones especiales le daba un realce a los platos que estaban servidos en la mesa. Coji una galleta de jengibre, eran las favoritas de mi abuelo nunca podían faltar en estas fechas. Nos sentamos a la mesa en compañía de Doña Manuela y su esposo, como solíamos hacer cada año desde la muerte de Papa, luego de disfrutar de un delicioso pernil de cerdo bañado en una salsa de ciruelas y acompañado de una ensalada de Papa y arroz con ajonjoli, nos dirigimos a la sala y mi abuelo puso sus discos de tango y boleros en su viejo vinilo, y comenzaron a hacer sus usuales "viajes en el tiempo" como los solía llamar Papa, y era que en realidad cuando mi abuelo Joaquin comenzaban a contar sus historias tenían el don de llevarte a los escenarios que había vivido y a vivir y sentir lo que el había sentido, todos siempre nos deleitabamos al escucharlo, incluso recuerdo que de pequeña cuando venía con mi padre en vacaciones, siempre habían niños al rededor de mi abuelo escuchando atentamente sus historias. Luego de un rato subí a mi cuarto y me quedé en el balcón de mi habitación un rato, veía el cielo y las estrellas cuando hermoso podía ser todo y cuán triste a la vez, estas épocas siempre me recordaban a Papa y por eso siempre sentía que aún que me estuviera divirtiendo mucho siempre faltaba algo para completar esa felicidad, faltaba el y no volvería jamas.
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Editado: 14.08.2019